A 50 AÑOS DEL GOLPE DE ESTADO, CHILE SIGUE BAJO UNA DICTADURA.

A 50 AÑOS DEL GOLPE DE ESTADO, CHILE SIGUE BAJO UNA DICTADURA.

Los 50 años del golpe de estado de 1973 ha generado una multiplicidad de opiniones, debates, publicaciones y eventos que en su mayoría provienen desde las fuerzas políticas progresistas del gobierno de Boric tanto aquellas que apoyaron al gobierno de la Unidad Popular como aquellas que apoyaron el golpe de estado como es el caso de la Democracia Cristiana y sus derivados. 

Como suele suceder con las conmemoraciones del golpe de estado, la tragedia del terrorismo de estado y de los crímenes contra la humanidad, las emociones en torno a ello se toma el discurso y no permite dar una visión completa y tener la capacidad de responder la pregunta de por qué la masacre perpetrada es diferente a todas a aquellas ocurridas a lo largo de la historia de Chile. ¿Qué hace diferente a este hecho histórico de todos los anteriores?

En el presente artículo intentaremos aportar algo a esas respuestas necesarias. 

Desde lo que nos interesa plantear, podemos distinguir tres períodos fundamentales: 

1º Período Constitucional y de desarrollo capitalista 1833-1925. Imperio de la Constitución de 1833 que estaría vigente por 92 años.

Durante este período se ejecutan:

Masacre de Lo Cañas (18 de agosto, 1891), Masacre del Mitin de la Carne (septiembre, 1905), Matanza de Plaza Colón (6 de febrero, 1906), Matanza de la Escuela de Santa María de Iquique (21 de diciembre, 1907), Matanza Forrahue (21 de octubre, 1912), Asalto e incendio a la sede de la FOM (27 de julio, 1920); Masacre de San Gregorio (3 de febrero, 1921), Masacre de Marusia (Oficina Marusia, marzo 1925), Matanza de La Coruña (5 de junio, 1925).

2º Período Constitucional y de desarrollo capitalista 1925-1973. Imperio de la Constitución de 1925 que estaría vigente por 48 años.

Durante este período se ejecutan:

Masacre de Ranquil (junio-julio, 1934), Matanza del Seguro Obrero (5 de septiembre, 1938), Masacre de La Plaza Bulnes (28 de enero, 1946), Matanza de la Población José María Caro (16 de noviembre, 1962), Masacre de El Salvador (11 de marzo, 1966), Masacre de Puerto Montt (9 de marzo, 1969).

3º Período Constitucional y de desarrollo capitalista el cual se puede subdividir en dos períodos:

a) 1973-1990 período de refundación del estado ahora de carácter contra insurgente y

b) 1990-2023 consolidación de este estado neoliberal-contra insurgente. 

En el período que va desde 1973-1990, período refundacional, la dictadura militar-burguesa impulsa la refundación del estado de la siguiente forma: 

Guerra Interna, militarización y terrorismo de estado. 

En este aspecto la políticas, tácticas y estrategias desarrolladas tienen como objetivo: 

Aniquilar el movimiento popular construido desde fines del siglo XIX hasta 1973. 

Aniquilar a la izquierda reformista y a la izquierda revolucionaria.

Aniquilar al movimiento de Cristianos por el Socialismo y su reemplazo por la visión fascista del cristianismo, Opus Dei y otros. 

Todo ello desde la concepción de la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN) y de los Conflictos de Baja Intensidad (CBI). Para ello se militarizó la sociedad, se construyó el Enemigo Interno como eje de esa política terrorista y fundamento del golpe de estado. En ello es necesario recordar algunas declaraciones que permitieron el desarrollo del terrorismo de estado:

“La opinión mía es que estos caballeros se toman y se mandan por avión a cualquier parte e incluso por el camino lo van tirando abajo” General Augusto Pinochet

