REV. CULTURAL: EL SIGNIFICADO DE LOS GUARDIAS ROJOS.

REV. CULTURAL: EL SIGNIFICADO DE LOS GUARDIAS ROJOS.

Comentario Previo

El presente artículo fue publicado en la página oficial del Movimiento Estudiantil Popular Revolucionario, MEPR, de Brasil el 19 de febrero del 2025. 

La temática elegida por los compañeros del MEPR, la Revolución Cultural y los Guardias Rojos durante la Revolución Popular China, resulta que pertinente por cuanto la lucha ideológica, como expresión de la lucha de clases desde dentro del Partida como fuera en la sociedad, resulta una cuestión central en el período previo a la toma del poder como después de haberlo conquistado. 

La lucha contra la ideología y filosofía burguesa y con la burguesía misma que encarnaron los guardias y las guardias rojas resultan vitales para la manutención del ideario revolucionario. 

La posterior condena contra la Banda de los 4 y la subsecuente liberalización de su economía, la creación de nuevas zonas contrasta sobremanera con el período que trata el artículo. Por más que la prensa burguesa lo señale. Indagar sobre la importancia y significado de los Guardias Rojos como movimiento genuino y de la Revolución Cultural resulta esencial en el actual período, especialmente en el contexto actual de una ofensiva del reformismo, de revisionismo y del oportunismo como expresión de la ideología burguesa al interior del movimiento de los trabajadores. ¿Cómo se expresarían los Guardias Rojos en un contexto donde no se ha producido la toma revolucionaria del poder? ¿Cómo se desarrollaría? ¿Cuál es la relación con el movimiento estudiantil, de los trabajadores en la lucha por las justas demandas inmediatas y estratégicas en el contexto de una sociedad capitalista? ¿Es posible desarrollar un movimiento de revolución cultural cuando aún no se tomado el poder? ¿Cuáles podrían ser sus características, función y contenido?

A continuación el artículo.

El siguiente texto es parte de una serie de textos publicados por AND para conmemorar el 50 aniversario de la Gran Revolución Cultural Proletaria.

Poco después de la XI Sesión Plenaria del Octavo Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh), celebrada del 1 al 12 de agosto de 1966, y de la publicación del «Documento de 16 Puntos» y de la Decisión del Comité Central del PCCh sobre la Gran Revolución Cultural Proletaria (GRCP), surgieron y se multiplicaron los grupos de la Guardia Roja.

Se creó un nuevo grupo directamente vinculado al Comité Central del PCCh, el Grupo Ejecutivo de la Revolución Cultural, y se nombraron entre sus miembros cuadros destacados del partido como Chen Po-ta, Chiang Ching, Chang Chun-chao, Yao Wen-yuan, entre otros, lo que dio al trabajo de liderazgo del GRCP una nueva apariencia y un gran impulso.

El 18 de agosto siguiente, más de un millón de Guardias Rojos realizaron su primera gran manifestación pública en la plaza de Tiananmen en Pekín. El presidente Mao pasó revista a los batallones de jóvenes que, luciendo orgullosamente brazaletes rojos, saludaban al gran timonel entonando canciones y consignas revolucionarias. En ocho ocasiones, entre el histórico 18 de agosto y el 26 de noviembre, el Presidente Mao Tsetung recibió más de trece millones de Guardias Rojos y a esa altura nada ni nadie pudo detener el avance del PCGR.

“¡Que Pekín se extienda al resto del país!” En respuesta a esta orden del Presidente Mao Tsetung, el Ejército Popular de Liberación puso seis mil camiones a disposición de los Guardias Rojos, que llegaban constantemente a Pekín desde todas partes. Legiones de Guardias Rojos marcharon a pie, en tren, en barco, en camión y en bicicleta a través de la vasta campiña de China para difundir la Gran Revolución Cultural Proletaria y reunir a millones de personas para profundizar la lucha de clases. Realizaron verdaderas “largas marchas” de hasta 1.000 kilómetros, pasando por fábricas y comunas para propagar la Revolución.

