11) ¿QUÉ HACER CON CHILE? ANTONIO RAMÓN RAMÓN Y LOS CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD

Como se ha dicho en artículos anteriores, la historia de Chile se encuentra plagada de matanzas perpetrados por las fuerzas armadas y policiales como brazos ejecutores de la oligarquía. Sin embargo, y a pesar que esa es una verdad histórica, la clase política, con la izquierda parlamentarista y electorera, han tenido una capacidad de dar vuelta la página posterior a cada matanza con una rapidez sorprendente (después de cada matanza continuaron las elecciones parlamentarias y presidenciales sin problemas y con ellas las negociaciones entre los diferentes sectores políticos) renunciando los partidos de la izquierda reformista a la exigencia efectiva de justicia por cada uno de los crímenes cometidos en el pasado, y en su momento, con ante los actuales.

Los agentes del Estado que perpetraron cada una de esas matanzas continuaron en sus funciones y en las filas de sus instituciones armadas y seguramente fueron condecorados y ascendidos. Los campesinos, obreros, pobladores, mapuches, juventud que fueron asesinados pasaron a la historia como sublevados y salvajes pero rescatados por historiadores leales a los pueblos que lo han reivindicado. Las nuevas generaciones de luchadores ya no les rinden homenajes como sus contemporáneos sí lo hicieron. El paso del tiempo y siglos ha hecho su trabajo y aquellos mártires y héroes del pueblo ha. Ido quedando en un olvido o recuerdo tenue que hace que las nuevas generaciones vean las actuales matanzas cometidas como algo nuevo y propio solamente de hoy cuando es la historia sanguinaria de la clase dominante.

Desde el parlamenta, y desde las instituciones asesinas de este Estado carnívoro, los reformistas hacen gala de ese “diálogo republicano” y “ciudadano”. Se codean entre sus pares oligarcas y burgueses, hacen buenos negocios, consiguen alguna reforma y la impunidad termina por imponerse casi por completa si no es por la porfía de quienes son del pueblo y que a la vez tienen memoria.

La transición a la democracia en Chile, que fue pactada, no sólo integró a los militares activos que pertenecieron a los organismos de exterminio sin el juicio y castigo correspondientes y junto a ellos la enorme red de informantes y para qué hablar de los Generales Civiles que financiaron los preparativos del Golpe de Estado del 11 de septiembre, el golpe mismo y los 17 años posteriores de dictadura.

Quienes conformaron ese Estado Mayor Golpista Civil los podemos encontrar vivitos y coleando como hombres “respetables” de negocios, amasando alguna fortuna hecha como la “compra-robo” de alguna empresa pública, de terrenos usurpados a los comuneros mapuche o al campesinado que recibió las tierras de la reforma agraria de Allende o también los podemos encontrar como dueños de alguna universidad privada, cadena de colegios o simplemente como diputados, senadores, convencionales, alcaldes, gobernadores, concejales o ministros. Curiosamente nadie se escandaliza y esa impunidad rampante se ha naturalizado mientras avanza la democracia burguesa con el capitalismo autoritario, dictatorial que sigue cobrando vidas.

Los Generales Civiles del Golpe de Estado

http://www.puntofinal.cl/765/generales765.php

LA JUSTICIA POPULAR DE ANTONIO RAMÓN RAMÓN

Quien inaugura, quizás es el primero, la justicia popular cobrando justicia (o venganza desde la óptica burguesa) por los crímenes cometidos es Antonio Ramón Ramón (anarquista y medio hermano de Manuel Vaca asesinado en la matanza de la Escuela de Santa María). Producida la Matanza de la Escuela de Santa María de Iquique contra el General Roberto Silva Renard. Pero ¿quién era el general?

Según consta en internet se señala al respecto de Silva Renard:

Comenzó su carrera militar en 1879, ingresando al comienzo de la Guerra del Pacífico, perteneció al arma de artillería. En dicho conflicto vio acción en las batallas de Tacna(el 26 de mayo de 1880), y durante la Campaña de Lima en las de Chorillos y Miraflores(el 13 y 15 de enero de 1881, respectivamente). Luego de la guerra, fue destinado a  Europa,  estando comisionado en el ejército de Alemania por cinco años.

Durante la Guerra Civil del 1891, con el grado de mayor, se plegó al ejército revolucionario. Se embarcó en el buque Maipo y peleó en las batallas de Concón y Placilla. Su participación durante la guerra civil en el bando congresista, le valió el ascenso a coronel.

La masacre de Valparaíso

En 1903, actuó como fiscalía militar en el proceso por la masacre que ese año perpetraron efectivos del ejército contra los obreros del puerto de Valparaíso llegando a la conclusión de que los militares acusados eran en realidad las víctimas.

La masacre de la oficina salitrera Chile

El 17 de septiembre de 1904, comandó las tropas que masacraron a los obreros en la huelga de la oficina salitrera Chile. Estos eventos dejaron como resultado 13 muertos y 32 heridos.

