CHILE. LA NATURALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA Y LA MILITARIZACIÓN DE LA POLÍTICA
Cada vez que la violencia en su formato de delincuencia o de estallido social reaparece, los administradores de la sociedad de la clase, a las cuales le llaman autoridades del gobierno, lanzan toda una artillería argumentativa condenando la violencia “venga de donde venga”, diciendo que es el “diálogo la herramienta más efectiva para dirimir las diferencias” y que “nadie puede tomar la justicia en sus propias manos” y un sinfín de argumentos similares.
En el caso de Chile, la violencia popular reapareció tempranamente en el inicio de los 90s como rechazo hacia la política de la “justicia en la medida de los posible” como la primera manifestación a la impunidad sobre los crímenes contra la humanidad y de terrorismo de Estado que se quiso imponer como cada vez que, posteriormente, las fuerzas represivas quisieron reprimir las manifestaciones populares.
Pero fue el reinicio de la recuperación de tierras, los ataques a las fuerzas política-económicas de las forestales y terratenientes, en el sur del país, por parte del movimiento revolucionario mapuche, lo que configuró una violencia popular organizada que se disponía a enfrentar al Estado que históricamente ha asesinado a los pueblos originarios. Esa acumulación de furia e indignación también se acumuló en el pueblo mestizo, en la clase trabajadora que estalló con todo contra la injusticia social y las leyes del capitalismo arrasando con todo el 2019.
Ante los nuevos hechos de violencia donde en el 1º de mayo reciente es herida gravemente la periodista popular, Francisca Sandoval, por un sicario, el gobierno de Boric ha recurrido al discursillo propio de la clase dominante esta vez en la versión que “no se puede naturalizar la violencia” y frases cliché sucesivas para dejar contenta y tranquilizar a los espectadores. Pero, ¿Qué es eso de “naturalizar la violencia”?
Cuando Boric, y otros, plantean aquello de “no se puede naturalizar la violencia” incurren en una mentira de proporciones, en un argumento falaz y en una hipocresía evidente. ¿Por qué?
Porque la acumulación del capitalismo de unos pocos y la opresión de muchos fue configurando la formación de las clases sociales en Chle y la formación del Estado. Eso implicó la concentración del poder en una minoría social ociosa y decadente que ha aumentado exponencialmente en la medida que la pobreza de la mayoría ha aumentado también exponencialmente la pobreza y miseria de la mayoría generadora de esas riquezas usurpadas.
La violencia económica capitalista mediante el trabajo asalariado esclavo fue defendida con la creación de los aparatos armados del Estado y de la clase dominante y con ello de tomo un armado político-jurídico, religioso también, que fundamentó esa opresión y esclavitud en su forma de Derecho, de constitución y de ley. La democracia burguesa, la productividad capitalista y la defensa del Estado burgués de derecho han sido las formas de “naturalizar esa violencia” originaria donde resguardar y proteger la “paz social burguesa” mediante el ejercicio parlamentarista e imponer la lucha político-legal ha sido el marco represivo impuesto a los explotados desde donde pueden y deben descargar su descontento.
La burguesía mediante el Estado, instrumento opresor y violento por excelencia, ha impuesto no sólo la naturalización de la violencia sino la criminalización de la protesta social, la construcción histórica del enemigo interno y el desarrollo de las estrategias contrainsurgentes para mantener y defender los intereses de la clase capitalista contra la clase proletaria. Así, la extrema riqueza y la extrema pobreza, como expresión de la violencia, ha sido naturalizada como una expresión del “desarrollo natural del capitalismo y de la sociedad”. El patriarcado, la xenofobia, la aporofobia, el racismo, el fascismo, el supremacismo, todas expresiones de la ideología dominante-burguesa han venido naturalizando la violencia monopolizada de la clase en el poder.
Si se pretende no naturalizar la violencia entonces cosa sencilla se debe terminar con el absurdo de la sociedad de clases y con la institución opresora histórica del Estado. Ambas van en contra de la “naturaleza” de cómo los seres humanos se deben relacionar en forma armónica entre sí y con la naturaleza. Si la clase política, después de proclamar la imposibilidad de “naturalizar la violencia” continúa con el desarrollo de políticas “públicas”, de clase, destinada a la prolongación y mantención de la sociedad capitalista, entonces, esa proclama no es más que la expresión hipócrita y cínica de su discurso e ideología.
