
LA FECH Y LA ETERNA DECADENCIA DE LA IZQUIERDA ORNITORRINCA
Las elecciones recientes de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, FECh, una de las organizaciones estudiantiles más emblemática nacida en el primer decenio del siglo XX está nuevamente en el más profundo descrédito y casi nula convocatoria movilizadora del estudiante. Es un fantasma que habita en la sede céntrica de la federación. La bajísima participación en las elecciones no alcanzó siquiera el quorum que establece y exige el Tribunal Calificador de Elecciones para declarar una elección válida quedando ahora dicha federación acéfala y dirigida por una instancia colegiada de centros de alumnos.
Lo sucedido en la FECh es lo mismo que ocurre con los partidos políticos donde en las recientes primarias sólo participaron el 5% del total del electorado cercano a los 300.000 votos emitidos en las primarias. Es lo mismo con lo ocurre también en las elecciones de las centrales sindicales burocratizadas pro-capitalistas donde la opacidad de las elecciones es la norma y donde encontramos más sindicatos independientes fuera de las centrales que dentro de ellas como ocurre también con los colectivos estudiantiles y estudiantes inorgánicos. Lo sucedido en la FECh ocurre también en todas las elecciones de las otras federaciones universitarias a lo largo y ancho del país.
¿Por qué ocurre esto?
Una de las características de los partidos reformistas es precisamente instalar la falsa idea que los cambios sociales, la revolución, se puede realizar desde dentro del Estado capitalista y dentro de los marcos que impone el derecho burgués. Esto lleva a imponer a los movimientos sociales una función de vagón de cola, de lucha economicista únicamente despojándolo de toda demanda política y siendo conducida obligatoriamente por los partidos reformistas que se sientan cómodamente en el mismo parlamento burgués. Por ello, en cada una de las masivas movilizaciones pasadas, las federaciones estudiantiles agrupadas en la Confech han terminado negociando con el parlamento, con el gobierno de turno de espaldas al pueblo con la finalidad de desactivar las movilizaciones y validar, al mismo gobierno y parlamento que impone las políticas capitalistas en educación, a las facciones burguesas ante el pueblo para que sigan haciendo lo que mejor saben hacer: explotar y oprimir. Le entregan a los verdugos el movimiento social activado.
Pero lo anterior no sería posible si es que el objetivo estratégico del reformismo no se lograra a cabalidad. ¿Cuál es? Eliminar todo vestigio de democracia directa, de soberanía popular, de atisbo de poder popular, todo elemento que vaya en la dirección del ejercicio de la necesaria independencia de clase y de autonomía. El reformismo pretende el control absoluto y total del movimiento social, someterlo y liquidarlo para ponerlo a su plena disposición y obediencia. Porque para ellos sólo ellos y nadie más que ellos saben mejor qué se debe hacer y no hacer y hasta dónde es posible. Claro, el reformismo se siente cómodo siendo parte del bloque en el poder, siendo invitados por la clase dominante, defendiendo el capitalismo y su falsa democracia burguesa mediante la conciliación de clases, del etapismo, el parlamentarismo y del fortalecimiento de la burocracia sindical, estudiantil, indígena, y poblacional. Las burocracias en definitiva son primas hermanas de la clase política, son sus parientes menores con las mismas prácticas y corrupciones. Son estas burocracias las que desde esos nichos de poder que le otorga ser parte de las directivas, las que van ensayando la administración del sistema capitalista desde temprana edad y desde los espacios particulares para luego llegar al climax a alguna alcaldía, gobernación, diputación, senaturía, ministerio como Vallejos y Jackson, u obtener el premio mayor cuál es la presidencia de la república como Boric para luego tirar el poto a las moras y darse vuelta la chaqueta o mejor dicho sacarse definitivamente la máscara.
Has sido las políticas y estrategias reformistas las que ha sepultado, momentáneamente, la historia heroica que llevaron a la formación del movimiento estudiantil a principio del siglo XX, del movimiento obrero a mediados del siglo XIX. No les importa honrar la historia, a los caídos en la lucha, de tomar sus banderas y espíritu originario y llevarlo a cabo. Son expertos en la vanalización de la historia, en su tergiversación y acomodo a sus intereses. No les importa la memoria de los pueblos sólo como un elemento de campaña unido a sus juegos de poder de palacio.