“Hay que extirpar el cáncer marxista”, General Gustavo Leigh

“Si me dieran a elegir entre “una dictadura marxista y una de nuestros militares, yo elegiría la segunda” “Las informaciones que nos transmite el cable revelan que lo sucedido en Chile se está enjuiciando en el exterior con mucho desconocimiento de la realidad. La mayor prueba es la enorme dotación de armas que tenían las ilegales milicias marxistas que formaban un verdadero ejército paralelo, con un poder de fuego equivalente a 12 regimientos regulares y con la presencia activa de más de diez mil extremistas extranjeros”. Patricio Aylwin, 26 de septiembre, 1973

Para lograr los objetivos propuestas en estas declaraciones se crearon los organismos de exterminio y de terrorismo como fue la DINA, la CNI y el Comando Conjunto. Se crearon centros clandestinos de detención, tortura y desaparición de personas a lo largo de Chile. Sin esta política planificada terrorista, o genocida, hubiese sido imposible la refundación del estado en el resto de los planos. 

La Doctrina del Shock es la aplicación de la Doctrina de Seguridad Nacional en el plano económico. La Doctrina del Shock es la aplicación del terrorismo en el plano económico. Es una masacre y genocidio en el plano de la economía. Eso es el neoliberalismo. 

La refundación del estado capitalista, ahora contra insurgente, tuvo que enterrar la concepción de estado también impuesta por la clase dominante y que se desarrolló desde 1925 hasta 1973. Ese Estado conocido como Estado Empresario se sustentó desde el Capitalismo de Estado. La dictadura militar-burguesa asume el Neoliberalismo lo que significa despojar al estado de toda su capacidad de intervención y dejar al libre mercado como el centro como también destruir yo privatizar la industria nacional, enajenar los recursos naturales y abrir las puertas a las transnacionales.  

La agresividad extrema de la aplicación de la Doctrina del Shock avanzó en la medida que el terrorismo de estado avanzaba en su maquinaria de la muerte o solución final. En este sentido el Neoliberalismo no es más que un Capitalismo Contra insurgente. La Doctrina del Shock elimina las concepciones desarrollista, nacional-popular, nacionalista, soberanistas y de desarrollo hacia dentro e impone el desarrollo hacia afuera, asume la globalización imperialista y desea ser parte de esta. Somete a todo la clase trabajadora a los intereses imperialista en este nuevo período de desarrollo. Asume los tratados de libre comercio, impone un nuevo Código Laboral también contra insurgente que tiene como objetivo imponer nulos derechos a los trabajadores, imponer una nueva esclavitud, la precariedad laboral, el subcontrato, la multifuncionalidad a la clase trabajadora. Se mercantilizan los derechos sociales convirtiéndolos en bienes de consumo. Impone los 11 Pilares del Neoliberalismo. 

Para sustentar todo lo anterior, y avanzar en la refundación del estado, era necesario el aniquilamiento de los opositores no solamente físicamente sino también desde el punto de vista ideológico.

Aniquilamiento ideológico 

Aniquila la Teología de la Liberación e impone el Opus Dei.

La Democracia Cristiana entierra el Socialismo Comunitario y asume la Economía Social de Mercado. Otra forma de denominar al neoliberalismo. 

El Socialismo Latinoamericano de origen marxista es eliminado y en su reemplazo se impone la Renovación Socialista no marxista. 

Los partidos reformistas entierran las concepciones socialdemócratas, eurocomunistas y asumen la Tercera Vía y el progresismo como sus ejes ideológicos. Este progresismo rechaza a la clase trabajadora como su centro de construcción y esta es reemplazada por los temas emergentes, la agenda valórica como la diversidad, el feminismo burgués y otros. 

Se profundiza la oligarquización de la política como también se avanza en la mercantilización de los partidos mediante las leyes que los rigen. Se impone la idea de partidos instrumentales, de partidos programáticos, y no ideológicos, sin estrategia y donde la coyuntura es lo que domina. 

Este cambio ideológico que no supuso resistencia alguna de parte de los ideólogos y dirigentes máximos de los partidos reformistas, ahora progresistas, constituye una de las mayores traiciones al movimiento popular, al pueblo, a los trabajadores porque a partir de esa renovación, desde ese cambio ideológico profundo se profundiza a tal grado el colaboracionismo de clases que ahora el Partido Comunista y el Partido Socialista, cuyo objetivo original era el socialismo, pasan a formar parte del bloque de poder dominante y en defensa de los intereses de la clase dominante. 

