CHILE: OPOSICIÓN DE IZQUIERDA Y ALTERNATIVA REVOLUCIONARIA

(LO QUE FALTA PARA COMPLETAR EL MAPA DE LA LUCHA DE CLASES)

Desde 1990, año en que se marca el término formal de la dictadura de Pinochet se han sucedido ocho gobiernos civiles-burgueses (Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet 1 y 2, Piñera 1 y 2, y Boirc) todos ellos administradores del neoliberalismo o del capitalismo, defensores de la democracia burguesa y del Estado, la constitución y las leyes.

Desde 1990 hasta la fecha, el cuadro político ha girado en una disputa política bipolar o de duopolio, vale decir, la clase dominante ha tenido dos grandes alianzas políticas o bloques electorales que se han disputado la administración del modelo ya sea en su versión progresista (Concertación, Nueva Mayoría y Apruebo Dignidad) o desde su versión fascista (Alianza por Chile, Vamos por Chile). Ha sido la clase burguesa mediante estos bloques la que la ha impuesto al pueblo y a los trabajadores esa visión bipolar de la realidad cuando en definitiva son dos versiones de una misma ideología. Los explotados al mirar hacia “arriba” no han visto más que dos expresiones para “elegir” y donde la mayoría no se ve reflejada sino ausente.

El estallido social tuvo como efecto inmediato el romper esa realidad bipolar o duopolica bajo la consigna de QUE SE VAYAN TODOS. Sin embargo, el acuerdo nacional de noviembre del 2019 y el posterior itinerario electorero que llevó a Boric a la presidencia tuvo la capacidad de devolver el poder recuperado por las masas a las facciones burgueses en el poder desde siempre y a reducir la soberanía del pueblo a su condición de votantes sin poder alguno de decisión. La ilusión de mejorar las condiciones de vida de las masas por la mera redacción de una nueva constitución capitalista es una de las tantas ilusiones emanado del progresismo el cual oculta que la constitución y las leyes no son más que la expresión de la voluntad de la clase dominante y que el imperio de ellas, el imperio de ley, tiene su origen y esencia en la violencia que la misma clase dominante ejerce.

Esto también ha llevado que esa alternancia en el poder político entre ambas coaliciones burguesas haga que el juego diabólico entre gobierno-oposición se entienda entre un gobierno burgués y una oposición burguesa pensando el pueblo que entre ellos habría una “gran” diferencia y dándose cuenta a corto andar que son básicamente lo mismo. ¡Burgueses!

En ese marco, el pueblo ha estado sin una oposición real al modelo y sin una alternativa de clase. Ha estado desprovisto de todo planteamiento político propio, autónomo e independiente de la clase en el poder y ha sido presa fácil a sus cantos de sirenas. Esta es la causa principal del rechazo popular a la política, a su alejamiento y condena de todo lo que huela a partido político, a ideología, y es también la causa central de la profunda depresión y aislamiento de los planos organizativos, sin embargo, el pueblo ha continuado su lucha bajo formas propias y múltiples ya sea en su forma individual o colectiva, silenciosa o bulliciosa, pacífica o insurrecta. Pero lucha.

Lo concreto es que la crisis del capitalismo y los altos y profundos niveles de explotación no da para más y tampoco da para más para que el pueblo y la clase continúen siendo huérfanos de una Oposición de Izquierda y de una Alternativa Revolucionaria. Ambas requieren que se estructuren y nazcan con prontitud y urgencia.

La Oposición de Izquierda (Plano político-táctico)

Los cantos atractivos del progresismo en su versión Boric, cuya esencia sigue siendo neoliberal, debe ser confrontado ya desde los discursos viscerales-contestatarios sino desde la convergencia unitaria para la construcción de una real Oposición de Izquierda amplia socialmente y clara políticamente en torno a una plataforma de lucha y que esa lucha sea desde fuera del modelo, régimen y sistema, desde abajo y subversivo. Esa Oposición de Izquierda debe darse a la tarea de unificar los centenares de colectivos de toda índole que se expresan a lo largo y ancho de Chile resguardando cada uno su independencia y autonomía y todos bajo la misma línea política: construir una oposición de izquierda al conjunto del proyecto burgués más allá de sus envoltorios.

