ENTREVISTA. (1º PARTE) UNIÓN DE LUCHA PROLETARIA, ULP, RECONSTITUCIÓN, IDEOLOGÍA Y REVOLUCIÓN

ENTREVISTA. (1º PARTE) UNIÓN DE LUCHA PROLETARIA, ULP, RECONSTITUCIÓN, IDEOLOGÍA Y REVOLUCIÓN

Comentario Previo

La presente entrevista a los compañeros de la Unión de Lucha Proletaria, ULP, México, estará dividida en cuatro entregas separadas debido a lo extenso de las respuestas. 

La forma que se realizaron las respuestas constituye un muy buen aporte tanto para el debate como para el aprendizaje y estudio por cualquier colectivo que inicie el camino de la construcción y lucha revolucionaria por cuanto los problemas que aquí se señalan bien pueden ser comunes sin importar el país en que se desarrolle esa construcción y lucha. La inicidencia del reformismo/revisionismo y el combate contra éste es cardinal. 

I. Sobre la Unión de Lucha Proletaria

¿Cuándo y cómo nace la Unión de Lucha Proletaria? ¿Cuáles fueron las circunstancias políticas de la lucha de clases que rodearon ese proceso?

La constitución de Unión de Lucha Proletaria sólo fue posible a partir del desarrollo cualitativo de una organización previa, el Frente Oriente, proletario y combatiente. El Frente Oriente surge en el año 2013 en un contexto de agitación y movilización social. Los planteamientos político-ideológicos fueron, desde un inicio, marxistas-leninistas. Sin embargo, la propia configuración de esa estructura colectiva, más parecida a un frente que a una organización centralizada, desarrolló en su seno una lucha ideológica entre posiciones antagónicas en torno a su configuración orgánica respecto a las tareas programáticas planteadas en su nacimiento: la construcción de asambleas populares como espacios de organización popular y de nuevo poder. Ello encontró sus límites por la insuficiencia de su línea política, situación que se evidenció como resultado de la autocrítica, la cual reportaba la imposibilidad de las asambleas populares para convertirse en órganos de nuevo poder, pues fueron construidas en torno a demandas inmediatas, reivindicaciones económicas, sin una figura partidista consolidada que se desarrollara como vanguardia revolucionaria de facto. Si bien desde la constitución del Frente Oriente se rechazaron los planteamientos reformistas del programa mínimo, nuestra praxis caminó en ese mismo sentido reformista de la demanda inmediata, evidenciando nuestras fallas, vicios y vacíos ideológicos que expresaban aún falta de consolidación ideológica de nuestra militancia.

Nuestra autocrítica nos condujo a trazar un camino distinto, buscando rectificar nuestras tareas para encaminarnos hacia la construcción de un referente revolucionario. Esta situación nos llevó a vincularnos más estrechamente con organizaciones sociales gremiales y clientelistas –que por su nombre y discurso considerábamos clasistas y revolucionarias– con quienes manteníamos relaciones coyunturales. Fue así que abrimos espacios de trabajo con organizaciones diversas. El objetivo era coordinar esfuerzos con quienes reivindicaran la lucha de clases y el socialismo para la constitución de un polo revolucionario como espacio para el desarrollo orgánico e ideológico en función de la revolución socialista. Sin embargo, fuimos derrotados. Por una parte, la coacción del Estado sofocó el esfuerzo unitario, reprimiendo con mano dura a nuestros camaradas más afines en distintas regiones donde construimos relaciones y organización. Por otra parte, las dirigencias de dichas organizaciones hicieron explícitos sus intereses de clase contrapuestos al proletariado, exponiendo su revisionsimo, su oportunismo y su vinculación orgánica e ideológica con el Estado, con quienes mantienen hasta la fecha mesas de negociación/subordinación, traicionando sus propios postulados en torno a la lucha de clases y manteniendo cautivas a sus bases alrededor de una política clientelar, abandonando intencionalmente una auténtica formación político-ideológica revolucionaria de esas bases.

Después vino el desarrollo del trabajo dentro de la clase obrera pero, como toda la praxis del Frente Oriente, se desarrolló desde premisas agotadas del ciclo revolucionario anterior. El obrerismo, el sindicalismo, el economicismo, el legalismo y el culto a la espontaneidad moldearon el trabajo organizativo desarrollado por quienes integrábamos el Frente Oriente al interior del gremio petrolero mexicano.

Así, desde esta lógica reformista, llamamos a los obreros petroleros a luchar no contra el capitalismo y la burguesía por la emancipación total de la clase obrera y, desde luego, de toda la sociedad; sino por la “defensa de los derechos laborales” desde una lógica legalista que fatalmente pusimos como “ejemplo correcto” de lo que deben hacer los trabajadores rebajando la política revolucionaria a política sindicalista. Además de hacer apología a las “luchas históricas” (conciencia en sí) continuando con esa absurda idealización a un proceso agotado que realmente ha dejado a la clase obrera cooptada por la ideología burguesa y a buena parte de los petroleros convertidos en aristocracia obrera.

Por todo lo anterior, podemos afirmar que el Frente Oriente fue hegemonizado por el revisionismo enquistado en el cúmulo de organizaciones de corte caciquil y clientelar con las que nos relacionamos y a las que estúpidamente consideramos “revolucionarias”, y que en realidad son grupos incapaces de ofrecer dirección y respuestas a los complejos desafíos que la revolución proletaria tiene por delante en este momento histórico.

Todo ello nos confrontó con nuestra errónea praxis, lo que obligó a una profunda reflexión autocrítica encaminándonos a un proceso de deslinde con todas esas posiciones oportunistas y revisionistas; y nos obligó a desarrollar un arduo proceso de formación en torno al estudio de los procesos revolucionarios históricamente triunfantes: ¿en dónde radicó la clave de su éxito? Pero este estudio también nos obligó a mirar analíticamente auténticos procesos revolucionarios que no habían triunfado: ¿por qué fueron derrotados? Nuestro objetivo se centró en poder extraer las mayores enseñanzas a la luz del marxismo y en función de nuestra praxis. Así, profundizamos en el estudio de la experiencia revolucionaria bolchevique, en la Revolución China, en la peruana –encabezada por el Partido Comunista del Perú y su Guerra Popular– y en la experiencia del Partido Comunista Mexicano, nacido en 1919, entre otras. Era necesario trazar una ruta estratégica y táctica correcta con base en el marxismo. De ello logramos llegar a importantes conclusiones, trascendentales para nosotros:

1. La necesidad de caracterizar correctamente el contexto en que se desarrolla la lucha de clases a nivel nacional e internacional con la finalidad de construir una Línea Política y un Programa Político auténticamente revolucionarios. Esto nos acercó al estudio de la Teoría Marxista de la Dependencia y sus debates contra las posiciones reformistas y conciliacionistas del marxismo latinoamericano, con la finalidad de comprender de manera integral el actuar del capitalismo en México.

2. La necesidad de constituir una Línea Política basada en la auténtica praxis marxista-leninista que emanara de la necesidad irrenunciable de desarrollar el factor subjetivo mediante la aprehensión de la ideología a través de un sólido proceso de formación político-ideológica amplio, sistemático, crítico y profundo para toda nuestra militancia, que permitiera desarrollar cualitativamente las discusiones políticas y el centralismo democrático.

