CHILE. SE VIENEN LAS RATAS SE ACERCAN LAS ELECCIONES.

CHILE. SE VIENEN LAS RATAS SE ACERCAN LAS ELECCIONES.

Este 7 de mayo se realizará la elección para elegir a los Consejeros Constitucionales como parte del segundo intento por redactar una nueva constitución capitalista y burguesa como forma también de encontrar una salida del mismo tipo a la actual crisis política, del capitalismo, evidenciada en toda su magnitud en el estallido social del 2019.

A decir verdad es poco o nada lo que se elige y quizás esta es una de las elecciones dentro de la democracia burguesa donde los ciudadanos o electores son el factor menos relevante y menos incidente muy parecido a los plebiscitos realizados durante la dictadura de Pinochet. Esto porque desde marzo, más o menos, es que viene operando el Consejo de Expertos que está redactando entre cuatro paredes y de espaldas al pueblo la mismísima constitución. Será estos «expertos» constitucionales u operadores capitalistas los que le entregarán a los Consejeros Constitucionales el texto para su «revisión». Entonces, la elección del 7 de mayo pierde todo sentido (si es que las elecciones en la democracia burguesa han tenido algún sentido alguna vez). A este amarre oligárquico-autoritario se suma el amplio acuerdo firmado desde el Partido Comunista, pasando por el Frente Amplio y la ex Concertación hasta llegar al fascista Partido Republicano y la UDI conocidos como los 12 Bordes Constitucionales acuerdo previo a la instalación del Comité de Expertos. Básicamente ese acuerdo limitó la redacción de la constitución. Estableció lo que no se puede cambiar del actual sistema capitalista-neoliberal y lo que debe estar en al futuro texto constitucional. Toda la clase política, todos los partidos oligarquizados desde los «comunistas» hasta los fascistas se han unido en defensa del sistema capitalista y en defensa de la democracia burguesa, del Estado Opresor. 

Todos los partidos reformistas, burgueses, socialdemócratas, fascistas, reaccionarios todos, cometen el error de pensar e imponer la falsa idea que los problemas de la «patria», de la «nación» se resuelven con la redacción de una nueva ley madre. Quieren imponer la idea que bastaría un mero cambie legal para que la vida cotidiana y futura de la clase trabajadora y de los pueblos cambie sustancialmente. Lo hacen porque lo creen genuinamente y porque también es una forma de aplazar la crisis, ganar tiempo porque también saben que la cosa puede estallar en cualquier instante. 

La idea del cambio constitucional como solución es también la estrategia encontrada por este nido de ratas para que la oligarquía se de un nuevo marco de legalidad aparente para continuar incrementando la concentración del poder, sus riquezas, su poder, defender sus bastardos intereses de clase y continuar con la explotación de una clase trabajadora que no aguanta más.

Pero saben también que ese cambio constitucional no debe venir solo sino acompañado del terrorismo policial, es decir, dotar de mayores facultades represivas a las policías militarizadas e involucrar a las fuerzas armadas en la guerra interna llamada guerra contra el crimen organizado mediante los Estados de Excepción. También saben que esto implica, aparte de nuevas leyes, mayores recursos bélicos y financieros a pesar que los altos mandos se caen a pedazos por sus profundos y altos niveles de corrupción.

Para justificar todo ello desatan el terrorismo mediático para imponer la sensación de vulnerabilidad, de desprotección tanto en la televisión (por ejemplo lo matinales que van desde las 07.00 de la mañana hasta las 14.00 con contenido terrorista) como desde la campaña electoral. Pero si aquello no fuera suficiente despliegan el más importante y significativo de los terrorismos oligárquicos contra la clase trabajadora, cuál es, el terrorismo patronal, empresarial, económico. 

Para ello han avanzado enormemente en aumentar el empleo informal en medio de esta prolongada crisis capitalista que quizás quienes se encuentran en este segmento sean, en número, superior a quienes tienen son parte del empleo formal. Pero aun así quienes poseen un empleo formal (cuentan con contrato) tampoco pueden cantar victoria por cuanto son empleos presurizados hasta el infinito, donde el trabajador no tiene ningún derechos laboral, donde los trabajadores no tienen poder alguno en la negociación al haber una brutal persecución para evitar la sindicalización y donde el patrón desarrolla prácticas antisindicales, no pago de las leyes sociales y sueldo miserables. A esto el conjunto de la clase política desde los «comunistas» hasta los fascistas han acordado implementar la reducción de las 40 horas semanales pero también un profundo cambio de las relaciones laborales al implementar junto con la reducción la flexibilidad laboral para el conjunto de la clase trabajadora. Es decir, mayor precarización, mayor explotación y esa dará mayor informalidad laboral. Si a esto se suma los mayores desastres medioambientales después de entrada en vigencia del TPP 11 y la aprobación de nuevos proyectos mineros entonces la crisis no la para nadie. 

Desde todo esto, y mucho más, a esta altura le debería quedar bastante claro a la clase trabajadora, o por lo menos debería ser así, que nada se consigue dentro de los márgenes de la democracia burguesa que es una farsa. Nada se consigue dentro del parlamento o desde el Estado. Nada conseguirá si continúa siendo vago de cola de un conjunto de partidos políticos que se han convertido en una clase en sí mismo y que no sólo defiende sus propios intereses sino los de la oligarquía y del imperialismo al cual llaman transnacionales. Y nada conseguirán continuando abrazando los beneficios de la tan mentada globalización capitalista que no es más que la representación mundial de lo que ocurre en Chile y en cada uno de los países con una clase trabajadora y pueblos sometidos por la dictadura del capital. 

Es por ello que la clase trabajadora debe avanzar en construir la herramienta de un sindicalismo revolucionario, clasista y combativo. Que se construya y se levante desde la autonomía e independencia de clase, desde la democracia obrera, desde la acción directa. Pero no sólo eso. A la par la clase trabajadora debe comprender que también debe avanzar en la construcción de su propio partido o movimiento revolucionario como herramienta política y que el conjunto debe ser capaz de ejercer las formas de lucha que la misma lucha de clases le va indicando como necesarias y urgentes y que todas ellas nacen y se desarrollan desde fuerza de los marcos legales burgueses y desde fuera del Estado y contra este. La clase trabajadora debe ser capaz de ganar la lucha de clases a su favor y no ser un mero espectador, ver como la historia transita frente a ella, frente sus ojos. Debe ir al encuentra de esta, asumirla y transformar la historia revolucionariamente.

Es por ello que el primero de los pasos en este nuevo período es no concurrir a votar, anular, demostrar indignación de tanto abuso y explotación. Desbancar los argumentos burgueses, reformistas y fascistas que nos pretenden imponer. Deslegitimar desde ya el futuro texto constitucional. La nueva constitución no representará los intereses de la clase trabajadora y de los pueblos en lo más mínimo y parezca exagerado la nueva constitución y todas las leyes que la soportan y circundan, como también el conjunto de la clase dominante, política y el Estado mismo deben ser considerados, todos, nuestros enemigos de clase al cual debemos combatir con decisión y frontalmente. 

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