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CHILE. HABLEMOS DE SEGURIDAD NACIONAL = SEGURIDAD PATRONAL
Fue el estallido social del 2019, su masividad y su ejercicio de la violencia popular, lo que alertó a la patronal en cuanto a la potencialidad combativa y movilizadora del pueblo como lo que hizo que las políticas represivas y contrainsurgentes se tomaran la agenda política. Si la ofensiva patronal partió con el canto de sirena de una nueva constitución para desactivar la movilización y protesta popular pronto derivó en la redacción de nuevas leyes represivas, incremento del discurso antidelincuencial, introducción del discurso bélico y guerra interna como también a legitimar la incorporación de las fuerzas armadas en el combate a la delincuencia, crimen organizado, narcotráfico y control de las inmigraciones.
Con ello, el gobierno de Boric ha acogido gustosamente el planteamiento fascista y lo ha hecho suyo. Ha fortalecido a la policía militarizada y genocida de carabineros, a defendido a su director general ante las acusaciones de crímenes contra la humanidad, ha enviado un paquete de 48 leyes represivas, ha mantenido el estado de excepción en el Wallmapu, ha puesto como requisito el tener “irreprochable conducta anterior” para que las víctimas de violaciones a los derechos humanos puedan acceder a la justa reparación en su versión de pensión de gracia y ahora se apresta a convocar al Consejo de Seguridad Nacional, COSENA, y hacer que las fuerzas armadas vigilen y protejan la infraestructura crítica todo desde el discurso de la Seguridad Nacional. ¿Existe en Chile una fuerza beligerante capaz de poner en riesgo, militarmente, la infraestructura crítica?
Más allá discurso oficial antidelincuencial, la patronal (fuerzas políticas de gobierno y oposición o bloque en el poder) sabe que su sistemita está sobre pies de barro y en un callejón sin salida y que el futuro económico y político pende de un hilo como saben también que en cualquier momento esta situación puede estallar en su cara ante la incapacidad e inoperancia política, el desgobierno, de Boric por lo tanto se preparan.
Pero ¿qué se entiende por Seguridad Nacional?
Para responder esta interrogante qué mejor que recurrir a los teóricos y expertos reaccionarios, leer su concepción desde su puño y letra. Encontramos una pista, bastante contundente, en el libro de Augusto Varas y Felipe Agüero “El Proyecto Político Militar”, Centro de Investigación Diego Barros Arana, 2011. En la sección Seguridad Nacional, Doctrina, Seguridad Nacional y Gobierno paginas 181 y siguientes señala:
“…la “defensa” de una nación en última instancia depende de sus Fuerzas Armadas. Su seguridad efectiva es el fruto de una acción mancomunada en varios campos de actividad, que la terminología militar denomina genéricamente “frentes”.
“…Se designará frente exterior o diplomático, aquel que se refiere a las actividades de la política exterior; frente económico y financiero, al que resuma las actividades económicas y financieras; frente interno, al que diga relación con la política interior y administración pública, salubridad, justicia y educación, finalmente, se denominará al frente bélico, al que tiene por finalidad regular la preparación y conducción de las Fuerzas Armadas para un eventual conflicto bélico”.
“No se puede, por lo tanto, abordarse el problema de nuestra “seguridad o defensa”, sin enfocar una conveniente estructuración de nuestro frente económico y financiero”.
De lo expuesto destaca en forma evidente que:
“1º Que la seguridad o defensa nacional es, esencialmente, una función de gobierno, esto es, una cuestión política”.
“2º Que la adecuada solución de los problemas que la atañen depende de la bien orientada y coordinada acción de los cuatro “frentes” en que deben agruparse las actividades nacionales” y
“3º Que el problema de la defensa nacional, lejos de ser una cuestión que sólo interesa y es de responsabilidad de las Fuerzas Armadas, es un problema cuya solución acertada interesa y es de responsabilidad de la nación entera”.
Cuando los autores avanzan en la Política de Seguridad Nacional señalan:
“la guerra es un “hecho social”, cuyo fin político es doblegar la “voluntad de lucha” del adversario, para “ganar la paz”.