En las fábricas intervinieron deteniendo la producción y organizando conferencias y debates. Esta intervención, que en un primer momento provocó desórdenes en los horarios de trabajo y en la organización de la producción, representó en realidad un gran salto adelante con la entrada de millones de masas de proletarios en el GRCP.

La actividad catalizadora de los Guardias Rojos, así como fue decisiva para el despertar de las masas en todo el vasto interior de China, también fue decisiva para que el proletariado fabril creara sus propias organizaciones revolucionarias, a las que ellos mismos llamaron “rebeldes” o “rebeldes proletarios”.

La importancia de los Guardias Rojos es indiscutible y su papel fue decisivo para anunciar la Gran Revolución Cultural Proletaria y se convirtió en un movimiento irresistible que llevó la “Decisión de 16 Puntos” del Comité Central a todo el país.

El papel desempeñado por los Guardias Rojos*

La actividad de la Guardia Roja respondía a dos objetivos principales: el primero de carácter psicológico y el segundo de carácter político. Ambos tenían como objetivo aumentar el número de participantes voluntarios en la realización de la Revolución Cultural Proletaria.

En agosto de 1966 esta participación mostró un desarrollo muy desigual. Había suscitado debates y entusiasmo en las universidades y en los cursos preparatorios, pero en menor medida en las fábricas y los talleres. Por otra parte, la revolución cultural se estaba desarrollando y concentrando principalmente en Pekín y, en menor medida, en Cantón y Shanghai, que también habían sido influenciados por ella. Por consiguiente, era necesario cambiar esta situación.

Para empezar, era necesario llegar a las conciencias mediante manifestaciones espectaculares y ofrecer pruebas tangibles de que la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía aún no había desaparecido. Una vez creada esta atmósfera, la población pudo incorporarse más fácilmente al movimiento. De repente y con toda la fuerza que pudo reunir, el aparato de propaganda del Partido concentró sus baterías sobre los Guardias Rojos de Pekín, quienes, abandonando los recintos de sus escuelas, se desplegaron por toda la ciudad. Una de sus primeras acciones fue renombrar calles y tiendas que evocaban la antigua China imperial y blanquear las esfinges mandarines pintadas en los pórticos de madera del Parque del Palacio de Verano. Con este paso se pretendía poner de relieve, mediante un ejemplo muy sencillo y comprensible, la persistencia de influencias feudales en el seno del régimen socialista. Esta acción provocó que la prensa occidental etiquetara excesivamente a los Guardias Rojos como iconoclastas fanáticos. Sin embargo, la destrucción y el vandalismo fueron fenómenos muy limitados porque las autoridades habían tomado la precaución de cerrar los museos y proteger los monumentos desde los primeros días de la revolución cultural 1 .

La segunda acción emprendida por los Guardias Rojos fue indagar e investigar las casas de antiguos capitalistas y propietarios. En estas casas confiscaron oro, joyas, pipas y reservas de opio que conservaban los antiguos propietarios, así como armas y antiguos títulos de propiedad. Estos logros fueron publicitados por la prensa china y los objetos requisados fueron exhibidos al público y presentados como prueba de que la burguesía seguía existiendo y que aún no había perdido la esperanza de que los “buenos tiempos” regresaran. Estas acciones de los Guardias Rojos fueron acompañadas, en algunas ocasiones, de una violencia inútil que contribuyó a crear la imagen poco favorecedora que de ellos pintó la prensa occidental, aunque siempre distorsionando y exagerando los hechos y su verdadera magnitud.

La dirección comunista se encargó, mediante artículos, películas y diversas emisiones de radio, de familiarizar a todo el pueblo chino con las actividades de estos jóvenes que se veían desfilar en enjambres por las calles de la capital. La prensa no ocultó los elogios dedicados a estos Guardias Rojos, hostiles a toda idea conservadora, puros y generosos en sus aspiraciones. De esta manera, la prensa preparó a la opinión pública en vista de la segunda fase de su movimiento, que no tardó en producirse y duró varios meses, mientras que la primera fase, que acabamos de describir, no duró más de tres semanas.