En la actualidad, colectivos estudiantiles autónomos, populares y revolucionaros han convocado a los estudiantes universitarios a la movilización por sus justas demandas sociales y políticas. La burocracia de la Confech dominada por el reformismo, por la izquierda ornitorrinca, han convocado, en respuesta a la anterior, a su propia movilización Esta actitud oportunista sólo refleja el nerviosismo de la Confech no sólo por la convocatoria irreverente y autónoma sino por la posibilidad que la izquierda capitalista pierda en las elecciones de este año (elecciones municipales) y en las próximas presidenciales. Requieren recuperar fuerza al interior del pueblo y qué mejor que al interior de la pequeña burguesía “culta” estudiantil, en la juventud aspiracional como elemento movilizador. Pero los cálculos para ellos no calzan.
Es por ello que el Partido Comunista de Mercado se viste ahora de “rebelde” llamando al “pueblo” a movilizarse como única forma de llevar a cabo las reformas estructurales que planteó el programa de Boric durante las elecciones presidenciales pasadas. Lo que no dicen los falsos comunistas es que ese programa murió hace mucho tiempo y lo que ahora están haciendo ellos junto a Boric es administrar el sistema capitalista y aplicar el programa de la derecha fascista. No hay nada que rescatar del programa porque lo más probable es que jamás haya existido en verdad. Fue solamente, y nuevamente, un elemento de campaña.
¿Qué hacer entonces?
Nada se puede lograr con otro proceso de refundación de la FECh y del movimiento estudiantil por cuanto se encuentra cooptado, dominado, degenerado y decadente a manos de los zánganos burocráticos del reformismo. El camino correcto es aquel que han emprendido los colectivos autónomos, populares y revolucionarios de la construcción desde abajo para los de abajo y en la clara dirección de la democracia directa, deliberativa, colectiva, participativa, de masas y contra el poder establecido en todas sus expresiones. La recuperación de la independencia de clase, el sepultar el colaboracionismo, la conciliación de clases, el construirse desde fuerza de la democracia y estado burgués, el señalar claramente a los enemigos del pueblo en su totalidad, el avanzar hacia una huelga electoral, boicotear las próximas y futuras elecciones, deslegitimarlas hasta el hartazgo, organizar a los descontentos, a los indignados y enfrentar decididamente a la oligarquía, a la clase dominante es la única alternativa y la única forma de sacudirse a tanto parásito de encima.
La izquierda ornitorrinca chilensis no está sola
Pero los padres de la izquierda ornitorrinca chilensis también está en crisis. En las últimas elecciones europeas hubo casi 52% de abstención electoral, en la cuna de la democracia como les gusta decir a las clases dirigentes subdesarrolladas. Pero no sólo eso, debido a la debacle de la izquierda orinitorrinca europea las derechas avanzaron a pasos agigantados y en especial a los que llaman la “derecha extrema” como su hubiera una derecha moderada. ¿Acaso no es la derecha moderada la que ha impuesto los bloqueos económicos a Cuba, Corea de Norte y otros? ¿Acaso no es esa derecha moderada la que dirige la OTAN, las invasiones junto a sus socios socialdemócratas? ¿Acaso no son ellos los dueños del FMI / BM? De moderada ¡Nada!
Solamente en España, el paraíso del progresismo chileno en su versión PSOE, Podemos o Eurocomunista, la debacle es estrepitosa. Después del 11-M ahora la abstención electoral bordea el 50%. La antigua socialdemocracia y su socialdemocracia de reemplazo se encuentran en el fango. No mueren de una vez porque falta que nazca con fuerza la izquierda revolucionaria, que sea capaz en convertirse en Oposición Anti Capitalista, en Alternativa Popular y Revolucionaria. Pero lo claro y lo concreto es que ya los trabajadores, los pueblos ya no les cree ni aquí ni allá, ni en el tercer mundo ni en el primero como en ninguno de los mundos.
¿Qué harán ahora los progresistas chilenos ahora que sus padres europeos han sucumbido? ¿Qué harán ahora que sus democracias europeas ejemplares están arrojando abstenciones electorales similares o iguales a la abstención chilena antes del voto obligatorio? No les queda discurso por estrenar, ya no les queda programa por prometer. No les queda nada salvo la caída libre.