3. La comprensión general de la reconfiguración del capitalismo durante el desenvolvimiento de sus crisis, y su recomposición asentada en cambio de patrones de acumulación; transitando de ciclos de acumulación recargados en la esfera de valorización productivo-comercial, hacia la esfera especulativo-financiera y viceversa, en ciertos momentos históricos. Esto conlleva a las potencias imperialistas a la confrontación –dentro de sus propios márgenes– de sus posturas en torno a las vías para enfrentar sus sistemáticas crisis y abrir nuevos ciclos de acumulación.

A la luz del balance autocrítico de nuestro proceso, después de siete años como Frente Oriente, nos encontramos con los documentos del Comité por la Reconstitución (CxR) en el Estado español (1), quienes han realizado un análisis y críticas contundentes a las condiciones de derrota del Movimiento Comunista Internacional (MCI) después del fin del Ciclo de Octubre –clausurado a raíz de la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), y del que hablaremos más adelante–, planteando a su vez la necesidad de abrir un nuevo y cualitativamente superior ciclo revolucionario, el cual sólo será posible a partir de reconstituir ideológica y políticamente el comunismo, resituando al marxismo como ideología de vanguardia.

Todas estas circunstancias profundizaron nuestro balance como Frente Oriente e hicieron más precisas y profundas la crítica y autocrítica, situación que nos condujo a reconocer objetivamente los límites que nuestra organización tenía en ese momento; una figura organizativa que ya no tenía razón de ser ante las nuevas tareas que nos planteaba abrazar la Línea de Reconstitución. Así, una crítica honesta sólo conducía a una alternativa: la refundación de nuestra colectividad. Las tareas: reconstituir ideológica y políticamente el comunismo (cuestión que abordaremos con mayor profundidad más adelante). Ante las condiciones que nuestro contexto nos presenta, ante un repliegue generalizado del movimiento social y un MCI derrotado e incapaz de superar la línea revisionista en su seno, el proceso debe ser enfrentado de forma cualitativamente distinta; es decir, constituyendo una nueva colectividad dispuesta a afrontar las tareas actuales. Es así que en ese mismo año dimos por terminado el proceso del Frente Oriente para constituir en su lugar la Unión de Lucha Proletaria.

¿Por qué crear una nueva organización ya que en México existen una multiplicidad de organizaciones revolucionarios? ¿Cuál es el aporte que viene a hacer la ULP al campo revolucionario mexicano?

La derrota del comunismo a nivel mundial ha conducido a que las posiciones de las organizaciones que se reivindican revolucionarias sean desviaciones del marxismo: oportunismo y revisionismo, lo que de por sí, no son ya posiciones revolucionarias ni marxistas. Bajo esta premisa resulta insostenible que una perspectiva auténticamente revolucionaria surja de su seno, pues la deformidad de sus concepciones implica, a su vez, que sus perspectivas sean inviables.

Actualmente, el movimiento comunista y revolucionario se encuentra lastimosamente subyugado por el revisionismo que es incapaz de comprender el cuerpo hegemónico del capital y de su Estado burgués en la lucha de clases. En este sentido, la tarea que el revisionismo ha cumplido cabalmente es llevar a la ruina la praxis comunista, empujando las luchas proletarias a la esfera del legalismo y, fundamentalmente, del sindicalismo que no son otra cosa que la correa de transmisión de la burguesía dentro del movimiento obrero. Gran parte de las organizaciones autodenominadas “comunistas y revolucionarias” terminan reafirmando al proletario como capital variable, proveyendo contundencia ideológica a la esfera reformista del Estado burgués, lo que se objetiva históricamente en las concesiones económicas que otorga –a veces por su voluntad, a veces de mala gana– al proletariado organizado en torno a sus demandas inmediatas. Con esta práctica aparentemente “progresista”, el revisionismo afianza la postración de la clase obrera ante las relaciones capitalistas y ante la aristocracia obrera, facilitando con ello la corporativización de las masas por el Estado y, desde luego, la amputación de su carácter revolucionario.

Entonces, esta hegemonía del revisionismo en el movimiento revolucionario mexicano nos conduce a la necesidad de conformar una nueva colectividad desde la asimilación de la derrota misma del comunismo pues, el negarla, implica continuar repitiendo indefinidamente perspectivas ideológicas y organizativas viejas y caducas totalmente volcadas al culto a la espontaneidad de las masas, al obrerismo o al etapismo; mismas que han demostrado históricamente ser incapaces de abonar al proceso revolucionario del proletariado sino, por el contrario, mantenerlo en el estado actual de impotencia.

Lo que buscamos aportar al movimiento revolucionario es establecer y generalizar la necesaria crítica al MCI para afrontar la necesidad de abrir un nuevo ciclo revolucionario, reconstituyendo ideológica y políticamente el comunismo previamente. En ese sentido, los planteamientos de la Línea de Reconstitución (LR) desarrollados históricamente por el Movimiento por la Reconstitución nos parecen cruciales para concretar dicha labor, o sea la adopción de la LR y su instrumentación como praxis revolucionaria. La asimilación de las concepciones de la LR implican un duro proceso autocrítico y la asimilación de una auténtica concepción marxista de la realidad; cosmovisión que requiere dejar de lado el adoctrinamiento hueco, acrítico y descontextualizado de la teoría marxista por un lado; y por otro, el practicismo o activismo resistencialista que tampoco ha abonado cualitativamente a la revolución proletaria.

La asimilación de la LR implica la recuperación de los preceptos marxistas-leninistas, el regreso a los conceptos fundamentales de la lucha de clases y su asimilación, así como el necesario contraste de la teoría marxista con la realidad histórico-concreta a la que nos enfrentamos; es decir, el ejercicio de la praxis revolucionaria, con todas las contradicciones presentes en una formación histórico-social determinada, en este caso, la mexicana.

Todo ello debe concretarse, necesariamente, en la constitución o reconstitución del Partido Comunista. Decimos “constitución”, en nuestro caso, porque partimos de la premisa de que en el Estado mexicano no ha existido históricamente un verdadero Partido Comunista (2); hay una ausencia histórica de la vanguardia revolucionaria marxista-leninista que oriente y desarrolle una verdadera política revolucionaria entre el proletariado y mientras esto siga así, no hay posibilidades para que el pueblo rebase sus luchas espontáneas resistencialistas.

¿Cómo se diferencia la ULP en términos programáticos, estratégicos y tácticos de las demás organizaciones revolucionarias? ¿Cuáles son los elementos centrales?

Un primer elemento que nos diferencia de casi la totalidad de organizaciones que conforman el amplio espectro del denominado “movimiento revolucionario y popular mexicano”, es –como lo hemos expresado con anterioridad– que nosotros partimos del reconocimiento de que el comunismo está en una profunda crisis, la cual se confirma de manera objetiva en el contexto político e ideológico del comunismo mexicano en particular, y en general en el Movimiento Comunista Internacional. Esta crisis del comunismo se manifiesta como una derrota temporal de la Revolución Proletaria Mundial.