Esta nueva etapa pretendía alcanzar un objetivo más complejo: estos jóvenes estudiantes de cursos preparatorios y universitarios debían difundir el fuego de la Revolución Cultural por todo el territorio de China. Como los jóvenes intelectuales no estaban integrados a la producción ni rodeados de los inconvenientes de la rutina profesional o de otro tipo, su libertad de espíritu y su sentido de iniciativa no habían sido mutilados por los enredos burocráticos. Los Guardias Rojos eran menos inhibidos que algunos de sus superiores y menos inclinados a respetar la disciplina. Es cierto que les faltaba mucha experiencia, pero esta carencia tenía un aspecto positivo, porque sus ideales aún no se habían extinguido por las pruebas o las decepciones. Por tanto, los Guardias Rojos constituyeron el catalizador ideal para la rebelión de una sociedad que corría el peligro de anquilosarse por la falta de controversias internas. Gracias a la influencia de estos jóvenes se extendió la costumbre de preguntar, de hablar alto y con libertad. La habilidad de Mao Tsetung y sus partidarios se demostró en el modo como supieron utilizar esta fuerza en el marco de su estrategia general, sin perder la espontaneidad de la juventud, dirigiéndola siempre hacia la preservación y el refuerzo del ideal revolucionario y no hacia un rechazo estéril del mismo.

Por lo tanto, los Guardias Rojos tuvieron que llevar sus ideales, su entusiasmo y su espíritu crítico a aquellos centros donde el movimiento sólo se había extendido de forma mediocre, y al mismo tiempo tuvieron que estimular la investigación y la crítica de los cuadros que habían elegido el camino capitalista, los derechistas y los “bandidos negros” de la facción de Peng Cheng.

Anteriormente se daba por sentado la existencia de Guardias Rojos en todas partes. En Shanghai, otra ciudad de vanguardia, habían aparecido en gran número y algo similar estaba sucediendo en Cantón y la mayoría de las ciudades chinas. Asimismo, era conveniente que los Guardias Rojos pudieran moverse libremente por todo el país y pudieran llegar a lugares donde el movimiento revolucionario se había extendido poco, lo que no era raro en aquellos primeros días.

¿No era necesario en el punto tres de la Declaración del 8 de agosto afirmar que «en varias organizaciones, los responsables tienen aún una comprensión muy pobre de su papel de dirigentes en esta gran lucha» y que «su liderazgo está lejos de ser serio y eficaz» ?

La dirección del Partido Comunista de China alentó a los Guardias Rojos a viajar por toda China para llevar a cabo el Chuan-lien , es decir, participar en el intercambio de experiencias revolucionarias. Se tomaron medidas especiales para que la mayoría de los Guardias Rojos del interior pudieran venir a Pekín para conocer lo sucedido, tomar ejemplo de los revolucionarios de la capital y actuar como ellos cuando regresaran a sus ciudades de origen. Por su parte, los Guardias Rojos de Pekín viajaron a las provincias para informar sobre sus luchas e instar a la gente con la que se reunieron a examinar las actividades de los cuadros del Partido y tratar de averiguar si había promotores de la línea negra entre ellos. Se les animó a escribir carteles y organizarse para resistir los abusos y las medidas burocráticas de ciertos responsables. Además, los Guardias Rojos de Beijing dieron a conocer las directivas del Partido y la Declaración de 16 puntos y buscaron su discusión y comprensión. En efecto, se trataba de movilizar millones de hombres y, en muchos lugares remotos, la información circulaba muy mal o demasiado lentamente. En ciertos casos, personas mayores o relativamente mayores no sabían leer o no tenían la costumbre de hacerlo. Además, a veces ciertos cuadros del Partido restringían la difusión de noticias procedentes de la capital. Éstas fueron las razones que justificaron la extraordinaria importancia de la propaganda oral realizada por los Guardias Rojos. Se puso a disposición de estos viajeros transporte gratuito, aunque algunos de ellos también viajaron a pie, renovando así las tradiciones del ejército comunista chino.

