CHILE: LA CAMPAÑA DEL TERROR DE RICARDO LAGOS Y LA HISTERIA DEL PROGRESISMO
(LA CONSTRUCCIÓN DEL ENEMIGO INTERNO)
El escenario abierto por el estallido social ha tenido varias expresiones y ha vuelto a la vida a viejos cadáveres políticos.
Primero, puso en jaque al conjunto del modelo y pacto interburgués construido desde 1985 entre las fuerzas de las dictadura militar-burguesa de Pinochet con la firma del Acuerdo Nacional para la Transición hacia la Plena Democracia (democracia protegida o de seguridad nacional, defensa del neoliberalismo y de la Constitución del 80) y que transformó al viejo reformismo de izquierda en progresismo y en socialdemocracia neoliberal (Tercera Vía, nueva derecha) en lo que se conoció como Concertación que impulsó la democracia de los acuerdos, la democracia-justicia en la medida de los posible y la cohabitación y co-gobierno con la derecha pinochetista (fascista). Este pacto interburgués dominó la política chilena hasta octubre del 2019 (estallido social) con una remanente de reformismo de izquierda (Partido Comunista como parte de la izquierda extraparlamentaria) marginal y que se fue transformando en un apéndice del progresismo ocupando una posición más de izquierda dentro del mismo y con una izquierda revolucionaria inexistente.
Segundo, demostró que la fuerza popular, cuando el protagonista y conductor es el pueblo mismo, es capaz de poner es serios aprietos a toda la “institucionalidad” del Estado y al poder de la oligarquía llegando incluso a la posibilidad cierta de derrocar al gobierno y con ella toda la clase política. Ese proceso se vio truncado por la ausencia de una dirección y conducción revolucionaria como por el serio retraso de la construcción de un partido revolucionario que sea capaz de entusiasmar a las masas hacia sus planteamientos denotando la ausencia también absoluta de una estrategia, táctica, programa, plataforma de lucha y referente político-social que le diera sustento a esa construcción necesaria. En este contexto el pueblo se auto convocó, se auto condujo y desarrolló sus propias formas de luchas y consignas en base a una subsistencia dramática, miserable y de superexplotación.
Tercero, que el estallido social también fue la expresión de la convergencia de sectores populares, marginales y sectores medios siendo que estos últimos fueron parte de la orgía y festival neoliberal impuesto por la Concertación. Fueron estos sectores medios aspiracionales los que sirvieron de sustento a la base electoral de la Concertación junto con un sector importante del sector popular, marginal cooptada por las políticas asistencialistas, los bonos, y los subsidios a la pobreza.
Esta emergencia, cuasi insurreccional, llevó a que el conjunto de la clase política, de la clase dominante se viera aterrorizada y que la llevara a desarrollar todos los esfuerzos por reencauzar el descontento hacia el interior de la institucionalidad con la finalidad de revalidar la democracia burguesa y su Estado ambos puestos en jaque y a la vez con la intención de revalidar a la clase política y sus partidos que fueron, y son, parte esencial del problema por la implementación del neoliberalismo como también por el profundo y prolongado proceso de oligarquización de la política, de los partidos y del parlamento. Corrieron y encontraron la tabla de salvación en el nuevo pacto interburgués firmado por gran parte de las fuerzas parlamentarias desde el progresismo y la derecha fascista, Acuerdo Nacional por la Paz y la Nueva Constitución el 15 de noviembre de 2019, donde el nuevo progresismo o neosocialdemocracia, el Frente Amplio, tuvo un rol fundamental y su candidato presidencial Gabriel Boric.
Si bien sectores del progresismo, como el Partido Comunista y otros no concurrieron a la firma de este nuevo acuerdo nacional llevando al quiebre del Frente Amplio, a corto andar estos se plegaron al itinerario electoral derivado del mismo, lo validaron y lo hicieron suyo. La avalancha de votos que permitió que el 80% del electorado que votó en el plebiscito se mostrara a favor de una nueva constitución y por la instalación de una convención constitucional dejando atrás la instalación de una asamblea constituyente genuina sólo reflejó las ansias profundas de cambio por parte de un sector importante de la ciudadanía (donde convergieron personas de izquierda y de derecha de los sectores medios y populares).
Sin embargo, ese 80% alcanzado por la opción Apruebo, y el supuesto predominio del progresismo; Frente Amplio + Partido Comunista, y su validación como nueva alternativa conductora se vio seriamente puesta en entredicho como efecto de la elección presidencial de la primera vuelta, donde el candidato de la derecha fascista queda en primer lugar, José Antonio Kast, y donde Gabriel Boric candidato del neoprogresismo en segundo, y donde la derecha fascista en su conjunto logra la mitad de la cámara de diputados y de senadores dejando atrás el escuálido 20% que obtuviera en la elección de convencionales de la Convención Constitucional encargada de redactar una nueva constitución burguesa-capitalista.
Lo anterior abrió la posibilidad cierta que la derecha fascista venciera en la segunda vuelta, José Antonio Kast, como la posibilidad cierta que Boric lo hiciera. Este escenario de empate electoral, entendiendo que en la primera vuelta presidencial sólo votó el 47% del padrón electoral habilitado para hacerlo, abrió un espacio donde tanto las fuerzas progresistas (o nueva derecha) y la derecha fascista han ocupado, ambas, la campaña del terror como su arma principal político-electoral con la finalidad de convencer a las masas de lo válida de sus opciones políticas, convencerlas para que concurran a ir a votar y donde los discursos emocionales sobre escenarios futuros “caóticos” si gana uno u otra opción constituyen el centro del discurso político impuesto. Si gana Kast es el retorno del fascismo-pinochetismo lo cual sería un retroceso, según el progresismo. Y si gana Boric es el triunfo del comunismo y de la Unidad Popular, según la derecha fascista. Tanto Kast como Boric, en sus discursos, se presentan como los únicos que pueden dar “paz y gobernabilidad” a sabiendas que este reflujo de la lucha social, esta paz pre electoral es frágil y en cualquier momento, pasadas las elecciones, se puede volver a manifestar con toda su furia.
