CHILE: GABRIEL BORIC NO ES SALVADOR ALLENDE
Se está cometiendo un delito o crimen de nuevo tipo: la apropiación indebida de los muertos y del pasado.
En medio del “nuevo ciclo político”, como dicen los politólogos oficiales, marcado por una Convención Constitucional y la pronta asunción del gobierno de Gabriel Boric, se encuentra en la sombra, en la retina el gobierno de Salvador Allende y el primer ensayo de realizar la revolución socialista desde arriba, desde el Estado Burgués y desde dentro de la democracia capitalista. La historia demostró su imposibilidad, a pesar que los clásicos el marxismo lo habrían señalado con precisión hace ya rato, pero aún así el planteamiento de Salvador Allende, de su programa se encuentra ahí e incomoda a los progresistas de hoy que ni siquiera le alcanza para ser reformistas de izquierda como lo fue Allende.
Aun cuando el proyecto allendista se encontraba en campo del reformismo, aun cuando fuera de izquierda, y cruzado por una amplia movilización popular su orientación era clara: anti capitalista, anti imperialista, anti oligárquico, anti burgués y en otras palabras revolucionario desde dentro. Las limitaciones del proceso popular no significaron que con todo no pudiera avanzar más de lo que pudo justamente por no contar con una dirección revolucionaria, no contar tampoco con una estrategia acorde y por concebir la revolución desde el Estado, desde arriba, y no desde la construcción del poder popular, del control obrero, apoyado férreamente en el pueblo (revolución desde abajo). Todo sin contar con la esencia real de las fuerzas armadas y de la oligarquía misma ambas de carácter golpistas.
Pero a pesar de todo ello, los cambios que impulsó Salvador Allende fueron de tal magnitud y agresividad contra la clase dominante que llevó a la intervención del imperialismo, que también vio afectado sus intereses, como con la oligarquía.
La trayectoria de Allende no fue de un dirigente político con la revolución desde arriba y desde adentro, Vía Chilena al Socialismo, sino también lo llevó a apoyar los diferentes movimientos de liberación apoyando también a los movimientos armados de la época. Rescató a los guerrilleros de Che Guevara y antes fue parte de quienes impulsaron la Organización Latinoamericana de Solidaridad, OLAS, que se enmarcaba en la concepción de la OSPAAAL o TRIcontinental. Su solidaridad anti imperialista y con Cuba Revolucionaria fue siempre a toda prueba.
Si bien el contexto político actual es diferente al Chile de los 70s hay un hecho significativo y que los une: un pueblo ampliamente movilizado (estallido social, 2019) y las ansias de amplios sectores por cambios profundos. Ambos hechos tienen como objetivo la crítica profunda al capitalismo, a la clase dominante en su versión de clase política y abusos empresariales como la necesidad de otra forma de sociedad. Pero a la vez tiene otro elemento en común.
El reformismo hoy, al igual que ayer, no supo confiar en el potencial movilizador, en profundo compromiso del pueblo y de los trabajadores con los cambios estructurales privilegiando el etapismo, el paso a paso, definiendo la política como “el arte de lo posible”, renunciando a la lucha de clases y abrazando la conciliación de clase como también renunciando, ante del despertar de las masas, a la construcción de del socialismo (desde abajo) y levantar estrategias como “la distribución del poder” en contraposición de la toma del poder y de renunciar al socialismo y abrazar la ambigüedad misma como es “el régimen de lo público” como construcción pos neoliberal.
El actual progresismo se limita hasta la lucha anti neoliberal en una suerte de “neoliberalismo corregido y de progresismo limitado” y es incapaz de avanzar aun más en una concepción anti capitalista precisamente por su conciliación con los sectores más retrógrados a pesar que existen las condiciones, la disposición del pueblo, para avanzar en la movilización y organización por cambios revolucionarios.
Pero el progresismo actual no sólo renuncia a aquello, sino que limita las demandas estructurales del pueblo y en especial de los trabajadores reemplazándola por una agenda ciudadanista donde el contenido de clase es reemplazado por una agenda valórica, de género (feminismo burgués) y de un federalismo contra el carácter unitario del Estado. Cuando se avanza en esa dirección se está diciendo que el problema de fondo nos es la lucha de una clase contra otra, que el problema no entre capital y trabajo, sino que el problema de fondo para los progresistas no es más que un problema de cómo administrar el poder, democratizarlo, ciudadanizarlo sin que ello implique quitarle todo o parte del poder a los capitalistas, a la clase dominante.
