LA DESCOMPOSICIÓN DEL FRENTE AMPLIO EN CHILE

LA DESCOMPOSICIÓN DEL FRENTE AMPLIO EN CHILE

(O LA CORRUPCIÓN A 50 AÑOS DEL GOLPE)

«No hay plazo que no se cumpla ni deuda que se pague». Así dice el dicho popular y se está cumpliendo a cabalidad con los últimos sucesos que afectan gravemente al corazón del Frente Amplio en Chile cruzado nuevamente por un caso de corrupción de proporciones. 

1973: Año Cero de la Descomposición del Reformismo

Las imágenes de un palacio presidencial bombardeado con Salvador Allende combatiendo el alzamiento fascista y defendiendo la constitución de 1925 recorrió el mundo esa mañana del 11 de septiembre y desde ese entonces no ha dejado de recorrer el mundo. 

La Moneda en llamas tiene una profunda significación histórica que nada tiene que ver con la versión oficial impuesta, aquella que dice que representa el quiebre de la democracia y del espíritu republicano en Chile o que representaría el quiebre de la convivencia nacional. Esta interpretación no guarda ninguna seriedad con la historia misma de Chile por cuanto esa historia está plagada de matanzas y masacres desde los fusiles y tanques del ejército mercenario, mismo ejército que la Unidad Popular y Salvador Allende llamaban constitucionalistas y respetuoso del proceso y soberanía popular. Nada más falso. 

La Moneda en llamas representa el debacle absoluto del proyecto reformista que significó el intento legal y pacífico de construir el socialismo desde dentro del orden burgués, con el permiso de la burguesía y del imperialismo como también desde el Estado. Todo a contrapelo de lo que plantearon los dirigentes revolucionarios tanto de la vertiente marxista como del anarquismo. De un plumazo, el reformismo chileno lanzó toda la experiencia revolucionario a la basura y sin tomar en cuenta aquello impuso la idea que mejor era la conciliación de clases para alcanzar el socialismo deseado. 

Pero los efectos del golpe de estado fue mucho más allá no sólo derrotó el proyecto reformista sino que hizo que los antiguos partidos obreros y populares renunciaran completamente a la ideología revolucionaria sobre la cual se construyeron, traicionaran su historia y lucha para abrazar no sólo la socialdemocracia sino el proyecto capitalista en su versión, también, de neoliberalismo. Con ello aportaron en degenerar todo el movimiento social burocratizándolo y neoliberalizandolo. Ese es el inicio de la corrupción. 

1990. Fortalecimiento de la Izquierda Neoliberal de Primera Generación

Si los antiguos partidos populares fueron incapaces de asumir su propia derrota posterior al golpe, en el caso del socialismo chileno en todas sus vertientes y expresiones orgánicas no sólo entraron en un proceso de análisis sino en un profundo proceso de renovación que implicó enterrar todo el marxismo en cualquiera de sus vertientes y convertir a esas expresiones orgánicas en estructuras clienterales, empresariales, en emprendimientos y en defensores acérrimos del capitalismo y de la democracia burguesa. Pero no sólo eso, fue esa renovación del socialismo chileno en alianza con la Democracia Cristiana y con la derecha fascista-pinochetista el que fue fundamental en la continuidad de la «obra» de la dictadura de Pinochet hasta nuestros días ya sea en su versión de Concertación o en su versión de Nueva Mayoría. En ese proceso el Partido Comunista actuó siempre desde una posición postrera y seguidilla como también desde una actitud mendicante. Este período fue la consolidación de la corrupción y del aniquilamiento del movimientos popular / social nacida durante la lucha anti dictatorial. 

2019. La cristalización de la socialdemocracia y corrupción de reemplazo. 

Si durante los gobiernos de la Concertación y de la Nueva Mayoría ambas alianzas se vieron envueltos en numerosos casos de corrupción, sin contar con el rescate de Pinochet de la justicia internacional por parte de ellos, ambas alianzas fortalecieron la alianza estratégica tanto con el empresariado nacional, con la oligarquía y con el capital transnacional. Los nexos profundos llevó al final a convertir a Chile en el país más desigual y en el país donde el neoliberalismo se pudo experimentar en su forma más pura. Esto llevó a la agudización de la lucha de clase y a la emergencia de nuevos movimientos sociales pero no al rearme ideológico de la izquierda revolucionaria sino de la izquierda reformista que vio en las nuevas luchas su oportunidad de reivindicarse. 

Muchos movimientos de izquierda reformista, ahora progresivas, situaron la construcción política-orgánica e ideológica no en los trabajadores o pobladores sino en los estudiantes universitarios es decir se desclaseobrerizó a la izquierda y la capa media pasó a ser el centro de atención y desde donde se debía acumular fuerzas. Ese es el origen de la nueva generación de la Concertación y de la Nueva Mayoría a la cual llamaron Frente Amplio. Esa misma generación de reemplazo donde Gabriel Boric, y otros son sus más fieles representantes, son los mismos los que valoran altamente positivo el proceso de renovación socialista, se identifican con ella, iniciada a fines de los 70s. Pero al asumir esa herencia como propia, la nueva generación del Frente Amplio también asumió las prácticas corruptas provenientes de la Concertación y de la Nueva Mayoría que vieron en el Estado una fuente inagotable de hacerse de cuantiosos recursos en una suerte de cobrar por años de sacrificios en el fortalecimiento del neoliberalismo y del capitalismo. La nueva generación no nació pura y casta sino corrupta. 

Hoy, el gobierno de Boric ha dado muestras de cómo un fuerza que se define como de izquierda termina haciendo políticas de derechas y esta vez sumida en un caso de corrupción de múltiples aristas que viene puede tener el mismo efecto, peso y significación como fue el caso Caval durante el gobierno de Bachelet, es decir, es el fin anticipado del gobierno que suma dos fracasos electorales a cuesta. 

El Frente Amplio se ha construido con el beneplácito de la Concertación, de sus padrinos y mafias pero sobre partidos legalmente inscritos que son de papel que al revisar el registro electoral todos ellos en promedio cuentan con 30.000 militantes en circunstancias que en sus elecciones internas sólo participan entre 2000 a 3000. El resto serán clientes. 

Esto se debe porque para estos partidos frenteamplistas la militancia no se entiende como antes, en los inicios del movimiento obrero, sino que se entiende desde la incorporación al Estado, a alguna repartición, a la administración del Estado capitalista, a la gestión empresarial. No importa la vida nuclear, en células en una vida partidaria clásica sino que la vida militante se funde y se confunde con el puesto que el «militante»-empleado público tiene en alguna dependencia del Estado. Con ello el abuso de poder, la creación de feudos, el nacimiento de reyezuelos, de pequeños dictadores clasemedieros-aspiracionales con una moral y ética propia de cualquier empresario o patrón es la definición de lo que se entiende hoy al militante progre. 

Boric nada tiene que hacer ni decir porque es parte de la corruptela y porque se presenta hoy como orgulloso de los obrado por la Concertación y por la renovación socialista. Boric y el Frente Amplio son los sepultureros de sí mismos, son sus propios verdugos. Son presa de sus propias traiciones y como parte de la misma clase política de mierda ellos quedarán igualmente impunes en estos nuevos casos de corrupción y de abuso de poder descarado como han quedado siempre tanto los políticos corruptos fascistas como los concertacionistas. Al final de cuentas, Dios, la Virgen y el Diablo son tiras de un mismo cuero. 

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