Elementos para una Oposición de izquierda

El elemento central de la construcción de una oposición de izquierda parte por la fidelidad del clamor popular expresado durante el estallido social. Ese clamor fue precisamente el fin efectivo-real, y no cosmético, del neoliberalismo representado en sus 11 pilares.

Son esos 11 pilares los que en forma inmediata hacen las vidas de los trabajadores miserables. Es la defensa de esos 11 pilares sobre los cuales se construye el ordenamiento político-jurídico, ya sea aquel expresada en la constitución del 80 o ya sea dentro del marco de la nueva constitución, y son esos 11 pilares el fundamento del poder económico ambos que sólo podrán ser revestido con un barniz de “humanidad” sin cambiar su esencia.

Es la clase política en su conjunto la que mediante diferentes estrategias busca su perpetuación de esos pilares a través de “políticas públicas” reformistas que no alteran en nada sustancial las profundas condiciones de miseria. Es la clase política los guardianes de la institucionalidad y con ello el parlamento y el poder judicial y todo el aparataje represor.

De esos 11 pilares nacen las más justas demandas inmediatas que junto con la exigencia central de ponerles fin constituyen el centro de esa oposición de izquierda que se requiere hoy.

Esta oposición de izquierda nada tiene que hacer dentro de la institucionalidad burguesa. Esta oposición proletaria debe nacer y mantenerse fuera de ella y fortaleciendo la construcción del movimiento popular desde la independencia de clase y desde la autonomía político-social. Debe ser una oposición que se construya desde y para la base social, para los territorios y desde una perspectiva insurreccional como lo fue aquella comenzada el 18 de octubre del 2019.

La Alternativa Revolucionaria (Plano político-estratégico)

Lo anterior se dificulta aún más, y se hace casi imposible, si es que no existe una Alternativa Revolucionaria, una convergencia amplia del campo de los revolucionarios y de sus diferentes expresiones organizativas todas ellas mínimas e insuficientes por sí solas.

La necesidad de construir ese polo revolucionario donde se respete la diversidad de pensamiento y sus visiones estratégicas, resulta difícil que haya 100% de coincidencia estratégica-táctica, debe impulsar la generación generosa de la construcción revolucionaria donde cada una de las orgánicas aporte lo que tenga, lo que pueda pero que hagan lo máximo en función de avanzar lo más posible en crear aquella dirección revolucionaria ausente hace ya bastantes décadas. La unidad revolucionaria en la diversidad revolucionaria resulta ser la única vía impuesta por la realidad política y por la realidad de la lucha de clases.

La no existencia tanto de la Oposición de Izquierda y de la Alternativa Revolucionaria dejará el el sometimiento y en la opresión a la clase, sometimiento y opresión que no le pertenece como también la dejará presa fácil de ambos discursos burgueses dominantes desde siempre hasta el día de hoy y quizás para el futuro. Todo depende de cada uno de nosotros, de nuestra capacidad de deponer diferencias imbéciles, poner en el centro lo esencial, y liberarnos todos de una buena vez.

Elemento para una Alternativa Revolucionaria

Pero la lucha contra el neoliberalismo no es suficiente si esta no va acompañada por la construcción de una alternativa revolucionaria que sea capaz de forjar las fuerzas para desarrollar una lucha anti capitalista, anti imperialista y que ponga en el centro la lucha por la toma del poder, la destrucción del actual Estado burgués y la construcción de un nuevo. Debe tener como norte la socialización de los medios de producción, la generación de una democracia directa, obrera. Debe avanzar en la construcción de una sociedad socialista desde la construcción del poder popular no como algo momentáneo sino estratégico. Para ello debe dar con una estrategia-táctica y programa revolucionario.

A modo de conclusión, podemos decir que la construcción de estos dos elementos resulta esencial para completar el mapa de la lucha de clases que hasta ahora sólo muestra a uno de los polos (polo burgués) bien definido y estructurado más allá de sus alianzas coyunturales. Sin la construcción de este polo proletario, de izquierda, sin la construcción de esa alternativa revolucionaria, el pueblo y los trabajadores continuarán abandonados a su suerte y los sucesivos estallidos sociales, más allá de su combatividad y heroísmo, serán domesticados al ser impuesta por enésima vez la salida pactada y burguesa.

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