Es por ello que sostenemos que el Movimiento Comunista Internacional ha cerrado un ciclo revolucionario y en la actual etapa histórica se encuentra objetivamente derrotado. El marxismo ha sido desplazado del lugar revolucionario en que debería estar situado debido a las acciones reformistas y oportunistas que despliegan gran cantidad de organizaciones que se autodefinen “independientes” o “revolucionarias”. Ante este pragmatismo execrable, hoy no existe una auténtica guía ideológica revolucionaria en el movimiento social.

El ciclo revolucionario cerrado al que hacemos alusión es el abierto por la revolución bolchevique de 1917 y que los camaradas del Comité por la Reconstitución en el Estado español (CxR) denominan acertadamente Ciclo de Octubre, el cual se cerró tras la disolución de la Unión Soviética y con la derrota de la Guerra Popular desarrollada por el Partido Comunista del Perú, en 1992.

Entonces, recapitulando, nosotros partimos del reconocimiento de la profunda crisis del comunismo como primer paso para cuestionarnos seriamente sobre cuáles son las tareas que atañen a los comunistas en este momento histórico. Y, en este sentido, la tarea urgente e ineludible que nos planteamos es la reconstitución ideológica del comunismo que se traduce concretamente en la recolocación del marxismo como teoría hegemónica entre la vanguardia marxista-leninista. Pero para lograr esta titánica tarea, es necesaria la elaboración de un balance crítico sobre el Ciclo de Octubre (3).

La posición de franca retirada e impotencia en la que se ve inmerso desde hace décadas el comunismo –hegemonizado por el revisionismo, insistimos– es la forma actual en que se manifiesta el agotamiento ideológico y político del Ciclo de Octubre y de todas las premisas que le sustentaron; justo por ello es absolutamente necesaria la reconstitución. Para que el proletariado pueda iniciar un nuevo y superior ciclo revolucionario es menester que el comunismo se reconstituya ideológica y políticamente sobre la base de su enorme experiencia revolucionaria acumulada durante décadas.

Sin embargo, es necesario aclarar que nosotros no observamos el agotamiento del Ciclo de Octubre de manera pesimista o claudicante; por el contrario, lo vemos como la gran oportunidad de derrotar al capitalismo definitivamente. Así, consideramos que negarse a reconocer la derrota del comunismo durante el ciclo revolucionario anterior es, al mismo tiempo, rechazar la posibilidad de superar dialécticamente las deficiencias que lo han limitado para emancipar al proletariado.

Así, hacemos eco de lo expresado por el Partido Comunista Revolucionario del Estado español –hoy integrante del CxR– a propósito de la urgente y actual necesidad del Balance del Ciclo de Octubre:

«(…) comprender y aprender de los errores que permitieron la derrota del proletariado son, desde luego, motivos insuficientes que no cubren todos los objetivos de un balance tan importante. Pues no olvidemos (…) que se trata del punto de partida de la futura “praxis revolucionaria”, y que, como tal punto de partida imprescindible y sólidamente fundamentado, debe contemplar también el punto hasta dónde avanzó la praxis revolucionaria del proletariado, su desarrollo conseguido, el enriquecimiento de su bagaje ideológico y político. Igual que Lenin y los bolcheviques no podían afrontar sus tareas revolucionarias sólo con el Manifiesto de Marx y Engels de 1848, sino que tuvieron que tener en cuenta toda la experiencia del proletariado de los periodos de la I y la II Internacional, así nosotros debemos tener presente toda la experiencia del proletariado internacional durante este siglo corto (según la denominación acuñada por Hobsbawm atendiendo a lo esencial de la historia de este siglo XX: la lucha por el socialismo, circunscrita a las poco más de 7 décadas que van desde 1917 a 1991). Atender a la construcción de la política proletaria del siglo XXI sin considerar el grado de desarrollo alcanzado por el Comunismo como ideología y teoría política, desarrollo que inevitablemente influirá hasta en los pormenores tácticos o agitativos de esa construcción política, constituiría una grave negligencia, cuando no un delito de lesa traición a la Revolución Proletaria. Es por ello que el PCR ha incluido en lugar preferente, en su Plan de Reconstitución, la tarea de investigación de la experiencia histórica del proletariado.”. (4)

Entonces, si reconocemos que la primera forma histórica de transición hacia una sociedad cualitativamente superior es la conquista de la ideología comunista por parte del proletariado (conciencia para sí), queda claro que esto dependerá totalmente de un plan consciente de transformación revolucionaria en el que el conocimiento de las leyes del desarrollo social y de su correcto manejo y aplicación se vuelve el elemento crucial del triunfo o del fracaso de la revolución comunista. De esto se desprende la trascendencia de extraer exitosamente las enseñanzas del anterior ciclo revolucionario.

Es por ello que el Plan de Reconstitución debe desarrollarse en un doble sentido: ideológico y político. Primordialmente debemos atender las cuestiones que actualmente interesan al comunismo como concepción integral del mundo. Esta tarea ideológica guarda una relación indisoluble con su dimensión práctica, que no es otra cosa que el desarrollo de las conexiones políticas y organizativas entre la vanguardia con el objetivo de construir el referente marxista-leninista.

Dicho todo lo anterior, podemos decir que nuestra organización parte del reconocimiento de la crisis del comunismo a nivel mundial, situación que nos lleva a la ineludible tarea de bregar por la reconstitución ideológica del comunismo, mediante tres elementos fundamentales: la recolocación del marxismo como ideología de vanguardia en el seno del movimiento comunista; la praxis revolucionaria –unidad dialéctica de la teoría y la práctica en mutua transformación– como ruptura ideológica tanto con el teoricismo como con el practicismo que dominan en el movimiento comunista actual y, el Balance Crítico del Ciclo Revolucionario de Octubre como síntesis de toda la experiencia anterior de la lucha de clases que muestra el grado alcanzado real e históricamente por la lucha de clase del proletariado revolucionario. Sin embargo, todo esto que hemos expuesto hasta aquí representa, tan solo, el primer problema cardinal que nos plantea la revolución proletaria.

Nuestra organización está totalmente de acuerdo con lo planteado por el Partido Comunista del Perú (PCP) en torno a lo que ellos denominaron como los cuatro problemas cardinales de la Revolución Proletaria: primero, la necesidad del desarrollo del factor ideológico; segundo, la necesidad de la constitución del Partido Comunista como dirigente único del proceso revolucionario; tercero, la especificidad de la Guerra Popular en función de las condiciones histórico-concretas y, cuarto, la construcción de las bases de apoyo.

En este sentido, hemos hablado de la necesidad de la reconstitución ideológica del comunismo o, en palabras del PCP, del desarrollo del factor ideológico. Conviene detenernos un momento para exponer, aunque sea de manera breve y general, la experiencia del PCP en torno a la Revolución Proletaria, la cual consideramos acertada.