“…la base del triunfo está en la desarticulación (desintegración moral y material) de las cuatro “fuentes de poder” adversarias”.
En cuanto al fin del Estado señalan:
“…el fin inmediato del Estado responde: conservación (defensa interior y exterior) y supervivencia (desarrollo moral, intelectual y material)”.
“1. Las FF.AA están destinadas a satisfacer el fin de “conservación” del Estado; por lo tanto cumplen una necesidad pública”.
“2. De acuerdo con el régimen jurídico establecido en nuestro país para las FF.AA, estas deben considerarse como un servicio público de administración central”.
“3. El volumen, carácter orgánico y la doctrina de las FF.AA dependen de la conciencia nacional sobre la “necesidad de conservación” del Estado”.
“La adecuada comprensión de la seguridad nacional lleva implícito el conocimiento de los grandes objetivos nacionales y asegura una actitud de abierta cooperación, en una verdadera movilización nacional, para llegar a obtener su consecución laborando en forma coordinada y efectiva por el engrandecimiento patrio”.
“…el apoyo de la ley está en la fuerza”.
“En la conquista de las mentes de los hombres, la guerra sicológica extiende sus redes en todo momento, buscando influir sobre grupos de interés y haciendo uso de todos los medios de comunicación social posibles”.
“Seguridad nacional es la capacidad del Estado para garantizar su supervivencia, manteniendo su soberanía e independencia material y espiritual, preservando su modo de vida y posibilitando el logro de sus objetivos fundamentales”.
(hasta aquí la cita de los autores. Las partes destacadas son realizadas por América Rebelde)
¿Entonces?
Cuando se convoca al Consejo de Seguridad Nacional, COSENA, cuando se introduce el concepto de “seguridad nacional”, la “defensa del país” como elemento central del discurso oficial-patronal lo que nos están diciendo es que por una lado el conjunto nos encontramos en peligro, que es necesario ponernos en una situación de guerra interna evidente, que esta lógica de guerra interna en desarrollo se debe socializar y ser asumida por todos (explotados y explotadores), que para ello se incentivará el sentimiento más barbárico de nacionalismo, de patriotismo, en su versión de xenofobia, racismo y fascismo, que se comprometerá a todos en la defensa de la “patria” en su versión de recuperación de los espacios públicos, y de seguridad ciudadana y la recuperación de nuestra “identidad nacional” resulta importante identidad previa a la ola migratoria.
Pero la convocatoria al COSENA también tiene una lectura no expresada por el bloque en el poder que resulta tanto o más preocupante o grave que todo lo anterior.
Históricamente las fuerzas armadas han incursionado en el quehacer político o han asumido otras funciones más allá de la establecida en la constitución cuando el poder político se ha mostrado ineficaz, inoperante, incapaz de ser ejercido en plenitud y en forma efectiva. Cuando la situación social se comienza a desbordar ya sea por la agudización de la lucha de clases, la crisis profunda del capitalismo, la profundización de la crisis política, incremento de la lucha de los explotados, miserables y esclavos o todas las anteriores, entonces, la clase dominante recurre a su brazo armado para recuperar el orden reconquistar la conservación y la supervivencia de su estado y sistema de dominación.
Hoy, el poder político en su conjunto, rechazado y deslegitimado en un 97% de la población y fracasado en su salida constitucional, se presenta ineficaz en una suerte de vacío de poder, a los cual podemos denominar callejón sin salida, pérdida de rumbo, y cuyo último y único recurso que le queda en este momento es la fuerza, la fuerza militar o militarizada en su versión de estado de excepción, de zonas militarizadas, de seguridad y defensa nacional y en el desarrollo de la guerra sicológica todas expresiones de las política contrainsurgentes.
