PERÚ. 04 DE OCT. 1985: GENOCIDIO EN PENAL DE LURIGANCHO
Es curioso como la historia escrita por los vencedores, por quienes detentan el poder impone una falsa verdad histórica y impone a los falsos héroes como una imagen de demócrata a quienes no la tienen.
Este es el caso de Alan García que dentro del contexto de los socialdemócratas del mundo ha sido visto cómo un referente a seguir llegando a ser también presidente de la Internacional Socialista y presidente de Perú en dos ocasiones. El poder perdona a sus administradores, a sus sirvientes por cualquier crimen o genocidio que estos puedan cometer aunque esos crímenes sean de genocidio o crímenes contra la humanidad. Este es el caso de Garcia. Alan García sería condenado por la justicia no por sus crímenes, no en su calidad de asesino-genocida sino por corrupto. Así más que una historia impuesta por los vencedores es una historia impuesta por asesinos.
En la actualidad, en Perú continúa la persecución contra un amplio movimiento de movimiento sociales, luchadores sociales manteniendo también a numerosos presos políticos donde la Operación Olimpo es solamente el último caso de persecución.
Hasta hoy esos crímenes contra los presos políticos, contra los combatientes encarcelados se encuentra impune. El poder no se puede condenar a sí mismo. Un asesino jamás reconoce sus crímenes a pesar de volver a la escena del crimen con el arma asesina en la mano.
La lucha revolucionaria en todas las latitudes de América Latina es también la lucha por reivindicar a todos los obreros, campesinos, pobladores, estudiantes, mujeres asesinadas en cuanta matanza que el poder ha realizado a lo largo y ancho de nuestra historia y continente. El color de la sangre no se olvida y los pueblos no cesarán en clamar por justicia.
32 años del genocidio