A principios de la década de los años sesenta del siglo XX, Abimael Guzmán organiza la Fracción Roja del Partido en la provincia peruana de Ayacucho con el plan de establecer la línea general e iniciar la Lucha de Dos Líneas al interior del PCP desde la perspectiva de “cercar las ciudades desde el campo” como solución a la polémica entre la vía pacífica o la vía armada para la conquista del poder político. Incluso, en una siguiente etapa de la lucha ideológica se discutirá si se debían cercar las ciudades desde el campo o ir de éstas hacia las zonas rurales. A mediados de los años sesenta, la línea de la Fracción Roja se ha impuesto hegemónica en gran parte del Partido. La dirección define comenzar el plan estratégico de Reconstituir el Partido para el impulso de la Guerra Popular y define la base de unidad partidaria desde el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tse-tung y retomar y desarrollar el camino de Mariátegui, perspectiva ideológica que evolucionará hasta el marxismo-leninismo-maoísmo-pensamiento Gonzalo:

«(…) la Fracción Roja, retomando posiciones de la necesidad de contar con un partido ideológicamente unido y orgánicamente centralizado, centra en el «heroico combatiente» planteándose la «Reconstitución del Partido». Esta se llevó adelante en tres períodos con su correspondiente estrategia política cada una: etapa 1) Determinación de la Reconstitución, se guió por «seguir el camino de cercar las ciudades desde el campo» como estrategia política; en este momento la cuestión era construir un Partido que dirigiera la lucha armada siguiendo ese camino, el problema campesino y de la tierra adquirían gran importancia y poner el peso del Partido en el campo era de trascendencia; además, la cuestión de la línea ideológica y política, como decisiva, se centró en «basarse en el pensamiento maotsetung», como se decía entonces y en «retomar a Mariátegui y desarrollarlo» (…) (5).

Una vez iniciado el proceso de Reconstitución del Partido y desarrollada la primera etapa, se inicia una segunda, caracterizada por un fuerte impulso a la Lucha de Dos Líneas contra el liquidacionismo de derecha –que pretendía llevar al Partido al legalismo– y también contra el liquidacionismo de izquierda –que intentó inmovilizar al Partido negando la importancia del trabajo con los campesinos y rechazaba la posibilidad del trabajo de masas apelando a que la violencia fascista no lo permitía–. Ambas tendencias fueron aplastadas. También en esta etapa el PCP profundiza su caracterización sobre el Perú y sobre la comprensión del capitalismo burocrático, herramienta clave para derrotar a la tendencia oportunista de ponerse a la cola de la burguesía nacional y del plan fascista-corporativo del reformista gobierno militar de Velasco. Además, situación de enorme importancia, «se deslindó sobre trabajo secreto y abierto y se desarrolló éste según el criterio leninista de puntos de apoyo para el trabajo de masas del Partido, así se pusieron en marcha los organismos generados desarrollando la ligazón partidaria de masas».

En 1977 se inicia la tercera y última fase donde se pone en marcha la culminación de la Reconstitución y sentar Bases de Apoyo para iniciar la lucha armada. Se trataba de construir en función de la lucha armada y la organización de Bases de Apoyo entre los campesinos. El partido entra en reorganización general para iniciar el proceso de lucha armada teniendo al campo como centro para establecer los cimientos de los tres instrumentos de la revolución: Partido, Ejército y Frente (Bases de Apoyo):

«El último período, 3) Culminación de la Reconstitución, se guió por la estrategia política de «Culminar y sentar bases», esto es culminar la Reconstitución y sentar bases para el inicio de la lucha armada. El camino recorrido planteó que el Partido entraba al término de su Reconstitución, en consecuencia había que hacer el balance de lo cumplido, definir y sancionar la línea política general, desarrollar la construcción nacional del Partido poniendo el peso del mismo en el campo, definir la concreción de la lucha armada y sentar bases para iniciar la lucha armada desarrollando el trabajo campesino. (…) manejando con firmeza y sagacidad la izquierda derrotó sucesivamente al oportunismo de derecha, otra modalidad revisionista opuesta en último término a la violencia revolucionaria, a la lucha armada, a la guerra popular, contrario a que el Partido cumpla su papel de luchar por la conquista del Poder para el proletariado y el pueblo, opuesto a que el proletariado avance en su misión histórica; la izquierda derrotó al oportunismo de derecha, contrario a Culminar, en abril 77, sancionando el plan nacional de construcción del Partido bajo la consigna de «Construir en función de la lucha armada»; volvió a derrotarlo contundentemente en setiembre 78 cuando se aprobó el «Balance de la Reconstitución», se sancionó la «Línea política general de Mariátegui y su desarrollo» y se estableció el «Esquema de la lucha armada». Y, finalmente, aplastó cabal y completamente a la línea oportunista de derecha en el IX Pleno del Comité Central Ampliado de mayo del 79, cuando bajo la consigna de «Definir y Decidir» se aprobó «Iniciar la lucha armada» terminando un largo capítulo de la historia del Partido e iniciando otro: había culminado la Reconstitución y se abría una nueva etapa, la de la lucha armada.” (6)

En 1979 el PCP había resuelto, en cuanto a su definición y a su encauzamiento organizativo, lo relativo a los cuatro problemas cardinales de la revolución. El Comité Central acordó el inicio de la Guerra Popular y, a partir de los organismos generados, se formaron cuadros militares y grupos de acción. Al año siguiente se da el Inicio de la Lucha Armada (ILA80) entrando en acción guerrillera los destacamentos y pelotones armados del Partido con la finalidad de abrir zonas donde serán instaladas las Bases de Apoyo y se organizaran las milicias populares. En este periodo la militarización del partido se vuelve tarea fundamental de acuerdo con la consigna del Presidente Gonzalo de desarrollar la militarización del Partido a través de acciones armadas. Así, la militarización del Partido da fundamento a la ley que establece que el Partido es la forma más alta de organización, el Ejército la forma principal y el Nuevo Poder la forma básica de organización de las masas armadas. En este sentido, la línea de masas del Partido consistirá, en los hechos, en pasar de masas desorganizadas a masas militarmente organizadas.

Durante los primeros años, la Guerra Popular se extenderá por el campo peruano, proliferando las Bases de Apoyo que se articulan sobre la milicia popular y el Comité Popular Clandestino. En 1983, el PCP decide crear el Ejército Guerrillero Popular a través de la incorporación de las milicias populares, lo que marcará la consolidación del mar armado de masas.

Durante diez años de Guerra Popular, el PCP creaba y consolidaba Nuevo Poder por toda la geografía peruana hasta alcanzar la fase militar de equilibrio estratégico. Así lo testificó la exitosa “II Campaña del Plan de Impulsar el Desarrollo de las Bases de Apoyo”. En perspectiva, sería la III Campaña de este Plan la que debería crear las condiciones para un Plan de Conquista del Poder. En este contexto, el Ejército Guerrillero Popular había alcanzado tal capacidad operativa que permitió al PCP desplazar el teatro de operaciones bélico del campo a la ciudad, planteándose de facto el problema estratégico de la insurrección como método de incorporación de las masas urbanas a la Guerra Popular, una forma especial de la guerra revolucionaria. Este fue el cenit del la Guerra Popular en el Perú. Empero, la contraofensiva reaccionaria que desplegó el gobierno golpista del execrable Alberto Fujimori, de mano del imperialismo estadounidense y sus órganos de inteligencia y represión, logró golpear a la dirección central del PCP en septiembre de 1992, situación que se tradujo en un grave retroceso de la Guerra Popular y marcó el declive de la revolución en el Perú.

