CHILE. EL ESTADO OPRESOR CONTRA LOS ESTUDIANTES SECUNDARIOS
Antecedentes represivos bajo Boric.
- Apoyo total a la labor represiva de la policía militarizada de carabineros.
- Militarización de la “Macro Zona Norte” (término militar para referirse a las regiones fronterizas del norte de Chile), Estado de Excepción para frenar la inmigración.
- Militarización del Wallmapu (Araucanía) mediante la sucesiva aprobación del Estado de Excepción en la “Macro Zona Sur” (término militar para designar las regiones del sur donde existe una lucha de recuperación territorial por el Pueblo-Nación Mapuche).
- Encarcelamiento de Héctor Llaitul y comuneros mapuche.
- Se valida la prisión política como forma de represión estatal y a la vez la niega.
- Los presos políticos de la revuelta siguen encarcelados.
- No hay avance alguno sobre los crímenes contra la humanidad, del terrorismo de estado durante el estallido social. El estado y el gobierno no se hacen parte en los juicios. No se hacen cargo. Impunidad del alto mando y de las autoridades del gobierno de Piñera como de Piñera mismo.
- Compra de mayor equipamiento militar-policial a ser enviado al Wallmapu
- Represión sucesiva a las protestas estudiantiles desde el inicio del gobierno de Boric.
- Se solicita mayor agilidad en la tramitación de una nueva Ley de Inteligencia.
- Se abre a la discusión de una nueva ley de Aula Segura, vigilancia (inteligencia policial) al interior de los establecimientos educacionales de estudiantes secundarios.
- Reanuda el discurso anti terrorista, anti delincuencial, de seguridad ciudadana y de orden público como una forma de criminalizar la protesta y descontento social. Esta es la continuidad de las políticas represivas iniciada por la Concertación desde 1990.
- Se envía al parlamento ley de Protección de Estructura Crítica la cual fue aprobado con los votos del progresismo
El estallido social (2019), como todas las protestas de los años anteriores, puso en el tapete la aparición de «una generación sin miedo», es decir, de una nueva generación a reanudar la lucha social sin los traumas del golpe de estado, de la dictadura militar ni del terrorismo de estado. Esta nueva generación desde mediados del 2000 se viene parando frente, cara a cara del Estado cada vez que desde los movimientos y organizaciones sociales luchan por alguna demanda sectorial, o nacional. En esto los estudiantes secundarios, adolescentes, han sido ejemplares, heroicos y valientes contra un Estado que valida el terrorismo policial con todas sus consecuencias.
La propia características del «ser adolescente» sumado a una cuota importante de rebeldía y su relación con la ideología revolucionaria, en su amplia expresión, hace que este sector sea indomable, rebelde y contestatario, masivo y violento contra los «viejos vinagres».
Así, el movimiento estudiantil secundario ha marchado a contra corriente cada vez que el reformismo y los gobiernos de turno han decidido pactar y bajar las movilizaciones, ahí, a la vuelta de la esquina se encuentran con estos adolescentes en lucha y decididos. Son los hijos de los obreros, trabajadores, pobladores, madres solteras, pueblos originarios radicados en las grandes urbes. Son los hijos de los cesantes de los pobres, pero también de los profesionales empobrecidos, del pueblo marginal. Son en palabras del historiador, Gabriel Salazar, son los hijos del «pueblo mestizo» en busca y en creación de su identidad, de sus raíces y en busca de su liberación.
Esta rebeldía juvenil no les es útil al poder porque lo confronta. Esta rebeldía no le sirve al poder como un elemento discursivo para demostrar las bondades de la libertad de expresión, la hermoso de la rebeldía juvenil dentro de los márgenes del capitalismo. No les sirve porque esta rebeldía juvenil lleva en su vientre el anti capitalismo, el anti poder dominante y quién sabe la revolución.
Ante esto, ya los alcaldes de la derecha pinochetista conformaron redes de inteligencia dentro de los liceos focos de Santiago, de espionaje donde tomaron parte profesores y directores. Esto también se llegó a cabo por parte de la Concertación en los campos universitarios. El soplonaje dentro de los centros de educación y estudio son de antigua data. En ello han cooperado los militantes de los partidos reformistas que al interior de los colegios actúan como verdaderos aparatos de inteligencia que operan contra los colectivos rebeldes secundarios. Son los que llaman «los pacos rojos» (paco(s) es la forma que se tiene en Chile de llamar despectivamente a la policía uniformada).
Ante el fracaso del plebiscto del 4 de septiembre, la debilidad en que se encuentra la economía chilena, (se dice que el próximo año la economía chilena crecerá -0,5% a 0%), la respuesta que encontrará el gobierno de Boric y toda la clase política (oligarquia) será aumentar los niveles de la represión ante la reanudación de las protestas estudiantiles secundarios, las barricadas diarias y la quema de buses del transporte público.
El senador Juan Luis Castro, socialista, en el matinal de CHV, Contigo en la Mañana (07/09/22) señaló que el gobierno debería impulsar la «inteligencia pactada» al interior de los colegios. Esto es, introducir la inteligencia policial (vigilancia policial de todo tipo) al interior de los colegios con el acuerdo (pactado) con la dirección de los establecimientos, con el cuerpo de profesores, con los centros de padres y apoderados, también. Esto es volver a los tiempos de la dictadura de Pinochet, que el progresismo proclama querer enterrar, ya que fue en esa época cuando los aparatos de inteligencia y represión formaban parte de los establecimiento, hacían listas de los secundarios militantes de izquierda para luego perseguir dentro de los establecimiento, intervenir sus teléfonos, someterlos a seguimientos, secuestrarlos, torturarlos, desaparecerlos, encarcelarlos, etc. Hacerles sus vidas imposible pero también a su entorno familiar, romper sus relaciones sociales, aislarlos y tratarlos como leprosos socialmente.Esta es la política que desea impulsar Castro y que de seguro encontrará eco en gran parte del progresismo que dudará en reprimir a esta adolescencia y juventud valiosa.
Se vienen tiempos oscuros, de sótanos y represión, de centros de torturas, de persecución. La nueva generación tendrá que comprender que si bien la lucha debe ser frontal contra la explotación, las organizaciones no pueden ser del todo abiertas donde entre quien quiera y donde sus integrantes sean todos visibles. El poder es perverso, cruel y despiadado y de eso los progresistas han aprendido de sus socios de negociación, los fascistas, ambos defensores del estado burgués.
Para comprender la represión contra el movimiento estudiantil secundario
La noche de los lápices, película argentina. Caso real.