Desde esta perspectiva aquella ilusión de situar la política entre izquierda y derecha, o entre gobierno y oposición entre ambas expresiones políticas resulta errado. La izquierda con esa renovación, y su incorporación al bloque de poder dominante, asume el programa y concepción de Estado de la derecha histórica convertida hoy en neoliberal y globalizada. Esta izquierda progresista no es más que otra versión de las políticas neoliberales, de la derecha. De la misma forma no existe una relación entre gobierno y oposición por cuanto esta izquierda no constituye una oposición al neoliberalismo, lo que existe es la alternancia en el poder político de diferentes facciones del bloque de poder que logran mediante una elección ilegítima hacerse del gobierno. Esta es la importancia estratégica de la renovación socialista. 

Pero la contra insurgencia también debía tener una política hacia los movimientos sociales una vez instalada la democracia y desde la renovación política-ideológica.  

Se avanza en la burocratización de los movimientos sociales. Este proceso se ve con mayor claridad en el sindicalismo. Se elimina todo vestigio de autonomía e independencia de clases. Se impone la total subordinación y colaboracionismo de clases. 

Se reemplaza o se elimina la clase trabajadora y en su reemplazo se impone conceptualmente la clase media donde el trabajador ya no es tal sino es ahora un consumidor y/o emprendedor. Se transforma a los dirigentes sociales en operadores políticos y a los colectivos o movimientos sociales en correas de transmisión, en ejecutores de las «políticas públicas» tanto de los gobiernos de turnos como de los partidos políticos. Estos colectivos totalmente subordinados asumen también un rol contra insurgente no solamente al ser parte de los objetivos del bloque en el poder sino porque su misión es evitar la emergencia de un movimiento social autónomo e independiente, con vocación de poder y cuyo objetivo sea la revolución y el socialismo. Las burocracias sociales son parte del enemigo del pueblo y de la clase trabajadora. Para lograr ese objetivo, las burocracias sociales (sindical, estudiantil, poblacional, étnica, feminista, ecologista, etc) realizan todas las políticas tendientes a imponer su discurso vacilante, oportunista, traidor cuyo objetivo es validar el diálogo tripartito ante cualquier conflicto que nazca. Validan a las instituciones del Estado, al parlamento y al gobierno como interlocutores válidos para la resolución del conflcto a sabiendas que lo que se le otorgará a quienes luchan genuinamente no es más que migajas y que ese movimiento social será sometido a la intervención y a la implosión sino a la represión directa. Las burocracias sociales trabajan en la desactivación del conflcto social y de la lucha de clases por ello posee un rol contra insurgente.  

Entonces, lo que diferencia a la dictadura militar-burguesa, a esta nueva masacre, de las anteriores,  no es solamente lo prolongado en el tiempo (17 años de dictadura militar-burguesa) sino que ella se inaugura un nuevo período de desarrollo capitalista y donde la clase dominante impone su nuevo programa y concepción de sociedad. La dictadura no puede ser vista como una «aventura» de cuatro milicos gorilas golpistas sino que tiene que ser analizada desde la perspectiva de la lucha de clases, desde la perspectiva de la clase dominante donde las fuerzas armadas fueron el mejor instrumento político-terrorista que encontró la clase dominante para pasar a un nuevo estadio de desarrollo. Completado el proceso de instalación de esa nueva forma de concebir el capitalismo y la sociedad, una vez terminada esa política del shock tanto en el plano económico (o terrorismo económico) como represivo (terrorismo de estado) era necesario volver a esa dictadura conocida como democracia burguesa ahora en su versión de democracia de seguridad nacional / contra insurgente. Era necesario de volver a las condiciones normales de la política burguesa cual es la subordinación de las fuerzas armadas burguesas al poder político también burgués. Era necesario que las fuerzas armadas burguesas comprendieran que su rol principal desde el Estado y del gobierno fue coyuntural, aunque estratégico, y que al ser también parte del bloque en el poder y brazo de la clase dominante, debía someterse al poder real, al poder político-económico. En ambos períodos 1973-1990 y 1990-2023 la misma clase dominante ha estado en el poder, la misma clase dominante ha continuado desarrollando su programa pero a la vez ampliando los integrantes del bloque en el poder.

