CHILE. DESASTRE NATURAL Y REPRESIÓN CAPITALISTA
Que el capitalismo siempre se encuentra en crisis y que esta crisis siempre está golpeando a los pueblos y trabajadores, es cierto. Las condiciones objetivas siempre están presentes y sólo falta que las condiciones subjetivas, el factor conciencia madure para que el los explotados se muestren en toda su dimensión y furia.
Pero a veces los desastres naturales de proporciones vienen a agudizar las contradicciones de clase y a acelerar el factor conciencia al constatar el pueblo, por enésima vez, la incapacidad del Estado y de la clase dominante de resolver los agudos problemas sociales derivados por el cataclismo y que se suma a la crisis capitalista anterior deteriorando al máximo las condiciones de vida del pueblo. Ante esta situación a veces el pueblo hace explotar su furia acumulada por décadas o siglos y la cosa estallada en medio del desastre natural. En medio de todo eso cobra más necesidad aquello de reconstruir las organizaciones populares de base, de ejercer en plenitud la soberanía del pueblo, de avanzar en aquello de “sólo el pueblo ayuda al pueblo” y de recrear un incipiente poder paralelo. De ahí reaparecen las ollas comunes, las organizaciones barriales, se producen los saqueos a supermercados, a tiendas, y las protestas se comienzan a multiplicar. Nace también la necesidad de reconocer filas en una organización de nuevo tipo ajena a las conciliaciones de clases, a la clase política y a las soluciones asistenciales-capitalistas. Todo eso puede aportar la compañera naturaleza a la agudización de la lucha de clases.
Ante esta situación, la clase dominante y los representantes conjunta de la clase política, la oligarquía aprovechará la situación para promulgar todas las leyes represivas en todos los planos que en circunstancias “normales” le había estado impedida ya sea por la resistencia del pueblo o por las contradicciones propias al interior del bloque en el poder. Apelarán a la Unidad Nacional ante la catástrofe, ante la emergencia. Dictarán Estados de Emergencia, lo ampliarán a otras regiones y sectores. Se militarizará la catástrofe natural como lo hicieron durante la pandemia-cuarentena. Mapearán nuevamente los territorios. La contrainsurgencia tomará la forma de cuidad y preservar el orden en medio de la catástrofe y el ejército como el conjunto de las fuerzas represivas-mercenarias se presentarán como salvadores. Con la Unidad Nacional en la boca las autoridades capitalistas condenarán cualquier aparición de protesta social diciendo que no es el momento de “réditos políticos” sino de la unidad nacional. El chantaje político-emocional será la mejor herramienta para evitar que la miseria bajo el temporal se convierta en furia anticapitalista o anti clase política como durante el estallido social. Si las protestas se producen igualmente por las condiciones miserables de vida (clase contra clase), el poder responderá con el consabido “pueblo contra pueblo”.
En su defensa, el gobierno y la clase política dirán que se “está trabajando con todos los recursos disponibles” para atender la emergencia pero que la población debe comprender que “este nivel de desastre natural no se había dado antes en la historia” y que esta situación única “pilla al Estado con recursos limitados”. Este mismo discurso servirá para que las demandas sociales se congelen en forma definitiva, ya Boric las había puesto en el refrigerador e iniciado la negociación con la derecha fascista y el gran empresariado, ahora será la oportunidad precisa para congelarlas definitivamente. En medio de la catástrofe natural los capitalistas harán buenos negocios como lo hacen siempre en medio de la catástrofe capitalista.
Algo de esto ocurrió en Nicaragua bajo la dictadura de Somoza en 1972 con el terremoto en Managua. Las condiciones sociales del pueblo nicaragüense se vieron agudizadas, el fraude y la dictadura aprovechó la situación para imponer una mayor represión y esto le sirvió al pueblo para recuperar terreno y avanzar en la lucha legitimando a la vez la lucha armada como solución y única forma para derrotar la dictadura.
Los días y semanas dirán cómo reaccionará el pueblo pobre, el pueblo trabajador ante esta nueva ola catastrófica-represiva. Lo seguro es que es tiempo que vuelva a despertar y desatar la furia contra quienes lo mantiene miserable.
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