¡LA TOMA DE LIMA VA! ¡ABAJO EL FASCISMO! ¡MANOS FUERA DE PERÚ!
Para el 19 de julio está convocada la Toma de Lima. Es el pueblo y clase trabajadora peruanas las que continúan la lucha contra el gobierno asesino de Dina Boluarte que al final de cuenta es la lucha contra la oligarquía que ha ejercido la opresión hace ya bastante tiempo.
Desde hace mucho, el sistema político peruano viene dando muestras de su decadencia y descomposición. Las distintas facciones de la clase dominante se vienen enfrentando entre sí en disputa por la hegemonía y en defensa de sus diferentes intereses de clase. Los gobiernos por ello se han caído uno tras otro teniendo como excusa las acusaciones de corrupción, de abuso de poder y quién sabe que otro argumento más que sólo ocultan las contradicciones de clase. En medio de ello, el imperialismo se ha mostrado incapaz de tener a una de las facciones burguesas que muestre eficiencia, cohesión y hegemonía para administrar el capitalismo y continuar con ello un saqueo más profundo, rápido y eficiente. Sin duda las negociaciones y presiones, las acciones encubiertas de la CIA en Perú han estado a la orden del día y detrás de cada una de esas facciones en función de conformar a un grupo o facción dirigente que permita conseguir sus objetivos políticos, económicos y estratégicos en la región. Pero ello le ha sido imposible. Esa es la crisis por arriba.
Por abajo, el pueblo y la clase trabajadora sigue recibiendo los efectos de esas contradicciones al interior del bloque de poder dominante junto a las condiciones angustiantes de los trabajadores ha venido la brutal represión contra las movilizaciones y demandas populares. Como nunca el terrorismo de Estado se ha mostrado en toda su dimensión dentro de un contexto que el poder llama democracia burguesa. Este terrorismo sólo recuerda a los tiempos de la dictadura de Fujimori y Montecinos. Heridos, asesinados, torturados, brutalmente golpeados, nuevos presos políticos, una dictadura en marcha y los países de la región, fronterizos con Perú como Bolivia y Chile, ambos de gobiernos progresistas continúan con relaciones diplomáticas y comerciales en plena normalidad sin que hayan condicionado esa normalidad al fin de la represión y a la renuncia de un gobierno de facto que sólo ha asesinado al pueblo desde que asumiera ilegalmente. Ni siquiera sanciones económicas o llamado a consulta a sus embajadores. La comunidad latinoamericana ha guardado silencio, en su mayoría, ante la instauración de la dictadura y ante la aplicación del fascismo contra el pueblo peruano. Para esta comunidad aquí no existen derechos humanos o defensa de la tan mentada democracia burguesa o respeto a la constitución y las leyes que valga. El pueblo peruano se las arregla solo.
Pero la represión al pueblo tuvo un antecedente que pasó casi desapercibido y que bien pudo ser interpretado en su momento como lo que podría venir.
El asesinato de Abimael Guzmán, Presidente Gonzalo, y la desaparición de su cuerpo constituyó quizás la primer asesinado y desaparición de una persona privada de libertad reconocida públicamente tanto por un gobierno y un Estado sin que llamara la atención de la comunidad internacional de derechos humanos como de la comunidad diplomática internacional o regional. Fue la desaparición y asesinato más impune que se tenga registro y más aun si se considera que los anuncios posteriores por el gobierno de turno fue que esas mismas acciones se realizarían con el restante de los combatientes encarcelados derivados de la guerra interna. Pero este actuar impune tuvo también la antesala de la represión que sufrió Movadef, Fudep, la conocida Operación Olimpo.
Esos hechos era la más fiel muestra que sin importar el gobierno de turno, la oligarquía peruano y el imperialismo ya habían decidido inaugurar una nueva etapa de represión contra las organizaciones sociales y populares para así evitar el nuevo empuje y organización de proyectos revolucionarios que pusieran nuevamente en peligro la estabilidad del capitalismo y de su democracia burguesa. La represión y la impunidad estaban anunciadas hace algún tiempo.
Es en ese contexto, y muchos más elementos, que se convoca nuevamente a la Toma de Lima. Para algunos el objetivo sería restituir a Pedro Castillo a la presidencia, para otros sería la convocatoria a una Asamblea Constituyente que redacte una nueva constitución mientras para otros será la construcción de una fuerza propia de pueblo que le permita avanzar hacia la toma del poder, y muchos irán a la toma de Lima por sus justas demandas y con los deseos que se vayan todos.
Cualquiera que sea la motivación, lo concreto es que el pueblo y los trabajadores sólo deben confiar en el pueblo y en los trabajadores mismos. Tener presente que el pueblo y los trabajadores nada conseguirán a su beneficio de ninguna de las facciones de la clase dominante por más progresista que se presente. Que la estructuración de un amplio frente de lucha los intereses de clase de los explotados no pueden estar subordinados a los intereses de clase de ninguna de las facciones burguesas por más que esta se muestre como un fiel aliado porque la verdad esas facciones aliados no son. Son parte del problema y responsables, todas, de la represión y genocidio. El pueblo y clase trabajadora peruana está en el punto, quizás, que no tienen nada que perder, salvo sus cadenas, y un mundo que conquistar.
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