La dictadura fue el programa de la clase dominante también lo fue la transición. Al ser ambas, dictadura y democracia, dos caras de la misma moneda constituyó un grave error haber situado la lucha contra la dictadura (dictadura de la clase dominante) en esa falsa dicotomía de «dictadura o democracia» y lo nefasto que resultó la consigna de ¡Democracia Ahora! por cuanto la democracia que se hacía referencia era precisamente la democracia burguesa. Para conquistar la democracia burguesa, ahora de seguridad nacional, no era necesario, que las direcciones políticas, asumieran la lucha armada por cuanto el reformismo, y en particular el Partido Comunista, no buscaba convertir la lucha contra la dictadura en una lucha por la toma del poder por parte del proletariado y menos por el socialismo, sino lo que buscaba el PC era volver a su zona de confort, cuál es, el parlamento, Estado burgués y ahora como parte del bloque en el poder. Quienes ejercieron la lucha armada en ese período, las bases, mandos medios y la nueva dirigencia en el caso del FPMR, lo hicieron teniendo como objetivo genuino y claro la lucha por el poder, por la revolución y el socialismo el cual chocaba con los objetivos de la dirección política que a la vez se encontraba negociando una salida política pactada con el conjunto de los partidos burgueses, ayer golpistas, y ahora de oposición. La transición pactada por todas las facciones burguesas y donde se invitó a la mesa a la izquierda renovada o en proceso de renovación fue una de las mayores traiciones ante un pueblo y clase trabajadora ampliamente movilizada y en disposición de combate frontal contra todo lo impuesto por la dictadura. Así, la lucha armada para las direcciones no fue central para las direcciones ya que no era el objetivo la creación de una fuerza revolucionaria sino fue auxiliar para los objetivos transicionales y restauradores de la política clásica burguesa. La transición fue la legalización y legitimación de la dictadura militar-burguesa. La fiesta de la democracia, la alegría que prometieron que llegaría era la fiesta derivada de la más brutal dictadura de la historia reciente cuyo símil lo constituye la dictadura de Diego Portales en la fundación del Estado de Chile claro ahora estábamos y estamos en un nuevo proceso fundacional o refundacional ahora en la fase de su consolidación. 

En definitiva, la transición no transitó a ninguna otra parte sino que se mantuvo en el mismo lugar. Fue precisamente el segundo periodo, 1990-2023, tan importante como el primero, 1973-1990, por cuanto este tendría como objetivo la consolidación, perfeccionamiento y prolongación del terrorismo o doctrinas del shock implementado durante la dictadura. Para ello la renovación socialista, la Concertación, la Nueva Mayoría, el Frente Amplio y el colaboracionismo del Partido Comunista han resultado fundamentales.  

El estallido social del 2019 dejó al descubierto un secreto a voces. La obra de la dictadura se encontraba intacta y gozaba de buena salud lo cual significaba que lo que hay hoy en Chile no es una democracia genuina sino una dictadura disfrazada pero dictadura al fin.

El proceso histórico abierto el 11 de septiembre de 1973 aun no termina sino que se encuentra en pleno desarrollo. Sus hondas expansivas todavía se sienten. Es un proceso histórico de larga duración. La dictadura militar-burguesa que duró 17 años no es cosa del pasado sino que se ha prolongado por 50 años. 

Dentro de ese proceso histórico de larga duración la clase dominante debe lidiar también con las sucesivas crisis de su capitalismo contra insurgente y también con el escenario internacional marcado por la guerra ínter imperialista en marcha, la creación de  nuevas influencias.

Para continuar con el proceso iniciado el 11 de septiembre de 1973, los partidos progresistas, al igual que los partidos fascistas, han continuado desarrollando el programa de la clase dominante a través de los mal llamados gobiernos pos dictatoriales o gobiernos civiles (cuando en realidad son gobiernos burgueses). 

