CHILE PARA SALIR DE LA CRISIS: PUNTO DE PARTIDA Y DE LLEGADA

 

¿Estará Chile en un callejón sin salida?

 

Las contradicciones entre gobierno- las fuerzas de gobierno y la oposición parlamentaria es la expresión de cómo las diferentes facciones del bloque en el poder, de la clase dominante se enfrentan para hacerse del poder del Estado y con ello con los suculentos recursos donde también cuenta una cantidad considerables de empleos en la administración pública. Son muchas cuestiones que están en juego y que se negocian tras bambalinas y que el pueblo en general no se entera y quizás tampoco tiene idea.

Pero más allá del clientelismo y de toda esa corruptela, lo concreto es que esas divergencias es el reflejo que ninguna de las facciones se presenta como la hegemónica una sobre el resto ni tampoco desde las respectivas alianzas o lotes electoreros con nombres de fantasía. En concreto, las fuerzas gobiernistas ni la oposición progresista burguesa cuentan con un programa contundente que lleve a una salida a la actual crisis del capitalismo.

Desde la derecha fascista, no se vislumbra un programa que desde esa óptica reaccionaria se vaya en la dirección de ceder en algo sus ambiciones y predilección por las ganancias en función de hacer del capitalismo más eficiente. Ni si quiera eso están en capacidad de plantearlo porque están acostumbrados simplemente al robo y desfalco, a la evasión y al chantaje, a la hiper explotación y a la colusión.

Este sector nunca se planteó desde una perspectiva programática seria a partir de los 90s porque fue la Concertación la que le secuestró su propio programa y lo hizo suyo. Fue la Concertación la coalición elegida por los poderes económicos y por el imperialismo como la coalición que mejor entendía y defendía sus intereses y que contó siempre con su respaldo hasta que se agotó. Esa es la razón de por qué duró 24 años en el gobierno.

Del progresismo parlamentario, que también defiende los intereses burgueses, tampoco están posibilitados de presentar una salida coherente a esta profunda crisis del capitalismo. No lo pueden hacer porque sus vínculos y compromisos con las facciones burguesas y poderes económicos también son profundos y porque saben que un programa que lleve a una salida a esta crisis implica necesariamente afectar a los mismos poderes que los financian y apoyan.

Lo único que les queda es apostar a defender la gobernabilidad, en hacer un nuevo acuerdo nacional que una momentáneamente a las diferentes facciones burguesas y que todas tengan la misma sintonía ante un nuevo estallido social que se pueda producir una vez que la Convención Constituyente muestre su ineficacia en derrumbar los 11 pilares que sustentan el neoliberalismo y donde quede develado ese gatopardismo al cual están acostumbrado.

Pero el problema es más profundo aún.

Si partimos de la base que para salir de una crisis hay que saber a dónde se quiere llegar como requisito entonces el problema es mucho más complejo. ¿Por qué?

Porque en la vereda del frente, desde la vereda de ese pueblo movilizado que se ha entregado desde octubre de 2019, las organizaciones sociales y la izquierda extra parlamentaria que ahí se movilizó tampoco saben a ciencia cierta a dónde quieren llegar porque no cuentan tampoco con un programa transformador anti capitalista y que se haya hecho carne en las masas como tampoco cuentan con el método para lograrlo (estrategia-táctica).

La ausencia de estos elementos fundamentales desde la izquierda extra parlamentaria hizo que un número considerable de los movimientos sociales haya hecho suyo el cronograma derivado del traicionero Acuerdo Nacional por la Paz firmado en medio del estallido y que también estos movimientos criticaron ácidamente para luego terminar seducidos por este. O también puede ser que estos movimientos seducidos lo hayan estado siempre y sean en buenas cuentas, algunos o muchos de ellos, la versión social del progresismo que se encuentra en el parlamento. Lo concreto es que, ante la crisis actual, el pueblo no cuenta a su haber con un programa alternativo anti capitalista para salir de la crisis y por ende tampoco sabe hacia dónde llegar.

Todo esto ocurre, y seguirá ocurriendo, a dos semanas de las elecciones del 15 y 16 de mayo con el agravante que detrás de esta escena se encuentra en marcha un nuevo acuerdo de gobernabilidad que han denominado “mínimos comunes”, es decir, quienes son parte del problema (la clase política, el Estado Burgués) se presentan hoy como parte de la solución. Los mismos criminales.

También ocurre por la más amplia y brutal dispersión de listas (188 en total) y donde las pre candidaturas presidenciales en el progresismo han proliferado y donde ya se asume que será imposible que se presente con una sola candidatura (posiblemente 2, 3 o más) abriendo las posibilidades para que sea la derecha fascista la que gane el gobierno nuevamente al llevar esta una sola candidatura. ¡Un desastre! Desde la perspectiva institucional y desde el progresismo.

Solamente desde la copucha sólo falta saber cómo estará compuesta la Convención Constitucional, que fuerzas obtendrá la mayor cantidad de alcaldes, concejales y gobernadores. Una vez que se tengan esos resultados se desatará la “noche de los cuchillos largos” en el progresismo ya que cada una querrá imponerse sobre las demás facciones. Los ríos de sangre serán abundantes. El chacaleo seguro.

Para salir del callejón sólo se tendrá que levantar una alternativa anti capitalista seria, organizada y compacta de lo contrario no se podrá superar el carácter de revuelta o estallido para convertirlo en un proceso popular más parecido a una revolución. De la rebeldía territorial, de las asambleas territoriales se debe pasar a la organización nacional, a la discusión programática y a la construcción de una referencialidad revolucionaria, disruptiva, intransigente, rebelde, subversiva de lo contrario…..

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