PLEBISCITO CHILE. EL FRACASO DE LA SALIDA BURGUESA A LA CRISIS
Ya realizado el segundo plebiscito donde se suponía que se tendría una nueva constitución, arrojó que nuevamente y por segunda vez consecutiva, la propuesta constitucional fue rechazada. Si en el primer plebiscito donde se sometió al escrutinio la propuesta constitucional progresista, esta fue rechazada por el 61,89% equivalente a 7.891.415 votantes el 2022, en el segundo intento por aprobar una nueva constitución, esta vez una propuesta conservadora, fue rechazada por el 55.76% equivalente a 6.894.287 votantes este diciembre del 2023 donde las fuerzas progresistas en este último plebiscito obtuvieron aproximadamente 1 millón de votos menos en comparación con el plebiscito anterior donde ganó el rechazo.
Esta seguidilla plebiscitaria impuesta por el conjunto de la clase política, desde el Partido Comunista hasta el Partido Republicano, ha mostrado un rotundo fracaso por parte de esta en su intento de imponer una salida institucional, constitucional a la profunda crisis del capitalismo, de su democracia burguesa como consecuencia también del altísimo rechazo o repudio hacia la clase política que alcanza hoy un 99%. Es también un rotundo fracaso porque después de cuatro años de circo constitucional se ha terminado en el mismo punto desde el cual se comenzó, es decir, se ha terminado sin una nueva constitución y con la constitución de Pinochet-Lagos aún vigente. Desde esta perspectiva ni las fuerzas progresistas ni las fuerzas fascistas pueden celebrar. Ambos han sido derrotados y la crisis continúa.
¿Por qué es posible que nadie gane y que ambos textos propuestos hayan sido rechazados?
Ninguno de los sectores políticos puede celebrar por cuanto la salida constitucional a la crisis no ha dado el o los frutos esperados. Es más, ha causado un hastío contra la clase política, de su incapacidad política, por su inoperancia para resolver los problemas que aquejan al conjunto de la clase trabajadora a diario.
Ambos textos fueron rechazados porque ninguno de ellos representó los intereses de la clase trabajadora la cual ni siquiera fue mencionada en ninguno de los textos. Porque ambos textos propuestos protegían los intereses de la clase patronal donde el capitalismo-neoliberal, los tratados de libre comercio ni siquiera fue tocado ni siquiera por un pétalo de una rosa. Fueron rechazados porque ambas propuestas constitucionales expresaban en lo fundamental la continuidad del actual sistema de dominación y consolidación.
La clase política se unifica desde el Partido Comunista hasta el Partido Republicano en defensa del sistema de dominación
Una vez terminado el circo plebiscitario y conocidos los resultados, el conjunto de los partidos salieron a señalar que con este último plebiscito se cerraba y se terminaba con la idea de generar un nuevo texto constitucional y que ahora de lo que se trata es de lograr la estabilidad del sistema de dominación, terminar con la incertidumbre que este ha generado y obviamente continuar con los buenos negocios para el gran empresariado.
Lo increíble de esta decisión transversal es que después de haber machado durante cuatro años e impuesto la salida constitucional, el conjunto de los partidos ha enterrado la soberanía del pueblo que tanto mencionaron, es decir, han cancelado el debate constitucional sin tomar en cuenta de ninguna forma la voz del pueblo, del soberano. Ellos nuevamente deciden por sí y ante sí cuando comienza y cuando termina el debate constitucional y no el soberano. En otras palabras, se olvidaron por completo de lo ocurrido el 2019 con el alzamiento popular y los más seguro es que nunca han tenido la intención de comprender en profundidad lo que significó ese alzamiento, no les interesa.
Ya gran parte de los dirigentes sistémicos están levantando la idea de generar un Gran Acuerdo Nacional otro más en la larga lista de acuerdos nacionales que aparecen cada vez que el bloque en el poder pretende afianzar el sistema e imponerle a la clase trabajadora nuevas condiciones muchos más drásticas para continuar con la explotación. Así, los acuerdos nacionales son otra expresión de lo que en el plano económico se llaman “los ajustes” que vienen de la mano del FMI. Esta vez estos acuerdos nacionales vienen con la misma lógica, pero en el plano político, y también desde alguna metrópoli que digita lo que debe y no debe ocurrir en estas tierras sometidas.
La última carta de la clase dominante ante este fracaso
Ante la ausencia de una propuesta hegemónica al interior del bloque de poder dominante y ante el rechazo absoluto hacia la clase dominante, la única alternativa que le queda al conjunto dominante es la represión, es endurecer aún más las leyes represivas y aumentar el discurso destinado a criminalizar la protesta social y fortalecer la idea de enemigo interno que se ha venido construyendo entre todas las facciones burguesas. Para ello el discurso en pro de la seguridad pública, antidelincuencial servirá como caballito de batalla.
El discurso represivo será más fácil para su instalación y avance ya que el gobierno de Boric ha terminado por bajar todos los elementos de su programa inicial, originario y ha perdido casi por completo la iniciativa política quedando a merced y sometido a la voluntad de la derecha fascista en una suerte de co-gobierno.
Esta incapacidad manifiesta del progresismo se da también en un contexto que los partidos integrantes del Frente Amplio (Revolución Democrática, Convergencia Social y Comunes) han estado envueltos en casos de corrupción, en su mayoría, y no han logrado superar la votación escuálida y marginal en cada una de las elecciones como tampoco han podido superar la mínima participación de su militancia en cada una de las elecciones internas. Algo similar ocurre con los partidos de Socialismo Democrático (partidos Socialista, Por la Democracia, Radical y Liberal).