Pero esa hipocresía también se expresa en la “militarización de la política” que ha desarrollado la clase dominante históricamente que en el caso de Chile las fuerzas armadas han realizado 25 matanzas obreras, campesinas y pobladoras a lo largo de la historia donde la primera fue el genocidio de los pueblos originarios y la última el genocidio durante el estallido social el 2019. Esa militarización de la política ha aparecido esencialmente cuando el proletariado, el movimiento social, el movimiento popular ha desbordado la naturalización de la violencia, es decir, los marcos legales político-jurídicos para conquistar sus legítimas demandas, la clase dominante ha respondido “con todas las fuerzas de la ley” y con la “violencia necesaria” para recuperar “el orden público” y la “sana convivencia”. El monopolio de los aparatos de violencia armada y su ejercicio (militarización de la política) es también expresión evidente de la política militar de la clase dominante contra las fuerzas proletarias.
Pero esa militarización de la política también se expresa en la represión policial contra la delincuencia, que al final de cuentas, esta es producto también de las profundas desigualdades generadas por un modelo social basado en la explotación del hombre por el hombre y en la defensa de la propiedad privada de los medios de producción social. Las cárceles son también expresión de la militarización de la política.
Pero cuando la lucha de los pobres no adquiere una forma “delincuencial” o no emana desde las expresiones que tiene el lumpen proletariado y esa lucha se expresa desde los sectores organizados del proletariado con una conciencia de clase anti burguesa y anti capitalista, entonces, la clase dominante desarrolla alianzas con el lumpen proletariado para combatir al potencial enemigo estratégico cual es el movimiento popular que se puede transformar en movimiento revolucionario. Ahí el discurso “anti delincuencia” es abandonado y adquiere su forma de discurso “anti subversivo”, “anti terrorista” que pretende deslegitimar la lucha anti capitalista y el desarrollo de una fuerza revolucionaria que ponga en peligro los intereses de clase.
Ha sido el lumpen el que en el último tiempo ha agredido a los estudiantes secundarios en sus legítimas protestas, los que han dejado herido a bala a tres personas en el último 1º de mayo y ha sido el lumpen el que se ha infiltrado al interior de las marchas, de la mano de los servicios de inteligencia y de represión para desvirtuar esas manifestaciones y ayudar a la legitimización de las políticas represivas del Estado contra los movimientos de la clase trabajadora. Ese “espiral de violencia” no es al azar sino es producto de este desorden social pero también es intencionado mediante montajes y políticas represivas contrainsurgentes. El lumpen también es una herramienta efectiva para las políticas contrainsurgentes y el desarrollo de la militarización de la política por parte de la burguesía.
¿Cómo el Estado con todos los recursos y fuerzas que posee ha sido inútil para terminar efectivamente con el crimen organizado, con los carteles del narcotráfico sino es por su colusión con ellos? Ambos tanto el crimen organizado como el narcotráfico son parte del capitalismo y ambos concurren también con sus recursos a dinamizar el capitalismo e incrementar el producto interno bruto. Ambos generan relaciones comerciales, redes de influencia con el poder legal público dominante establecido. Son el hijo ilegítimo de la clase dominante, del Estado y ambos son funcionales al capitalismo.
El problema para los trabajadores y pueblos organizados y en lucha es cómo desarrollan sus propias formas, sus propias organizaciones, sus propios órganos de defensa y de combate que le permita combatir esa militarización de la política, esa naturalización de la violencia proveniente del poder dominante de clase y de la clase en el poder. Esa política legítima militar proletaria, es desnaturalización de la violencia burguesa es un paso necesario para la conquista de las demandas inmediatas e históricas, en un paso urgente para la emancipación tanto de los pueblos como de la clase.
El Triángulo de la violencia
Sobre la violencia imperialista
Sobre la violencia capitalista
A los hombres futuros
El gran dictador, discurso