
NI LA BURGUESÍA NI EL CAPITALISMO SOLUCIONAN LOS PROBLEMAS DE LOS TRABAJADORES
El capitalismo imperialista, en todas partes del mundo, cruje, muestra sus contradicciones y se vuelve cada vez más represivo, más militarista y proclive a las guerras como único medio para mantener el control y el poder. El imperialismo aparece como el problema fundamental, central de los pueblos y del proletariado también de la mano del neocolonialismo.
Los capitalistas han sido hábiles para crear a sus defensores para cada ocasión. Han levantado dos discursos con el mismo objetivo: mantener el poder de las oligarquías-burguesías y seguir imponiendo las leyes de hierro del capitalismo en todas las latitudes. En ese imponer fascistas y progresistas se toman de la mano y se unen contra los pueblos en luchas, contra los trabajadores desde sus estrategias contrainsurgentes, genocidas. Perfeccionan el Derecho Penal del Enemigo, promulgan nuevas leyes antiterroristas y represivas todas las cuales tienen como objetivo criminalizar y encarcelar a quienes protestas, se alzan contra las injusticias y contra quienes, al igual que David, se deciden en combatir contra el Goliat Capitalista con una honda como su única arma. Con ello destruyen su propio derecho burgués que tanto defendieron en tiempos pasados. Ya no les sirve. Ya enterraron la falsa separación de poderes, el debido proceso, la presunción de inocencia, la igualdad ante la ley y toda esa monserga burguesa. Crean los preceptos del nuevo derecho penal del enemigo según sus necesidades contrainsurgentes. El nuevo derecho penal nace como necesidad contrainsurgente y como una necesidad meramente jurídica. Los juicios contra los luchadores sociales, contra los combatientes y revolucionarios dejaron de ser jurídicos y son juicios políticos.
En todo este contexto vuelven a aparecer en forma más patética aun, más que antes, las elecciones presidenciales en algunos países latinoamericanos neocolonizados. La elite, la política oficial, la clase dominante le vuelve a imponer la falsa idea, a los explotados, que deben elegir entre un candidato de extrema derecha, fascista, y uno progresista o nueva derecha. Lo que dicen es que ambos representan facciones de la misma clase dominante y de sus intereses capitalistas. Lo que no dicen es que cada una de estas facciones se alinea con los polos imperialistas en disputa en este Nuevo Orden Imperialista que puja por nacer. Tratan de validar el sistema explotador, represor, opresor y contrainsurgente con aquello de las elecciones «libres», con la democracia burguesa que a esta altura se muestra decadentes, corrupta, desprestigiada e inservible como ha sido siempre. Si nunca las elecciones burguesas han servido a los pueblos, al proletariado para solucionar los problemas centrales en el actual momento histórico menos y es aquí cuando los pueblos y trabajadores deben buscar sus propias alternativas organizativas, de organización y de poder que vaya en la dirección de destruir el actual orden de explotación, dominación, opresión, represión y de contrainsurgencia. Con tanta matanza obrera y campesina que se han realizado a lo largo de nuestra historia, los pueblo ya han perdido hace mucho su «ingenuidad» para seguir creyendo en los cantos y fábulas de las democracia burguesa.
Con todo los problemas del proletariado y de los pueblos generados dentro del capitalismo, por los capitalistas y burgueses no se pueden solucionar dentro del capitalismo mismo ni dentro de los márgenes de la democracia burguesa como tampoco desde el derecho burgués ni desde su Estado. Los problemas del proletariado, de los pueblos pobres del mundo lo deben solucionar el proletariado y los pueblos mismos desde sus propias concepciones y fuerzas trenzadas en luchas y desde fuera de las concepciones y herramientas burguesas y capitalistas. Nada bueno podrán conseguir los trabajadores y los pueblos desde dentro del sistema mismo que los somete y esclaviza.