Con ello vuelve en gloria y majestad la necesidad de virar hacia el centro político inexistente, la recuperación conceptual de la democracia de los acuerdos, de los grandes acuerdos nacionales, de la política en la medida de lo posible donde el desarrollo del capitalismo, en crisis, y las ganancias oligárquicas es el centro y donde los intereses populares, el pueblo y la ciudadanía, sólo pueden aspirar al maquillaje del actual neoliberalismo y a cambios cosméticos de las industrias que han hecho miserables sus vidas. Los ricos seguirán siendo cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres sin importar quien triunfe únicamente por que la lucha de clases continúa y no se cancela y ambos son al final fuerzas pro capitalistas.
Si las fuerzas de la Concertación llegaron a comprar tumbas en el cementerio, como en toda novela de terror estos cadáveres abrieron sus tumbas, recobraron vida y poder esta vez de la mano, y desde atrás del neoprogresismo que optó por bajar todo su discurso y programa anti concertación (No son 30 pesos, sino son 30 años) abriéndoles las puertas de par en par todo en miras hacia la segunda vuelta presidencial que se muestra incierta.
Con ello, Gabriel Boric recibió el apoyo gustoso tanto de Michelle Bachelet como Ricardo Lagos ambos conspiradores internacionales, injerencistas en los procesos populares desarrollados en América Latina y como fieles representantes de los intereses imperialistas, pero ambos profundamente desprestigiados en amplios sectores del pueblo, de los trabajadores y de los ciudadanos que los mostró como uno de los principales culpables de todos los males durante el estallido social. Ahora vuelven como grandes estadistas, demócratas de la mano de Boric.
Ricardo Lagos: La campaña del terror continúa. “Las posiciones radicales de la extrema izquierda le han hecho la campaña a Kast”.
La paz social lograda pos estallido social, se sabe frágil y forzada. Eso lo sabe muy bien toda la clase política y dominante de la cual es parte Ricardo Lagos. Como saben que ese descontento sigue ahí, latente, las fuerzas progresistas en su conjunto deben avanzar en reconfigurar el “enemigo interno”, al nuevo demonio que se debe combatir y aislar desde ahora, desde la segunda vuelta sin importar el resultado electoral que de esta se desprenda.
Antes de la primera vuelta, importantes analistas políticos progresistas, Francisco Vidal, en muchos programas televisivos señalaron que “cada bomba molotov es un voto para Kast”, que “los extremos se tocan” y ahora a puertas de la segunda vuelta presidencial aparece Ricardo Lagos con aquello de ““Las posiciones radicales de la extrema izquierda le han hecho la campaña a Kast”. Nada dicen que fueron las políticas desarrolladas por la Concertación, la transición pactada, los sucesivos pactos interburgueses lo que ha permitido la sobrevida de la derecha fascista. La propaganda centra sus dardos contra la “extrema izquierda”, que inexistente como referente valido ante las masas, se sabe potencialmente válida y peligrosa para el frágil equilibrio logrado por la clase política, para mantener los frágiles equilibrios y evitar así una nueva irrupción popular.
El mensaje de Ricardo Lagos contra la extrema izquierda es el mensaje más patente de la ola represiva que vendrá contra los movimientos sociales al igual que lo hiciera la Concertación al inicio de la transición y que derivó en la criminalización de los movimientos sociales, en la militarización de territorios urbanos y rurales, la implementación de la prisión política, de asesinatos selectivos de luchadores sociales para paso al asesinato masivo, el desarrollo del terrorismo de Estado, terrorismo policial como graves y sistemáticas violaciones a los derechos humanos. Todo ello está de vuelta y la verdad es que nunca ha desaparecido.
En esto Ricardo Lagos y el progresismo tienen grandes coincidencias con su “adversario político”, José Antonio Kast, que integra junto a Bolsonaro y el partido español VOX la Coordinadora Internacional contra la Izquierda Radical de claro contenido fascista y de ultraderecha. Los extremos sin duda se tocan, se juntan, unos extremos vestidos como progresistas y los otros mostrándose francamente como fascistas.
¿Qué hacer ante esta nueva campaña del terror? ¿Qué hacer ante la aparición de este nuevo “enemigo interno”? ¿Qué hacer ante esta nueva etapa contra insurgente?
La única respuesta posible para neutralizar esa nueva ola es que la izquierda revolucionaria, sus expresiones de colectivos, deje de ser marginal, testimonial, que abandone su larga vocación, y opción, de “resistencia” y que de pasos concretos a convertirse en alternativa, en referente válido para los intereses y sectores populares. Que sea capaz de avanzar en la elaboración de la estrategia y táctica ausentes, que sea capaz de levantar su propio programa y plataforma de lucha. Que sea capaz de insertarse efectivamente en los movimientos sociales para aportar a la conducción pero sobre todo que sea capaz que la convergencia entre todos los sectores revolucionarios, entre todas sus expresiones es la única vía posible para neutralizar esta nueva ola represiva, avanzar y vencer. Para ello no hay que olvidar que la revolución consiste en sumar, sumar, sumar y no restar. Sumar, sumar, sumar y organizar. Sumar, sumar y sumar para vencer.
Para seguir leyendo
2021. El Desconcierto. Kast propone crear una Coordinadora Internacional Anti-Radicales de Izquierda
2021. T13. Ricardo Lagos «las posiciones radicales de extrema izquierda le han hecho la campaña a Kast»