La forma en que el PCP comprendió la ligazón dialéctica de los cuatro problemas cardinales de la revolución los colocó en la auténtica línea proletaria con la que siempre fue consecuente.

El primer problema, el de la ideología, es la gran perspectiva revolucionaria de cara a enfrentar la crisis actual de la derrota temporal del comunismo y su etapa de repliegue estratégico general que deberá someter a balance crítico las experiencias revolucionarias históricas por parte de la vanguardia en miras a establecer las bases de unidad partidaria a través de la Lucha de Dos Líneas. Esta noción de balance crítico no es un concepto explícito en el PCP; empero, muchos de sus textos remiten a la experiencia revolucionaria anterior a este esfuerzo revolucionario (7). Esta aportación universal los camaradas del antiguo Movimiento Anti-Imperialista (MAI) –hoy integrantes del CxR– la identifican y sistematizan de la siguiente manera:

«(…) el problema de la guía ideológica es, ahora mismo, a juicio del MAI, el eslabón de la cadena al que es preciso asirse para que la vanguardia no termine de perder totalmente el contacto con las necesidades de la revolución proletaria. Nos encontramos en la misma fase de construcción que enfrentó el Partido Comunista del Perú (PCP) hasta 1976, la fase de definición de las bases de unidad partidaria –por utilizar su mismo lenguaje–, con la salvedad de que las circunstancias históricas son muy diferentes. Ya no es posible ni suficiente enarbolar la bandera de alguna de las corrientes que poblaron el movimiento comunista internacional durante el ciclo revolucionario pasado. El MAI piensa que es preciso partir del Ciclo de Octubre como ciclo cerrado y de su necesario Balance como punto de arranque de la reconstitución ideológica y política del comunismo revolucionario. Ya no es posible ni suficiente transitar el mismo camino que recorrió el PCP y proclamar el maoísmo como guía ideológica y como base de unidad partidaria. La profunda crisis general que atraviesa el comunismo, junto a la crisis que, en particular, ha abierto el Partido Comunista de Nepal (maoísta) [PCN(m)] dentro de la corriente maoísta, lo impiden. Es falsa la tesis de que quien ha fracasado es el revisionismo. La derrota ha sido del marxismo y la victoria del revisionismo y de la burguesía. La otra interpretación supone cerrar los ojos ante la realidad. La liquidación del movimiento comunista y del socialismo es el mejor testimonio del verdadero vencedor. Por eso el comunismo revolucionario ha perdido su posición de vanguardia, que debe recuperar; pero ya no es suficiente con rememorar o recuperar el viejo discurso, ante el cual el revisionismo ha demostrado su superioridad y el capital su inmunidad: es precisa su reconstitución como teoría de vanguardia a la altura de las exigencias de toda la experiencia acumulada por la lucha del proletariado revolucionario. (8)

Es así que la guía ideológica debe estar en función de la revolución proletaria y, en particular, de la Guerra Popular y de la construcción del Nuevo Poder. En la correcta lógica del PCP –y también del MAI– la vanguardia debe garantizar la resituación del marxismo como teoría hegemónica con la finalidad de iniciar un nuevo ciclo de la Revolución Proletaria Mundial. En este contexto, otra aportación universal de la experiencia revolucionaria del PCP es el proceso de Reconstitución del Partido Comunista, como hemos observado.

Otro punto de carácter universal establecido por el PCP es en relación con el segundo problema cardinal de la revolución, el Partido Comunista. Para los comunistas peruanos el partido es resultado de la fusión de la vanguardia con el movimiento de masas. El PCP no es la organización de la vanguardia, mucho menos la organización del movimiento de masas, sino las dos cosas al mismo tiempo en tanto que es movimiento organizado desde la teoría de la vanguardia. La vanguardia generando movimiento a través de su línea de masas.

Para el PCP, el Partido Comunista es:

«un partido de nuevo tipo, un partido del proletariado, hoy diríamos un partido marxista-leninista-maoísta; un partido cuyo objetivo es conquistar el Poder y defenderlo, por lo cual está indesligablemente ligado a la guerra popular, ya sea para iniciarla, desarrollarla o librarla para defenderse; un partido sustentando en las masas ya sea por la propia guerra popular que es guerra de masas o del frente único que siendo frente de clases se basa en las masas mayoritarias. El Partido se desarrolla y cambia según las etapas de la revolución y los períodos que aquellas tengan; y el motor de su desarrollo es la contradicción concretada en su seno como lucha de dos líneas, entre línea proletaria y línea burguesa o no proletaria en general, en esencia y principalmente una lucha contra el revisionismo. Esto lleva a la importancia decisiva de la ideología en la vida partidaria y al desarrollo de campañas de rectificación que sirvan al mayor ajuste de todo el sistema de organizaciones partidarias y la militancia a las líneas ideológicas y políticas justas y correctas, en función del predominio de la línea proletaria y el mantenimiento de la dirección partidaria en sus férreas manos. El Partido sirve al establecimiento del Poder del proletariado, ya sea como clase dirigente de la Nueva Democracia y principalmente a la instauración de la dictadura del proletariado, su fortalecimiento y desarrollo para mediante revoluciones culturales conquistar la gran meta final, el comunismo; por eso el Partido tiene que llegar a dirigir todo omnímodamente.” (9)

Entonces, bajo esta óptica, podemos concluir que la Revolución Proletaria transita tres etapas claramente definidas: la constitución del proletariado* en Partido Comunista; el desarrollo de la Guerra Popular con la finalidad de conquistar el poder y la instauración de la Dictadura del Proletariado.

En efecto, en este momento nos encontramos en la primera etapa que nos obliga a la construcción de los dos primeros instrumentos de la revolución: la ideología y el Partido como objetivos inmediatos. Los demás objetivos, la Guerra Popular y la instauración del socialismo, deben ser considerados al momento de desarrollar la ideología y la constitución del partido; empero, no es posible implementar un plan de inicio de la Guerra Popular al margen de las condiciones concretas que se desprenderán de la constitución del proletariado en Partido Comunista (10).

Hasta aquí, creemos haber definido claramente los ejes centrales de la estrategia revolucionaria que enarbola nuestra organización; ahora corresponde exponer claramente el plan de esta primera fase –que es en la que nos encontramos actualmente– que defina con claridad los medios para culminarla exitosamente.

Regresamos con la compañeros del CxR quienes, en palabras del MAI, exponen de manera clara las etapas de la primera fase de la Revolución Proletaria, lo cual asumimos íntegramente como objetivos y tareas de nuestra organización:

«La primera fase de la revolución proletaria es la fase política. Su contenido consiste en la acumulación de fuerzas de la vanguardia de la clase desde la ideología revolucionaria, y su objetivo es la reconstitución del Partido Comunista. La segunda fase de la revolución proletaria es la fase militar, bajo la forma de Guerra Popular. Su contenido consiste en la acumulación de fuerzas de las masas de la clase, en la conquista de las masas para la ideología revolucionaria, y su objetivo es la construcción de Nuevo Poder sobre las masas armadas hasta la destrucción del Estado y la instauración de la Dictadura del Proletariado. Nos limitaremos a exponer los elementos de la primera fase en sus distintas etapas.