De ahí nace también la alianza amplia del progresismo que incluye a las fuerzas de la ex Concertación. De ellos la nueva generación del progresismo requiere aprender e internalizar el ejercicio de la política como arte de lo posible, de la democracia y justicia en la medida de lo posible y en la postergación de las demandas centrales de las masas cuidando los equilibrios macroeconómicos y poniendo el acento en la responsabilidad fiscal levantando aquello que “las reformas deben contar con financiamiento”. Cuidar las gallinitas de los huevos de oro, empresariado, es la política, la trampa de esta “nueva revolución” como les gusta a denominar el presente proceso. Una revolución muy particular la cual no pretende terminar con el capitalismo sino maquillarlo.
En el campo internacional, el actual progresismo se levanta en “la defensa irrestricta de los derechos humanos sin importan el país que los viole ni el tamaño de éste”. Sin embargo, los ataques van dirigido contra las “dictaduras” de Cuba, Venezuela y Nicaragua en una suerte de readaptación del “eje del mal” de la era Bush. Los ataques traicioneros no sólo violan la no injerencia en los asuntos internos de otros países, la autodeterminación de los pueblos, sino que se ubica al lado de las políticas reaccionarias e imperialistas, política que Allende jamás ejecutaría.
Este progresismo nada dice con la política belicista-injerencista del imperialismo norteamericano y europeo que han invadido cuanta nación árabe que se le ha cruzado en el camino, amenazado a Corea del Norte con una posible guerra ocurriendo lo mismo contra Irán. Nada dicen tampoco en como los antiguos imperios siguen ejerciendo el neocolonialismo con su ex colonias donde en el caso de Francia la ex colonias francesas en África deben desembolsar 400.000 millones de euros cada año como compensación de la descolonización.
Nada dice este progresismo, menos que amarillo, sobre el pago de la deuda externa, de la deuda ecológica, de la deuda social, del saqueo de las materias primas, de los miseria, pobreza y extrema pobreza e de las naciones de África, Asia y América Latina producto de las políticas imperiales. Nada dice de los conflictos armados impulsados y financiados por el imperialismo o de los más de 200 activistas medioambientales que son asesinados cada año por las bandas del capital transnacional-extractivista. Para el progresismo estos hechos con constituirían violaciones graves a los derechos humanos, genocidio, etnocidio, ecocidio y todas las naciones y poderes imperiales son naciones respetables y democráticas amantes de la humanidad. Esa política de avestruz no era la política internacional que llevaba Allende pero es la que llevará Boric.
¿Cuál será la política del gobierno de Boric con las más de 800 bases militares que mantiene Estados Unidos alrededor del mundo, con las casi 80 bases militares yanquis, de ellas, que se encuentran en América Latina?
¿Cuál será la política de Boric con las cárceles clandestinas que tiene EEUU alrededor del mundo, con los centenares presos políticos afroamericanos, indios, y revolucionarios que purgan condenas también en la “tierra de la libertad”?
¿Qué va hacer Boric con los tratados de cooperación militar ya firmados por Chile y el imperialismo, con la injerencia que actualmente tiene la CIA, el FBI, la DEA y el Mossad en nuestro país? ¿Va a continuar enviando a militares chilenos a ser entrenados en la ex Escuela de las Américas, hoy Western Hemisphere Institute for Security Cooperation?
Todas esas graves violaciones a los derechos humanos, esos crímenes contra la humanidad cometidos por las grandes potencias fueron denunciadas por Allende en los foros internacionales, regionales y continentales desde la independencia de la política exterior y hasta ahora ha sido acallada por los lineamientos de la política exterior de Boric.
Más claro echarle agua. Boric no es Allende más bien es una concertación de nuevo tipo, un conciliador con un discurso rebeloide y como dice el dirigente revolucionario mapuche, Héctor Llaitul: “Con Boric y su gobierno seudo progre ni siquiera habrá reformismo, habrá conservadurismo oligarca, se mantendrá el sistema capitalista de formato colonial, se seguirá reprimiendo al pueblo mapuche movilizado y en resistencia” y definiéndola también como “nueva izquierda hippie, progre y buena onda”, para terminar.
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