El caso del Partido Comunista es tanto o más patético aún. En todo el viraje estratégico iniciado por el PC a fines del 80s poco y nada queda en él de un discurso de izquierda clásico-reformista. El PC ha girado cada vez más hacia la derecha, hacia posiciones socialdemócratas y totalmente entreguistas y liquidacionistas finales. Avanza sostenidamente hacia su fin en lo que se refiere o se entiende la función y contenido de lo que debería ser un partido comunista incluso desde la perspectiva revisionistas rusa de los años 60s. Nada de eso queda. Se ha producido un vaciamiento de todo vestigio del marxismo-leninismo siendo ahora otros los referentes y categorías que usa este partido y alejado de la ideología y práctica revolucionaria.
Este cuadro patético del progresismo deja la clase trabajadora y al pueblo huérfano de un referente que sea capaz de interpretarlos y de ser un espacio efectivo para la defensa y lucha de sus intereses y demandas. Esto ha llevado a la proliferación de colectivos políticos-sociales autónomos, a una mayor fragmentación o dispersión y de la valoración del trabajo territorial sin que ello vaya en la dirección de la construcción de un Estado Mayor del Pueblo que sirva como dirección de lucha contra la clase política pero esencialmente contra el sistema en su conjunto.
Terminado el circo se vuelve a la realidad, pero ¿qué viene ahora?
El conjunto del bloque en el poder se ha quedado sin discurso y propuesta ante la crisis actual que vive el conjunto del sistema de dominación. Se ha quedado sin estrategia.
El circo constitucional sólo ha servido para que el rechazo al conjunto de la clase política haya aumentado desde el 97% a el 99%. Es decir, el circo constitucional no logró reducir ese rechazo, no logró revalidar al bloque de poder dominante como articulador, gestor efectivo para solucionar los problemas profundos que aquejan a la clase trabajadora y al pueblo.
Ahora todos los partidos del bloque en el poder defenderán la constitución de Pinochet-Lagos como propia desde el Partido Comunista hasta el Partido Republicano.
Terminado el circo constitucional, los partidos sistémicos ya no tendrán excusa alguna para no realizar los cambios estructurales, cumplir con las demandas y exigencias que aparecieron durante el 2019 en el contexto del alzamiento popular.
Ese cumplimiento de las demandas populares sólo puede venir desde la movilización nacional radical, desde la huelga general como instrumento de lucha y presión. Nada que beneficie a los trabajadores y pueblos podrá salir del parlamento, desde el gobierno ni menos desde el conjunto de la clase política. Las conquistas de las demandas deberán ser impuestas y arrebatadas desde la lucha frontal contra un sistema que sólo causa hambruna, opresión y miseria para la mayoría y opulencia para una minoría parasitaria.
La lucha popular deberá tener como objetivo denunciar a los cuatro vientos el acuerdo nacional en marcha, la negociación entre cuatro paredes y la nueva cocina que se encuentra a todo vapor en alguna mansión de algún oligarca. Es la hora del pueblo nuevamente. Recuperar las calles, copar las avenidas, trabajar para un paro nacional productivo, frenar la represión patronal es de primer orden como también lo es combatir con igual fuerza a los sectores oportunistas y vacilantes que desde el interior del pueblo y de la clase trabajan en función de confundir a los trabajadores, bajar las luchas populares e imponer la conciiación de clase detrás de un sector burgués que ellos definen como de avanzada.
Retomar la lucha desde la independencia de clase y desde la autonomía, impulsando desde la base procesos de convergencia del campo popular resulta indispensable. Levantar todas las demandas que emergieron durante la revuelta popular del 2019 constituye de alguna forma el programa de los explotados para este período.
- El fin de las AFPs.
- Sueldos y pensiones dignos.
- Fin al Código del Trabajo. Renacionalización del Cobre.
- Nacionalización de los recursos mineros y del agua.
- Nacionalización de los recursos pesqueros.
- Nacionalización y recuperación de los bosques y medio ambiente.
- Basta de extractivismo y depredación del medio ambiente.
- Fin al capitalismo-neoliberal. Fin a las listas de espera en salud.
- Por una salud y educación al servicio de la clase trabajadora y del pueblo.
- Fin a la usura de la banca.
- Por una política habitacional al servicio de la familia trabajadora
- Fin a los tratados de libre comercio
- Por la autodeterminación del Pueblo Mapuche.
- Libertad a todos los presos políticos.
- Fin al terrorismo policial, de estado.
- Recuperación y ejercicio efectivo de nuestra soberanía e independencia.
Todos estos elementos, estas banderas de lucha van en contra de los 11 Pilares del Neoliberalismo que son los pilares que en buenas cuentas tienen las vidas de los trabajadores, de las familias atadas a un presente y futuro de miseria. Estos 11 Pilares no se terminan con un cambio constitucional ni menos seguir siendo vagón de cola de la clase política e hipotecando nuestra soberanía o poder decisión. Es contra los 11Pilares que se debe luchar y hacia ello a lo que hay apuntar como bien pueden ser estas las banderas que permita separar aguas en forma definitiva con los vacilantes y oportunistas como con quienes han tenido el poder en sus manos.
Para sguir leyendo y recordar
11 Pilares del Neoliberalismo en Chile