Algunos Guardias Rojos hicieron movimientos considerables. Varios destacamentos realizaron “largas marchas” de más de mil kilómetros. Durante estas marchas, los Guardias Rojos se detuvieron en comunas y fábricas, participaron en trabajos manuales y distribuyeron citas del Presidente Mao Tsetung. A veces, estas citas del Presidente Mao eran impresas por los propios Guardias Rojos en pequeñas impresoras portátiles muy ligeras, que eran uno de sus atributos característicos. Los Guardias Rojos difundieron por todas partes el famoso Pequeño Libro Rojo de Citas de Mao Tsetung, hasta entonces desconocido fuera del ejército, y que a partir de ese momento se difundió hasta alcanzar una importancia histórica sin paralelo.

Después de la XI Sesión Plenaria del Comité Central, se decidió publicar masivamente las obras de Mao así como la breve pero famosa selección de sus citas. El Pequeño Libro Rojo, que el pueblo chino ondeaba alegremente en sus reuniones durante la Revolución Cultural, fue diseñado para ser utilizado por los soldados del Ejército Popular de Liberación en 1965. De manera concisa, las citas presentaban las ideas fundamentales de Mao Tsetung sobre diversos temas: la lucha de clases, el Partido Comunista, la guerra y la paz, la literatura y el arte, las relaciones entre el ejército y el pueblo, etc. A partir de agosto de 1966, se publicaron cientos de millones de copias del Pequeño Libro Rojo: fue un medio ingenioso para hacer accesibles los aspectos esenciales del marxismo a las masas chinas.

En Pekín, la recepción de los Guardias Rojos fue organizada por los militares de manera notable: aseguraron su alojamiento, sus suministros y su transporte de tal manera que la capital pudo acoger, durante cuatro meses, a un millón de habitantes más, cuya presencia se renovó constantemente, sin que ni el transporte ni los suministros normales se interrumpieran seriamente, lo que revela un cambio extraordinario que solo puede lograrse mediante la organización de un régimen como el maoísta.

Las calles de la ciudad adquirieron un aspecto inusual: jóvenes mongoles con botas, vestidos con largas túnicas con flecos claros, caminaban junto a uigures con trajes coloridos típicos de la lejana provincia de Sinkiang. Entre los Guardias Rojos de esta región del oeste de China, que durante muchos siglos fue cruce de caminos de diversas corrientes migratorias, había, junto a los tipos locales muy puros, cercanos a la etnia turca, algunos con cabellos rojos y ojos azules. También llegaron jóvenes tibetanos, pequeños de estatura y con rostros curtidos por el viento de las altas montañas, envueltos en grandes y gruesos abrigos de brillantes colores y cubiertos con sombreros de fieltro de ala ancha similares a los que usan los indios del Perú. En las tiendas, jardines y restaurantes se podían escuchar los más diversos dialectos y tonos. Toda China estaba en Pekín, representada por su prodigiosa multiplicidad y variedad.

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Notas

* Texto extraído del libro “Historia de la Revolución Cultural Proletaria en China” del escritor francés Jean Daubier.

  1. Se decía que los Guardias Rojos quemaban libros. Nunca he presenciado hechos semejantes, me parece excesivo. En un distrito de Pekín, los Guardias Rojos destruyeron leones de piedra y, en otro lugar, un bajorrelieve. En un cementerio profanaron tumbas. Los líderes de la Revolución Cultural condenaron estos actos, que nunca alcanzaron escala. No hay base para escribir, como lo hizo una importante revista francesa, que los tesoros artísticos de la antigua China fueron destruidos “a fuego y espada”. La muerte del funcionario Lao She ocurrió en circunstancias oscuras y atribuir responsabilidad directa a los Guardias Rojos es ir mucho más allá de los datos de la información actual. ↩︎

Fuente Original

MEPR

https://meprbrasil.com.br/2025/02/19/o-significado-dos-guardas-vermelhos/

NOTA. las partes destacadas son de América Rebelde

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