1ª Etapa. Defensiva política estratégica. Se trata de la recomposición (reconstitución) ideológica del comunismo revolucionario desde la lucha de dos líneas en torno al Balance del Ciclo de Octubre y en torno a la Línea General de la revolución proletaria, como aspecto principal, y lucha de clases ideológica contra todas la manifestaciones y formas de la concepción del mundo burguesa –incluidas las teorías de origen no marxista que pugnan por hegemonizar el movimiento obrero– desde el punto de vista de la reconstitución de la concepción del mundo independiente de la clase obrera y de su construcción como forma superior de la conciencia social, como aspecto complementario. Este tipo de lucha ideológica pasará a ser principal una vez reconstituido el Partido Comunista y una vez que, en virtud de ésta, el deslindamiento entre las clases y entre el campo de la revolución y de la contrarrevolución hayan quedado clarificados. La línea de masas, en esta etapa, se centra en el sector de la vanguardia cuyas preocupaciones alcanzan el nivel más elevado de las cuestiones relacionadas con la revolución, con las cuestiones que tocan la teoría revolucionaria como prerrequisito y condición del movimiento revolucionario (conciencia de clase para sí). Se trata del sector que denominamos vanguardia teórica. El carácter de las tareas políticas es fundamentalmente teórico (investigación y elaboración) y propagandístico (difusión entre el resto de los sectores de la vanguardia y entre las masas). Orgánicamente, toda esta labor irá cristalizando en la articulación de órganos centrales de dirección y propaganda y en la generación de los organismos necesarios para el cumplimiento de las tareas; en suma, se irá materializando en un incipiente movimiento de vanguardia prepartidario. Cuando el progreso en el cumplimiento de las tareas y en la construcción de ese movimiento de vanguardia sea suficiente, podrá iniciarse el paso a la siguiente etapa.

2ª Etapa. Equilibrio político estratégico. Se trata de la aplicación de los principios del comunismo revolucionario a las condiciones concretas de la revolución en el Estado español. La Línea General se transforma en Línea Política. El objetivo principal de la línea de masas sigue siendo la vanguardia teórica, pero ampliando su radio de acción, pues, en la medida que la teoría se va aplicando a problemas cada vez más cercanos, las cuestiones relacionadas con la transformación social reclaman el interés de un sector más amplio de la vanguardia. Sin embargo, como complemento, se inicia el contacto con lo que denominamos vanguardia práctica, con la parte de la vanguardia involucrada en los problemas inmediatos de las masas y en la organización y dirección de la lucha de resistencia económica (conciencia de clase en sí). Las tareas fundamentales siguen siendo teóricas (análisis de las relaciones de clase y tendencias económicas, sociales y políticas en la formación social española, sin dejar de profundizar en las cuestiones ideológicas de la reconstitución) y propagandísticas (defensa del comunismo y del socialismo y la Dictadura del Proletariado como objetivo inmediato de la revolución en el Estado español), aunque ya se inicia la generación de organismos para combatir la línea oportunista y conciliacionista en los frentes de resistencia.

3ª Etapa. Ofensiva política estratégica. Se trata de la traducción de la Línea Política en Programa. Es el último paso de la traslación de los principios revolucionarios hacia propuestas de acción revolucionaria. Las contradicciones sociales de la formación española se traducen en reivindicaciones revolucionarias en función de los problemas concretos que esas contradicciones producen; pero, no se trata de un programa mínimo reformista; en nuestra revolución sólo hay programa máximo: la Dictadura del Proletariado. El Programa comunista es la demostración teórica y práctica del principio de que sin el poder todo es ilusión, es la exposición –en virtud de las primeras experiencias de la vanguardia comunista en los frentes de masas y en virtud de las primeras experiencias de las masas en su contacto con la Línea Política comunista– de los medios políticos y organizativos que se requieren para alcanzar el objetivo del socialismo a condición de que sean las propias masas armadas quienes se organicen en Nuevo Poder para aplicarlo por sí mismas. En esta etapa, el destino de la línea de masas es la vanguardia práctica como objetivo principal. Generación de organismos en los frentes de masas y de fracciones rojas en los movimientos de masas que faciliten la vinculación política del movimiento de vanguardia comunista con el movimiento obrero práctico y el establecimiento de las bases que permitan la extensión de su influencia en el momento de culminación de la reconstitución del Partido Comunista y del paso a la fase militar del proceso y a la conquista de las masas hondas y profundas desde Guerra Popular. Lucha contra la tendencia derechista de transformar los organismos de base en frente sindical, que los desviaría de su cometido de ser organismos del Partido para la futura constitución de bases de apoyo para la Guerra Popular y que los encarrilaría por la vía reformista de las reivindicaciones económicas inmediatas y de la lucha por conquistas políticas democráticas. La incorporación de un sector de la vanguardia práctica al movimiento comunista y la consolidación organizativa de esta unificación entre vanguardia teórica y vanguardia práctica supondrá la plasmación real de la fusión leninista entre el socialismo científico y el movimiento obrero, entre la teoría y la práctica proletarias y, en definitiva, la culminación de la reconstitución del Partido Comunista. El Partido Comunista como movimiento político y el Programa comunista como primer referente político-ideológico para las masas expresan la posición de ofensiva política que la vanguardia proletaria ha alcanzado para la clase obrera. Inmediatamente, se inician los preparativos para el desarrollo de la política proletaria por otros medios, por la vía armada a través de la conquista de las masas mediante Guerra Popular en su primera etapa de defensiva militar estratégica.

Como ya se ha dicho, no es posible describir en lo concreto los elementos de esta nueva fase, ni las formas de los destacamentos armados del Partido, ni la forma de las bases de apoyo, ni de los métodos de organización de milicias populares, etc. Naturalmente, todo esto depende de las condiciones concretas de la lucha de clases, de las formas específicas como haya tomado cuerpo la unidad del movimiento de vanguardia con el movimiento práctico y de la experiencia acumulada durante la fase de reconstitución, principalmente en su tercera etapa.” (11)

Para finalizar, cabe expresar con claridad cuál es la línea de masas que adoptamos en la etapa en que nos encontramos.

Desde la perspectiva leninista la Revolución es un proceso que se desarrolla a través de etapas sucesivas, de manera resumida tenemos: primero, se constituye el Partido Comunista; segundo, se lucha por ganar a las grandes masas para la conquista del poder y, tercero, se conquista el poder y se instaura la Dictadura del Proletariado. Sin embargo, la concepción dogmática y esquemática de estas etapas sucesivas, históricamente ha desencadenado serios errores pues la constitución del Partido Comunista se comprende como un acto político burocrático donde participa exclusivamente la vanguardia. Incluso, en México, se ha llegado al caso extremo de que algún grupo de la vanguardia convoca –incluso mediante correo electrónico– a otros colectivos ubicados como parte de esa vanguardia dispersa para que se reúnan con la finalidad de formar el Partido; de allí se comprende que existan más de media docena de organizaciones que se presentan como el “Partido Comunista” en México. Acto seguido, una vez cumplido el trámite protocolario de la conformación del “Partido”, se decantan a desarrollar la siguiente etapa, esto es, a intentar preparar a las grandes masas para una supuesta “toma del poder”. Esto conduce a graves problemas de construcción, pues se confunden las tareas de las dos primeras fases entendiéndose como si fuese una sola. La unificación de la vanguardia en una organización implica que la ideología ya está plenamente asumida y que la vanguardia se ha ganado para la revolución. En este sentido, el resultado invariable es que la ideología deja de ser el elemento fundamental de la Constitución o Reconstitución del Partido.