Para el desarrollo de estas políticas, la clase dominante ha contado con la colaboración y conciliación tanto de las fuerzas fascistas como de las fuerzas progresistas (ex Concertación, Partido Comunista, Frente Amplio). Todas las fuerzas políticas han acordado asumirse en defensa de la seguridad nacional en defensa, en definitiva, del proyecto patronal, capitalista. Todos marcharán en defensa del Estado, por su conservación y supervivencia y todos han asumido la lógica de la guerra interna como suyo. Han ido elaborando pacientemente lo que ellos entienden como “enemigo interno” de los cuales los explotados, miserables, y esclavos somos parte integrante. Sus fusiles y represiones nos están apuntado entre ceja y ceja, a nuestras cabezas como han estado siempre. Somos sus enemigos, declarados por ellos, y es así como nos debemos asumir si es que queremos sobrevivir y por sobre todo triunfar.
Pero, la política de seguridad nacional, las políticas de contrainsurgencia y la convocatoria del COSENA no tendrá sentido si es que estas no encuentran adhesión y simpatía precisamente dentro de los sectores que componen el “enemigo interno”. Contra quienes dirigen sus fusiles entre ellos mismos buscan a sus adherentes. Para ellos han estado utilizando todos los medios de desinformación y de incomunicación para atemorizar, aterrar a la población e imponer la lógica de la guerra interna-sicológica de “pueblo contra pueblo”, de la desconfianza entre todos donde todos los explotados, miserables y esclavos son enemigos entre ellos mismos. Abundan los “reportajes”, las noticias de asaltos, etc desde temprano en la mañana desde los matinales. Los ministros de interior y de seguridad pública tienen más cobertura mediática que aquellos del área social. Quieren hacernos participes de la guerra que ellos mismos están desarrollando contra nosotros mismos. No faltarán los masoquistas que se flagelen, que busquen ser azotados en defensa de la patria, vale decir, del patrón y del capital.
EL PROBLEMA PARA LOS EXPLOTADOS, MISERABLES Y ESCLAVOS
Si nos aprestamos a ver como el Consejo de Seguridad Nacional imponer el patrullaje a nivel nacional en defensa de la “infraestructura crítica”, es decir, en defensa de los poderes económicos, si el discurso de la seguridad nacional tiene como objetivo, también, el pleno respeto de la constitución y las leyes, entonces, eso va en hacer respetar la constitución de Pinochet y de las leyes que emanaron de la dictadura, y que se encuentran vigentes, y de los 11 Pilares del Neoliberalismo o mejor dicho del Capitalismo de Guerra perfeccionado por los más de 30 años de gobiernos progresistas.
Pero el problema para nosotros, quienes nos han asignado como enemigo interno, es cómo desactivamos este discurso y políticas reaccionarias-contrainsurgentes. Cómo enfrentamos este discurso belicista por parte de las fuerzas, de la clase que detenta el poder. Cómo rompemos el cerco impuesto por la guerra psicológica. Y cómo asumimos lo cierto en lo planteado por Miguel Enríquez en cuanto a que “la lucha de clases es siempre una guerra encubierta”, es decir, cómo asumimos que siempre hemos estado en guerra, que siempre han venido por nosotros y que siempre sus fusiles han estado hacia nosotros, contra nuestra clase, contra nuestros pueblos.
Así, como las fuerzas armadas poseen su Estado Mayor Conjunto, su Consejo de Seguridad Nacional los explotados, miserables y esclavos debemos avanzar rápidamente en la conformación de nuestro Estado Mayor, de nuestro Consejo de Seguridad Popular y que para ello quienes continúen con las políticas oportunistas, vacilantes y participantes en el parlamentarismo tendrán que ser aislados definitivamente por ellos forman también parte del bloque en el poder, son sus servidores y agentes dentro del pueblo y son ellos también los que desarrollan las políticas desarticuladoras contra quienes avanzan en la organización del pueblo, de la clase.
El carácter represivo, patronal, opresor del progresismo ha quedado al descubierto. Se están sacando la careta, la máscara. Se desmorona el discursito aquel de la “distribución del poder”. ¿En qué quedó aquello que decía Boric en cuanto a “Espero ser un presidente que cuando termine su mandato tenga menos poder de cuando empezó”? Ante todo esto será todo lo contrario.