La masacre del «mitin de la carne»

Cuando a fines de octubre de 1905 se produjeron en Santiago masivas manifestaciones en protesta por el impuesto a la carne que benefició a los grandes productores de carne en Chile llamado «mitin de la carne», la guarnición militar se encontraba en maniobras fuera de la capital. Se hizo regresar a las tropas, que al mando de Silva Renard perpetraron una masacre. Hubo unos 500 heridos y entre 200 y 250 muertos.

La matanza de la Escuela Santa María de Iquique

En diciembre de 1907, durante la huelga de trabajadores salitreros en Iquique, a Silva Renard se le encomendó desalojarlos de la Escuela Domingo Santa María. Elías Lafferte  testigo ocular de los hechos, relata:

“Hacia las 3.30 a cuatro de la tarde, terrible expectación reinaba en el interior de la Escuela Santa María. Tropas del ejército apuntaban sus fusiles contra los obreros y contra la azotea, donde se hallaba en reunión permanente la dirección del movimiento. En cuanto a las ametralladoras en manos de marineros de los barcos surtos en la bahía, estaban dirigidas directamente contra las apretadas filas de pampinos. A esa hora entró el coronel Roberto Silva Renard montado, como Napoleón, en un caballo blanco para esta desigual batalla. Un corneta que iba a su lado lanzó al aire algunas notas de su instrumento, las cuales provocaron uno de esos pavorosos silencios anunciadores de cosas terribles”. El coronel “hizo un toque de atención con su corneta y dio la orden del crimen. Fríamente dio la orden de fuego. El ruido de los disparos fue ensordecedor (…)

Producto de esta acción murió un número indeterminado de obreros, siendo las estadísticas estimadas entre 195 y 3.600 (aunque la cifra más aceptada es de cerca de 2200, de acuerdo a diversas fuentes). ​Los sobrevivientes fueron llevados a sablazos hasta el local del Club Hípico de la ciudad, y desde allí a la pampa, donde se les impuso un régimen de terror. Quien dio la orden de disparar fue el ministro del Interior  de entonces, Rafael Sotomayor Gaete. De las víctimas fatales de la masacre, un buen porcentaje de ellos eran peruanos y bolivianos.

Pero, ¿cuál fue el destino de quienes apretaron el gatillo y cometieron esa masacre? Sin duda continuaron con sus vidas y carreras de matarifes.

Durante la dictadura militar-burguesa que encabezó Pinochet, los movimiento armados ejercieron la justicia popular/revolucionaria en varias ocasiones siendo la más recordada el Atentado a Pinochet el 7 de septiembre, 1986 con el pesar de miles Pinochet continuó con vida y para colmo fue senador designado en el nuevo parlamento “pos dictadura” pero peor aun fue rescatado de la justicia internacional por el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, hoy embajador de Piñera,  y por su ministro, el socialista José Miguel Insulza, hoy senador.

¿Y LA CONVENCIÓN CONSTITUCIONAL?

Pero dar vuelta la página y asumir la normalidad democrática-burguesa no cuesta demasiado a los nuevos reformistas-progresistas que se disputan el placer y el honor de ser los nuevos administradores del capitalismo y de su Estado Opresor.

Si el parlamento aun ha sido incapaz de promulgar el indulto a los más de 2500 presos políticos de la revuelta, no se ha dicho ni una gota sobre los más de 600 personas víctimas de trauma ocular, de las 800 mujeres que fueron abusadas y/o violadas, de los 8000 casos de torturas, de los 48 personas asesinadas y de las 2 personas que quedaron completamente ciegas perdiendo ambos globos oculares.

Pasado casi 2 años del estallido social, la justicia no ha tocado ninguno de los hogares de los terroristas policiales o militares continuando todos ellos con sus carreras y lo que es peor ninguno de los Generales Civiles de la represión y crímenes cometidos durante el estallido ha pisado la cárcel partiendo por Piñera al cual el conjunto de la clase política se dedicó para salvarlo de caer, su gobierno, y de caer, a la cárcel. Como ocurre también con los nombres de los torturadores que constan en forma secreta en el Informe Valech sobre tortura y prisión política, el pueblo aun no ha podido conocer sus identidades a pesar de haber pasado ya 48 años del golpe de estado. Las identidades de los actuales asesinos, del estallido, tampoco se han conocido.

Pero la convención avanza en medio de la más brutal y nueva impunidad como sobre los crímenes, cadáveres y violaciones como si nada. Cada uno de los partidos y movimientos hacen cálculos electorales, mueves sus piezas para mejorar sus posiciones de poder y de los víctimas no se acuerdan y de los victimarios se les asegura su futuro.

Terminada la convención Chile tendrá una “nueva” constitución nacida sobre el crimen, la sangre y la impunidad, sobre el pacto transversal e intentarán de convencernos que esta vez si estaremos en democracia, y frente a una ley en las cuales todos nos deberíamos sentir representados. Pero sabremos que eso no será así. Una democracia que se construye sobre el crimen y la impunidad está muy lejos de serlo y será solamente una triste y decadente caricatura. La exigencia de justicia plena, que todos los asesinos sean dados de bajas, degradados, y llevados a la cárcel es requisito primordial sin el cual todo lo obrado por la convención será simplemente basura que ni siquiera será apta para el reciclaje.

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