«En la etapa de Reconstitución, las masas no son, en resumen, la mayoría de la clase, sus sectores más extensos y profundos, sino su sector más avanzado en cuanto es exponente de la lucha de clase contra la burguesía, la lucha que desarrolla la clase como tal clase. Para reconstituir el Partido, la ideología, a través de quienes la portan –en este caso quienes actúan como vanguardia– deben conseguir que esas masas experimenten un cambio en el estado de su conciencia. De esta manera, se consigue la síntesis en Partido Comunista, por cuanto la vanguardia ideológica pasa a integrarse en la clase –y por lo tanto, la ideología revolucionaria se hace parte constitutiva de la clase–, por un lado, y por cuanto, por otro, el sector más avanzado de las masas transforma su conciencia en conciencia revolucionaria.” (12)

Para nuestra organización, la línea de masas en la presente etapa de Constititución o Reconstitución consiste precisamente en centrarse en el sector de vanguardia marxista-leninista disperso y ganarlo para el comunismo y la Revolución Proletaria; o sea, la línea de masas revolucionaria en esta fase consiste en que la vanguardia ideológica debe saber ligarse al resto de la vanguardia para avanzar en las tareas de la etapa de defensiva política estratégica en que nos encontramos. Este es otro elemento que nos distingue del grueso de organizaciones del movimiento comunista en México.

Desde una perspectiva ideológica, ¿cómo se define la ULP? A la vez, ¿a qué organización internacional comunista pertenece la ULP considerando que el internacionalismo proletario es una cuestión cardinal de la práctica revolucionaria? ¿Cómo lo ejercen?

Formalmente, la Unión de Lucha Proletaria se define ideológicamente como una organización marxista-leninista. Sin embargo, nosotros comprendemos honestamente que nuestro colectivo no está cerca aún de ser un organismo político proletario cualitativamente superior. Nos consideramos más bien como una suma de voluntades donde las aptitudes y voluntades individuales tienen todavía un mayor relieve. Esto no lo consideramos una debilidad o deficiencia, sino como parte del arduo proceso de bregar por la reconstitución ideológica del comunismo. Es por ello que al interior de nuestra organización la construcción de cuadros se convierte en una tarea prioritaria. En este sentido, hacemos nuestras las concepciones vertidas a este respecto por el documento fundamental de la Línea de Reconstitución (LR), La nueva orientación en el camino de la reconstitución del Partido Comunista, elaborado por los camaradas del Comité por la Reconstitución (CxR):

«(…) en la etapa de Reconstitución la formación del miembro de vanguardia, del dirigente proletario o del cuadro comunista, resulta crucial como pilar básico del destacamento de vanguardia marxista-leninista. En tanto que este destacamento no constituye aún el organismo político proletario cualitativamente superior, como colectivo es todavía en gran parte suma de voluntades, y, por tanto, la actitud y la aptitud individuales adquieren el mayor relieve. La transformación de la voluntad comunista individual en conciencia revolucionaria se convierte en una de las tareas más importantes y apremiantes para el fortalecimiento de la vanguardia marxista-leninista y para el éxito de su lucha por la reconquista de la posición de vanguardia ideológica del proletariado” (13)

Este enunciado de la LR es lo que ha orientado nuestras tareas formativas, vigilantes siempre de mantener alejado el estilo de trabajo revisionista y la línea sindicalista, pues consideramos efectivamente que la formación de cuadros es vital en el quehacer de la reconstitución de la ideología proletaria, centrándonos cuidadosamente en el estado actual de la vanguardia marxista-leninista y los requerimientos que debe cumplir como portadora y defensora de la teoría de vanguardia.

Pasando a la siguiente parte de la pregunta, nosotros no pertenecemos a organización comunista internacional alguna, pues consideramos que en este momento histórico de derrota del Movimiento Comunista Internacional y de hegemonía del revisionismo, ningún llamado a formar “frentes de lucha” o “conferencias internacionales” puede responder objetivamente a las necesidades más apremiantes de la Revolución Proletaria Mundial y que a la sazón es la reconstitución ideológica del comunismo. Así, los referentes internacionales existentes han resultado totalmente inoperantes para impulsar a nivel internacional el relanzamiento de un nuevo y superior ciclo revolucionario. Así, terminan diluidas, marginadas y fracturadas organizativamente; cediendo la iniciativa a la socialdemocracia legal y electorera y, en muchas ocasiones, terminando a la cola de ésta.

En este sentido, consideramos que nuestra vocación internacionalista debe circunscribirse, en este momento, a cumplir cabalmente las tareas de la reconstitución de la ideología del proletariado, pues estamos convencidos de la justeza de los planteamientos de la LR, consideramos que su impulso consciente deberá reportar consecuencias histórico-universales en la práctica revolucionaria del proletariado. Como hemos explicado anteriormente, la culminación de la constitución o reconstitución del Partido Comunista supone la consolidación organizativa de la unificación entre la vanguardia teórica y vanguardia práctica lo que plasmará realmente la fusión entre el socialismo científico y el movimiento obrero, entre la teoría y la práctica proletarias. Así, será el Programa comunista el primer referente político-ideológico de las masas proletarias. Pero el programa revolucionario del proletario apela a todos los oprimidos del mundo confirmando que su naturaleza es internacional e internacionalista.

