
WALLMAPU. 3 AÑOS DE ESTADO DE EXCEPCIÓN, DE GUERRA ANTI MAPUCHE

Gabriel Boric, presidente burgués de Chile, llora la muerte de Pepe Mujica, ex presidente también burgués del Uruguay. Los progresistas chilenos lo lloran por cuanto comparten con él las frases clichés, el discurso vacío e inofensivo para los intereses capitalistas y la concepción de una «izquierda» light que puede ser consumida por cualquiera en cantidad y que al igual que homeopatía no tiene ningún efecto.
Lo lloran porque según los progres representa la ética y moral que debe encarnar la política moderna, la izquierda del siglo XXI concepto que es un verdadero bolsillo de payaso donde todo cabe. Pero la verdad es que esta izquierda moderna tiene sus efectos y son nefastos. Son efectos nefastos para los intereses populares, para los intereses del campo y de ciudad, para el proletariado. Sus políticas en nada son anti capitalistas ni menos anti imperialistas sino todo lo contrario van en defensa de aquello y se presentan como los defensores de la democracia (burguesa), del Estado (contrainsurgente) y de la Constitución (burguesa-capitalista) como del orden público (anti protesta popular). No buscan el derrocamiento de la clase dominante, de la emancipación del proletariado ni de la liberación de los pueblos sino la humanización del capitalismo y su sociedad y la domesticación de la rebeldía dejándola como pecado de juventud.
Gabriel Boric (con el Frente Amplio el Partido Comunista y la antigua socialdemocracia) comprendieron esto hace ya bastante tiempo. Tanto es así que hace algunos días se cumplieron los 3 años del estado de excepción continuo y permanente en el Wallmapu, Boric no dudó en militarizar el territorio mapuche ya invadido y anexado al estado de Chile hace ya siglos al igual que lo hace hoy el sionismo con el territorio palestino. La rebeldía mapuche, aquella que ataca a diario al gran capital es definido por Boric, y toda la clase política, como terroristas, vale decir, como el enemigo interno a combatir sin importar los medios sino poniendo en el centro los fines, fines establecidos por la clase dominante y el imperialismo.
No lo sólo continuaron con la mal llamada «Pacificación de la Araucanía», con la guerra a muerte sino que abrieron una nueva página de la prisión política mapuche y una nueva historia con la aplicación del Derecho Penal del Enemigo. Drones, efectivos militares, tanquetas, blinadados, comandos patrullan los caminos de la Araucanía para producir la tranquilidad deseada en los terratenientes, en los latifundistas, en las transnacionales que ahora también encontramos a los chinos que ponen el grito en los cielos, y exigen la defensa de sus intereses económicos en tierra mapuche, protección a sus inversiones. De Mao Tse Tung nada.
Boric se muestra feliz como niño con juguete nuevo. Con pecho inflado muestra a su nuevo monstruo al cual llamó ministerio de Seguridad Pública con todas las atribuciones propias de una herramienta que no tardará en especializarse en la guerra interna en todas sus facetas y niveles. Se muestra feliz por la aprobación de batería de leyes represivas donde se encuentra entre otras el permiso para que la policía militarizada haga uso de las pistolas de electro shock abriendo la puerta no sólo para nuevos abusos policiales sino para la tortura con electricidad como en los peores tiempos de la dictadura. Ahora impulsa el nuevo texto del Reglamento del Uso de la Fuerza (RUF) que terminará siendo otro engendro terrorista al igual que su gobierno y políticas anti proletarias y anti mapuche.
Pero no sólo eso. A meses de realizarse las elecciones presidenciales y parlamentarias, el progresismo o los fachoprogres quieren que el pueblo vote por ellos como si se tratara de un gobierno transformador, de los trabajadores y de los pueblos. No quieren escuchar del repudio que ellos, y el conjunto de la clase política causan en el 97% de la población, nos obligan a concurrir a votar bajo la amenaza de multas. Obligan a que seamos parte del circo electoral hipócrita, falso, vacío e inconducente. Nos obligan a ser parte de un espectáculo asqueroso donde nuevamente las calles estarán militarizadas resguardando el orden público y el desarrollo de la «fiesta» de la democracia, de la fiesta «republicana».
Ellos se muestran felices por ser capaces de aplicar la Doctrina de Seguridad Nacional y los Conflictos de Baja Intensidad a la realidad chilena y contra la lucha heroica del Pueblo-Nación Mapuche. Se felicitan y se abrazan mientras los explotados y miserables acumulan rabia, bronca, furia.
En medio de todas las políticas terroristas, en medio de toda la militarización y prisión política mapuche imponen la farsa de la Comisión para la Paz, pero ¿qué conclusiones esperaban obtener si dialogaron con los hermanos mapuche teniendo estos el caños de sus fusiles en la nuca y a sus weichafes y autoridades mapuches encarcelados?
Pero no importa ya pronto se volverá a escuchar los cascos de los caballos de Lautaro, Caupolicán, Galvarino y de tantos otros que llegarán a Santiago a clamar justicia y liberación, tierra y libertad. Y cuando eso suceda será demasiado tarde para que los pueblos, antes perseguidos pero hoy liberados, los reconozcan como sus aliados. La memoria, como tal, no olvida y no olvidara el rostro de sus opresores, de sus verdugos.