El carácter contra insurgente del Estado implantado en 1973 continúa hasta el día de hoy y su perfeccionamiento sigue su curso en las nuevas leyes represivas que se vienen promoviendo como es la Ley anti Toma, Aula Segura, ley Penal Juvenil, por ejemplo. Mediante también de la formación de los Consejos de Seguridad Comunal, mayores facultades represivas para la policía militarizada de carabineros, de la revisión y redacción de una nueva Ley de Inteligencia. Mediante la proliferación de guardias de seguridad que supera con creces a la población de carabineros. Mediante la creación discursiva y operativa de las Macro Zona (es un término militar), Seguridad Ciudadana. Mediante la militarización de territorios como en el caso de la Araucanía que desde los inicios del gobierno de Gabriel Boric ha estado bajo el Estado de Excepción. También mediante el envío de efectivos militares a la Escuela de las Américas, la mantención de acuerdos de cooperación militar con los Estados Unidos como la compra de nuevas armamento para la guerra interna, etc.  

El actual contexto constitucional (redacción de una nueva constitución política) es una pieza fundamental en la nueva etapa de desarrollo del Estado Contra Insurgente y del neoliberalismo donde la clase dominante eligió al nuevo progresismo, Frente Amplio + Apruebo Dignidad, como los administradores de turno del sistema de dominación. El rol fundamental de este nuevo progresismo es la desactivación completa de la fuerza popular aparecida durante el estallido social. Es mediante ellos asegurar que esa insolencia masiva y violenta no vuelva a aparecer y que este progresismo aseguro nueva olas de represión contra quienes se deciden a justificar nuevas rebeliones. El gobierno de Boric así lo ha cumplido. Ha sido fiel a esos objetivos y ha desarrollado casi por completo todo el petitorio represivo impuesto por la derecha fascista y se ha aliado con la nueva derecha (ex Concertación) para dar conducción a su gobierno. Las políticas contra insurgentes de este nuevo progresismo se plasmaron también en la propuesta constitucional (Convención Constitucional) donde se le asignaron mismas funciones tanto a las fuerzas armadas como a carabineros lo cual es la más clara confesión que la guerra interna, su preparación, pasaba a tener rango constitucional. Fue esa misma Convención Constitucional la que aceptó que las bases del neoliberalismo, el neoliberalismo mismo y los tratados de libre comercio no podían ser alterado, es decir, legitimaba la Doctrina del Shock y al capitalismo contra insurgente conocido como neoliberalismo.

El progresismo actúa en coordinación con la derecha fascista para lograr la prolongación del Estado Contra Insurgente en todos los planos, a través de sus políticas públicas expresadas a través de los 24 ministerios. 

Pero al igual que ocurriera durante la Unidad Popular donde la clase trabajadora comenzó a organizarse desde fuera del aparato del Estado y desde fuera de los partidos reformistas de la época mediante los órganos de poder popular y mediante la construcción de organizaciones revolucionarias que perseguían genuinamente la revolución socialista (desde abajo y desde fuera), ahora ese mismo proceso paralelo desde el pueblo y desde los trabajadores se viene dando y se ha venido dando desde el mismo 11 de septiembre de 1973. Ese proceso paralelo en nada coincide, y es antagónico, a los objetivos que proclama el progresismo al ser este parte del bloque en el poder. Posee, este proceso paralelo, sus propias dinámicas, formas, objetivos y su propios programa en construcción. Va por un carril diferente y es este carril y proceso paralelo el cual el bloque en el poder pretende aniquilar y desarticular ahora con mano progresista y desde una lógica contra insurgente para este nuevo período. Así, la única forma de contra restar esta política contra insurgente de mano progresista es mediante la construcción de políticas insurgentes en todos los planos. No hay otra forma. Chile aun se encuentra bajo una dictadura como lo ha estado siempre. La dictadura no es algo del pasado sino del presente y del futuro. 

Entre amigos y aliados

                                                   

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