
AL FASCISMO SE LE COMIENZA A MOVER EL PISO
Hace bastante tiempo que la ultraderecha, el fascismo, venía ganando terreno. En América Latina esto se expresó en el retroceso de los gobiernos progresistas ligados a la Revolución Bolivariana, a la mayor derechización de los gobiernos socialdemócratas, al triunfo de gobiernos francamente fascistas como el de Bolsonaro y Bukele, primero, y de Milei después. En el caso de Europa los partidos fascistas fueron ganando terreno con la elección de Meloni (Italia), Orban (Hungría), Zelensky (Ucrania), entre otros, junto con el avance en las últimas elecciones europeas. Lo que vino a dar mayor dinamismo a los fascistas fue la elección de Trump en Estados Unidos junto a su intención de recuperar el liderazgo a nivel mundial convirtiéndose en el pacificador de Ucrania, queriendo aumentar la cantidad de estados de los Estados Unidos, queriendo invadir Palestina y apoyando el genocidio contra el pueblo palestino de la mano de nazifascismo. Sin embargo, y a pesar de todos estos avances, el piso se le ha comenzado a mover.
El genocidio en Palestina, las imágenes de hileras de niños palestinos muertos, los bombardeos contra la población civil, los centenares de muertos al día, llegando a más de 50.000 desde que comenzó la ofensiva nazisionista, ha llevado a la realización de numerosas marchas masivas en Europa contra el genocidio que ahí se lleva a cabo. El movimiento antifascista en Europa ha tenido un renacimiento en estas últimas semanas cuestión que en nada debe gustar a quienes acostumbran a hacer sus negocios en la «paz social» que ellos logran imponer. Dentro de «Israel» mismo Netanyahu tampoco la tiene nada de fácil ya que las manifestaciones contra la guerra se han ido multiplicando y ganando cada vez más apoyo. A la vez, la incursión de Yemen en este conflicto el cual ha atacado directamente a «Israel», la incursión de los sionistas en el Líbano puede provocar la extensión de la guerra y la agudización del conflicto a niveles inimaginables.
Pero la cosa se complica más aun. A pesar que el PKK hizo un llamado a su autodisolución y a terminar con la guerra revolucionaria (entrega de armas), la sociedad turca entró en crisis, el pueblo y los trabajadores en Turquía se han tomado las calles. Las marchas multitudinarias en toda Turquía arrinconan en forma momentánea al gobierno fascista de Erdogan como un contexto adverso a las elecciones que vienen. Las imágenes que recorren el mundo son atroces. Una represión policial, o mejor dicho terrorismo policial de estado, contra los manifestantes. Golpizas, detenciones por doquier, detenciones de periodistas de medios alternativos y un aumento considerable de presos políticos que ya llegaban a los 10.000 antes de las manifestaciones. Trabajadores, estudiantes todo el pueblo ha salido a la calle. A la vez, la propuesta de paz que ha ofrecido Ocalán se ha visto opacado con los bombardeos de Turquía contra el movimiento kurdo en una clara señal que Erdogan no quiere la paz y obliga a la continuidad de la guerra como única forma de mantenerse en el poder.
Por otro lado, los intereses colonialistas de Francia en África se han visto severamente afectados. Mali, Burkina Faso y Niger han dejado todos la Francofonia cortando la dependencia de Francia y recuperando los ideales y objetivos del panafricanismo de antaño.
En Argentina, el gobierno de Milei ha terminado su «luna de miel» inicial. Ha terminado con la «novedad» de la moto sierra y del grito histérico de ¡Viva la libertad, carajo! como un Hitler del siglo XXI. La protesta de los jubilados rompió todos los moldes de las protestas anteriores. La brutalidad policial, el terrorismo desatado, la militarización de las avenidas hizo inundar las redes sociales con una represión de proporciones contra jubilados no contra «subversivos», «terroristas», sino contra jubilados. Si las pensiones ya son miserables ahora también se les agarra a palos, gases, etc. El riesgo de la vida del periodista Pablo Grillo y los heridos sin duda habrá roto en los sueños y esperanza de muchos que pensaron que Milei sería la solución a sus vidas angustiantes. Milei al sincerar su esencia asesina, fascista habrá roto con muchos, y habrá enajenado parte del apoyo inicial.
Al cumplirse un nuevo aniversario del golpe de estado, el pueblo argentino inundó las calles. Nuevamente las imágenes que circulan en redes sociales muestran marchas interminables que ponen la memoria en acción, que clama justicia y no perdón. Sin duda la represión a los jubilados actuó como «incentivo» para que muchos despertaran y salieran a la calle.
Pero si bien es bueno que el piso se le mueva al fascismo no es suficiente.
Por más que se mueva el piso, la crisis del capitalismo, su agudización, sumado a la lucha interimperialista por la hegemonía mundial continúan y si la ultraderecha, el fascismo se puede agotar como alternativa para enfrentar este periodo crítico siempre está la socialdemocracia, o progresismo, que continuará con el proceso de fascistización de las sociedades, de poner en prácticas sus estrategias contrainsurgentes y apoyando las políticas imperialistas contra los pueblos pobres del mundo.
Por más que fascismo genuino se muestre en toda su brutalidad y bestialidad no podemos olvidar que la socialdemocracia cumple un rol tan nefasto y brutal como el fascismo. Se debe tener esto en cuenta, presente, por cuanto ante la crisis del capitalismo y la proximidad de elecciones en algunos países no faltarán los discursos oportunistas de los partidos progresistas de levantar un pseudo discurso antifascista cuya única finalidad es aumentar su caudal de votos, imponer un chantaje al electorado ante una falsa disyuntiva entre fascismo y democracia como si la democracia burguesa-capitalista fuera la solución a todos los males de los pueblos y como si esa democracia burguesa-capitalista no fuera prima-hermana de los fascistas por más que estos traten de levantarse como contrarios a ellas. Es la burguesía la que alimenta a estas dos «alternativas». Nuevamente, la conciliación de clases, que persiguen los progresistas, no es la solución para los explotados. Con la conciliación de clases no se combate al fascismo. El antifascismo está muy lejos de la conciliación de clases, de la defensa de la democracia burguesa y de la defensa del capitalismo.
Así que seguir moviendo el piso pero avancemos muchos más allá. Levantemos la alternativa revolucionaria.