1 Los documentos fundamentales de la Línea de Reconstitución se encuentran en: https://www.reconstitucion.net/ 

2 ¿Por qué hablamos de Constitución y no de Reconstitución del Partido Comunista en nuestro contexto?: “En 1919 nació la sección mexicana de la Internacional Comunista, bajo los mejores auspicios. El partido comunista recogía, al nacer, las mejores tradiciones revolucionarias del magonismo, de la Casa del Obrero Mundial, de los batallones rojos, de la CGT y de los campesinos zapatistas. Representaba en ese sentido una real superación histórica de la revolución mexicana de 1910. Ningunas condiciones más propicias para un partido que, conforme a una estricta lógica histórica, debía llegar a ser, sin duda, el “partido político de la clase obrera” (…) Las masas observaron, primero con interés y luego con júbilo, a este nuevo partido que les llenaba de esperanza y que en efecto, en un lapso relativamente breve, se convirtió en un partido poderoso y casi decisivo para la vida política del país. Aquí cabe hacernos la pregunta: ¿El PCM era ya, había llegado a ser el “partido político de la clase obrera”? La respuesta es negativa. Ni el partido ni sus dirigentes se habían preocupado por analizar a la revolución de la cual habían nacido, la revolución que había hecho posible su existencia y, de esta manera, aceptaban sin protesta la propia caracterización que la pequeña burguesía y burguesía en el poder hacían de la revolución mexicana como una revolución “socialista”, que hasta “emparentaba” muy seriamente con la revolución rusa de octubre. Dejándose engañar oportunistamente, el partido comunista no pudo llegar a ser (…) el partido de la clase obrera, pero sí se convirtió, en cambio, en el partido del ala más radical de la pequeña burguesía revolucionaria, y al servicio de ésta puso a las masas que lo seguían.” (Revueltas, J. El problema de la vanguardia proletaria y la “unificación” del marxismo en México. Editorial Era, México, 2020). En el Estado mexicano no partimos de la reconstitución del PC, sino de su constitución, producto de la inexistencia histórica del partido de la clase obrera. Su nacimiento y desarrollo histórico demuestran su incapacidad de principio a fin por convertirse realmente en la herramienta del proletariado para desatar su lucha revolucionaria. Por el contrario, el PCM se mantuvo postrado ante los intereses de la burguesía –en mayor medida de la burguesía nacional–, respondiendo continuamente al llamado del Estado mexicano, encuadrándose dentro de las coyunturas delimitadas por la burguesía, dejando al proletariado sin cabeza, sin vanguardia revolucionaria, sin independencia ideológica. “En México se produce un fenómeno del que difícilmente puede darse un paralelo en ningún otro país del mundo contemporáneo. Este fenómeno consiste en que la conciencia de la clase obrera ha permanecido enajenada a ideologías extrañas a su clase, y en particular a la ideología democrático-burguesa, desde hace más de cincuenta años, sin que hasta la fecha haya podido conquistar su independencia. O sea, su enajenación ha terminado por convertirse en una enajenación histórica. Esto quiere decir que aun aquello que aparece en México como ideología proletaria no constituye otra cosa que una deformación de la conciencia obrera, una variante sui generis de la ideología democrático-burguesa dominante. De tiempo en tiempo, y bajo la presión de las condiciones objetivas, algunos sectores de la clase obrera reaccionan, casi nada más por puro instinto, y libran luchas independientes que, o bien son aplastadas brutalmente por el aparato represivo del Estado, o bien devienen en movimientos que la burguesía en el poder termina por capitalizar mediante un audaz soborno de la propia clase obrera, colocándose de hecho al frente de los mismos a través de la presión del Estado sobre los patrones, de tal suerte que el gobierno de la burguesía aparece a la postre como el gobierno “obrerista” que defiende los intereses de las “masas trabajadoras”. La clase obrera mexicana, de este modo, se proyecta en la historia de los últimos cincuenta años del país como un proletariado sin cabeza, o que tiene sobre sus hombros una cabeza que no es la suya.” (Revueltas, J. Ensayo sobre un proletariado sin cabeza. Editorial Era, México, 2020). A la luz de lo anterior, no ha existido, ni existe aún, partido alguno en el Estado mexicano que constituya verdaderamente la vanguardia revolucionaria de la clase obrera. Por ello, insistimos, en nuestro contexto partimos de la necesidad por constituir el PC. 

3 El Balance del Ciclo de Octubre representa la armonización de nuestros conocimientos como comunistas con el grado alcanzado real e históricamente por la lucha de clase revolucionaria del proletariado. El marxismo se desarrolla a través de estos balances periódicos, que representan esa síntesis teórica de una práctica revolucionaria previa. El Balance integral del primer Ciclo histórico de la Revolución Proletaria Mundial (RPM) es imprescindible para “elevarse teóricamente hasta la comprensión del conjunto de movimiento histórico” y tener “clara la visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario” [Marx, Engels. Obras escogidas, tomo I, pp. 29 y 32], como exigían Marx y Engels a los comunistas y componentes de la vanguardia proletaria. Ver: Movimiento Anti Imperialista (MAI), Alrededor de la ciencia y la praxis revolucionaria, abril de 2013, pp. 17 y ss.

4 PCR, La Forja, núm. 22, junio de 2000, p. 4. Consulta en línea: http://pcree.net/LF22/Indicelf22.htm

5 Partido Comunista del Perú (1986), “Desarrollar la Guerra Popular sirviendo a la Revolución Proletaria Mundial”, en Unión de Lucha Proletaria (compilador), La Guerra Popular a través de documentos y comunicados del Partido Comunista del Perú (1968-1992), [en línea], México, 2021, p. 231. Consulta en línea: https://unionluchaproletaria.files.wordpress.com/2021/05/pcp_la-guerra-popular-a-traves-de-documentos-y-comunicados-del-partido-comunista-del-peru.pdf

6 Íbid, p. 232.

7 Como ejemplo, pueden consultarse los textos: América Latina: Guerra Popular, de mayo de 1970; Retomemos a Mariátegui y Reconstituyamos su partido, de octubre de 1975; Desarrollar la Guerra Popular sirviendo a la Revolución Proletaria Mundial, de agosto de 1986, entre otros; escritos por el Partido Comunista del Perú y contenidos en: Unión de Lucha Proletaria (compilador), La Guerra Popular a través de documentos y comunicados del Partido Comunista del Perú (1968-1992), [en línea], México, 2021. Consulta en línea: https://unionluchaproletaria.files.wordpress.com/2021/05/pcp_la-guerra-popular-a-traves-de-documentos-y-comunicados-del-partido-comunista-del-peru.pdf

8 Movimiento Anti-Imperialista (2007), El debate cautivo. Carta abierta a Kimetz y al resto de la vanguardia revolucionaria del Estado Español, Estado Español, p. 15-16 Consulta en línea: https://www.reconstitucion.net/Documentos/Fundamentales/El_debate_cautivo.pdf 

9 Partido Comunista del Perú (1988), “Documentos fundamentales”, en Unión de Lucha Proletaria (compilador), op.cit., p. 523.

(*) Como lo hemos expresado con anterioridad, hacemos referencia a la “Constitución del Partido Comunista” y no “Reconstitución”, porque consideramos que en México jamás ha existido un auténtico Partido de nuevo tipo; o sea, partimos de la idea de la inexistencia histórica del Partido Comunista, de allí la necesidad su constitución.

10 «La Guerra Popular es ley e instrumento estratégico, pero sólo puede hablarse de ella como línea política desde lo concreto, desde la forma que adopta en función de las condiciones específicas dadas por el proceso revolucionario». Movimiento Anti-Imperialista (2007), El debate cautivo…, op.cit. pp. 57-58.

11 Íbid. pp. 58-59

12 PCR, Tesis de Reconstitución del Partido Comunista. Consulta en Línea: https://www.reconstitucion.net/index.php?id=15

13 PCR, La nueva orientación en el camino de la reconstitución del Partido Comunista, publicado en https://www.reconstitucion.net en dos partes: https://www.reconstitucion.net/Documentos/Fundamentales/Nueva_Orientacion_I.html#cap9_NO y https://www.reconstitucion.net/Documentos/Fundamentales/Nueva_Orientacion_II.html (Subrayado nuestro)

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