CHILE. EL SOCIALISMO DEMOCRÁTICO HIEDE A CAPITALISMO Y CORRUPCIÓN
El progresismo en Chile, como a nivel mundial, hace agua. Si su trayectoria significó el abandono del antiguo programa socialdemócrata para abrazar la Tercera Vía, y los antiguos partidos comunistas abandonando el marxismo-leninismo para abrazar el eurocomunismo para luego simplemente ingresar a la socialdemocracia, la misma crisis capitalista y el inhumanismo del mismo hizo que la nueva generación de socialdemócratas se presentase como rebeldes e “insolentes” con sus padres. Ahí apareció Podemos (España), Syriza (Grecia) y un sinfín de frenteamplismo en América Latina Desde la metrópoli, Berni Sanders impulsó la Internacional Progresista otra forma, o la misma forma, de la socialdemocracia. Lo que cuentan estos vende ilusiones es que son también socialistas o socialdemócratas quienes dirigen instituciones genocidas como el Fondo Monetario Internacional que le impone los famosos ajustes de saqueo a las naciones y pueblos subdesarrollados. Tampoco dicen que la socialdemocracia ha sido fundamental en el apoyo de la estrategia belicista, militarista del imperialismo que ha sembrado África, Asia y América Latina de guerras y muertes. Con el derrumbe del socialismo de primera generación, el mundo más humano prometido por los capitalistas se ha develado como un mundo, una humanidad cada vez más en peligro de su colapso y extinción. Los socialdemócratas, los capitalistas, no tiene nada bueno que mostrar ni triunfos que exhibir. El capitalismo sigue siendo el causante de todos nuestros males y el enemigo de la humanidad, de todas las formas de vidas junto al imperialismo. Han caotizado el mundo, las relaciones humanas, la naturaleza, todo.
El caso de Chile, en relación con los socialdemócratas, no es muy diferente al derrotero seguido por estos a nivel mundial con el agravante que estos se han dedicado a fortalecer, prolongar y perfeccionar el capitalismo de guerra (neoliberalismo) nacido desde las estrategias contrainsurgentes, los crímenes contra la humanidad, el terrorismo de estado y la violación a los derechos fundamentales. La visión nacida desde la Doctrina de Seguridad Nacional, de los Conflictos de Baja intensidad, de la construcción del Enemigo Interno fue asumido en su totalidad por los socialistas democráticos desde el término formal de la dictadura militar-burguesa encabezado en los hechos por Pinochet.
La alianza entre el socialcristianismo y la socialdemocracia permitió la conformación de la Concertación, la misma que se doblegó, por opción y convicción, ante las transnacionales, ante el gran capital, ante el Comando Sur de los Estados Unidos, ante el Pentágono, el Departamento de Estado y la CIA como también ante la Unión Europea. Altos funcionarios chilenos socialdemócratas integraron las altas esperas del FMI, el Consejo de Seguridad de la ONU, y otras. Son los mismos que sembraron Chile de zonas de sacrificios, que impulsaron decenas de tratados de libre comercio y que han desarrollado el mayor desastre ecológico en la historia donde el 50% de la población vive bajo emergencia hídrica y en sequía o saqueo del agua. Son estos socialistas democráticos los que han aumentado la concentración de la riqueza del 1% más rico que se apropia del casi 50% de las riquezas y donde el 10% más rico de Chile se apropia del 80% de las riquezas anuales. Son los mismos que rescataron a Pinochet de la justicia internacional y los mismos que han continuado con la guerra soterrada, a veces, contra el Pueblo-Nación Mapuche en defensa de los intereses del capital transnacional. Son los mismos los que han desarrollado una política injerencista afín a la Doctrina Monroe en procesos populares en América Latina. Han sido serviles de las políticas imperialistas.
La revuelta de los trabajadores del 2019, el estallido social, significó la mayor de las críticas de todo lo obrado por las socialistas democráticas y los socialcristianos, la Concertación, en comunión con la derecha fascista histórica. Fue el pueblo el que masivamente rechazo esa forma de concebir el poder, la democracia, la economía, el desarrollo etc. Fueron millones los que coparon las calles del país por cinco meses y fueron miles los que ejercieron la violencia popular arrasando con todo lo que representara al poder. La respuesta del bloque en el poder, fascistas y progresistas unidos fue el mayor ejercicio del terrorismo de estado ocurrido bajo un gobierno civil y apoyado por toda la clase política que se atrinchero en defensa de sus intereses bastardos y de clase.
En este contexto, el progresismo se presentó como la nueva solución a todos los problemas del pueblo y de los trabajadores sin decir que la solución que ellos proponían era desde el capitalismo y desde la democracia burguesa ambos elementos que la revuelta del 2019 había rechazado. Progresismo y gatopardismo ya son sinónimos. El fracaso del gobierno de Boric ante las demandas populares es evidente. El progresismo se queda sin legitimidad ante los explotados, ante los miserables. Son más quienes desconfían de él, quienes lo rechazan que quienes los apoyan.
Ante ese desastre y ante ahondamiento de la crisis del capitalismo que permitió la revuelta del 2019, el socialismo democrático pretende levantarse como una respuesta rebelde ante las injusticias.
Al leer su manifiesto se constata que no quieren asumir la realidad. Defienden la herencia de la Concertación a sabiendas que quienes se beneficiaron enormemente de esa “transición” fue única y exclusivamente los grandes grupos económicos, pero en ningún caso la clase trabajadora y el pueblo.
Pero en Chile, tanto la antigua socialdemocracia como la nueva, no sólo se han mostrado capitalistas acérrimos sino también sus partidos se han visto envueltos en los más grandes casos de corrupción. El progresismo no sólo huele, sino que hiede corrupción, pudrición superior a cualquier alcantarilla de cualquier gran ciudad.
El Manifiesto del Socialismo Democrático es el intento más desesperado para revalidar la democracia burguesa en la cual nadie cree, en el capitalismo que todos rechazan, en la justicia que se muestra como fiel al poder. Es el intento por frenar todo estallido, rebelión, insurrección, o revolución que se pudiera producir en el futuro cercano o lejano. Le temen a la fuerza del pueblo como la temieron el 2019 pero temen sobre todo que ese nuevo estallido venga de la mano de un pueblo organizado y consciente. Solamente en la larga transición (1990-2018) fueron asesinados cien personas en protestas y marchas. Solamente en los primeros años, en los 90s, hubo 500 presos políticos todos y todas ellas torturados. Y es esa herencia que el socialismo democrático se muestra orgulloso. El socialismo democrático no es socialismo, no es anticapitalismo sino es todo lo contrario.
Ante esta nueva arremetida ideológica de la socialdemocracia, los sectores más avanzados, los colectivos revolucionarios no tienen más alternativa que entrar al debate, denunciarlos, combatirlos y combatir a aquellos que desde el campo popular se visten de rebeldes cuando sus políticas son oportunistas y vacilantes y que atornillan al revés en la fantasía de conquistar a sectores de la burguesía al cual llaman conscientes, democráticas o patrióticas con las cuales pretendes llegar a acuerdos.
Los más consientes y organizados deben dar esta batalla de las ideas, pero a la vez deben avanzar rápidamente en la construcción de una verdadera oposición anticapitalista que permita agrupar a las distintas expresiones del pueblo para organizar el descontento y convertirla en rebeldía. Pero eso será insuficiente si es que no se es capaz de levantar una alternativa popular y revolucionaria del conjunto que sea capaz de conducir y pararse frente a frente contra quienes detentan el poder.
Tenemos que ser fuerte y claros: ellos sólo juegan a la alternancia en el poder sin ser reales alternativas. La única alternativa válida para los intereses populares es la alternativa revolucionaria. No hay cambio sin revolución.
Manifiesto del Socialismo Democrático
https://www.ppd.cl/manifiesto-socialismo-democratico/
NOTA: Aquí el Manifiesto del Socialismo Democrático subido en la página del Partido Por la Democracia, PPD, uno de los fundadores de la Concertación y uno de los partidos sumido en los mayores casos de corrupción política. Muchos de sus cuadros dirigentes fueron fundamentales en la consolidación de las políticas económicas de la dictadura y prolongadas hasta hoy. También muchos de estos cuadros han ocupado cargos en organismos internacionales con el beneplácito del imperialismo. Heraldo Muñoz embajador de Chile ante la ONU, integrante su Consejo de Seguridad fue uno de los principales impulsores y agresores contra Venezuela en los tiempos de Chávez, impulsor del Grupo de Lima. Así como otros que integraron el FMI. Junto con el Partido Socialista, el Partido Radical, integrantes también de la Internacional Socialista, y la nueva camada progresista que ahora se encuentra en proceso de fusión de los partidos del Frente Amplio, todas ellas integrantes de la Internacional Progresista, van conformando el Polo Socialdemócrata o del Socialismo Democrático en la idea de convertirse en la alianza político-ideológica que mejor administre, desarrolle y lleve a nuevos estadios el capitalismo y el proyecto imperialista.
En todo este desarrollo socialdemócrata, el Partido Comunista actúa como su expresión de «izquierda» aun cuando es parte de los acuerdos y de los planteamientos, en los hechos, de lo que expresado en el Manifiesto. Más allá del tamaño electorero del Partido Comunista, este está lejos de ser un partido revolucionario y es simplemente un partido de masas, clientela, y también socialdemócrata tanto en su estructura y definición, en sus planteamientos tácticos y en sus objetivos estratégicos. Su descomposición ideológica lo ha llevado a esta situación hace bastante tiempo.
Rubén Zardoya, Crítica a la Socialdemocracia
El Revisionismo
Hablemos de la Socialdemocracia