CHILE 2024. ¡POR UN 11 DE SEPTIEMBRE CLASISTA Y COMBATIVO!

CHILE 2024. ¡POR UN 11 DE SEPTIEMBRE CLASISTA Y COMBATIVO!

La conmemoración del 50 aniversario de la Insurrección Armada Burguesa-Fascista llegó a un punto de sin retorno. Si bien Boric continuó con la militarización de Santiago y con un despliegue policial de alrededor 5000 efectivos al igual que lo hicieron todos los gobiernos anteriores desde 1990, ahora Boric simplemente dividió la marcha del movimiento de derechos humanos entre quienes fueron los invitados oficiales escoltados por la policía terrorista y quienes fueron brutalmente por esa misma policía prohibiéndoles a estos últimos de rendir homenaje al presidente mártir al no poder pasar por La Moneda y específicamente por Morandé 80.

Pero lo que ha tocado fondo va mucho más allá de esta política represiva.

Desde los tiempos de la dictadura militar-burguesa, 1973-1990, el reformismo ha impuesto su versión ideológica sobre los derechos humanos y sobre el terrorismo de estado desatado durante ese período. Concebir a los detenidos-desaparecidos, a los ejecutados políticos como víctimas y no como revolucionarios que lucharon por el socialismo sino como luchadores sociales que lucharon por la democracia…Si posteriormente trataron de dividir a los presos políticos entre presos de conciencia y presos de sangre (o quienes utilizaron las armas para combatir la dictadura…

Esa misma concepción llevó a reducir el terrorismo de estado a una cuestión que correspondía solamente a los familiares y a sus agrupaciones y no al conjunto del movimiento de los trabajadores. Las agrupaciones de familiares al final de cuenta, al igual que ocurrió con todo el movimiento social y también con el de derechos humanos, perdió toda autonomía e independencia convirtiéndose en correa de transmisión de los partidos políticos a los cuales pertenecían los detenidos-desaparecidos y ejecutados políticos.

Una vez iniciada la “transición” las investigaciones de los crímenes contra la humanidad se redujo a una cuestión de casos “emblemáticos”, a los sitios de memoria y a la burocratización de las agrupaciones no teniendo voz, ni tampoco entrando en acción, contra las nuevas violaciones a los derechos humanos durante la transición donde se continuó con la tortura, la prisión política y el asesinato en falsos enfrentamientos contra militantes revolucionarios o contra luchadores sociales como en el caso del estallido social del 2019.

Los nuevos colectivos de derechos humanos, o mejor dicho por los derechos de los pueblos y de la clase, comenzaron a construir sus propios espacios y fechas como puede ser el Día del Joven Combatiente, 29 de marzo. O también como pudo ser la coordinación contra la represión policial, Anti APEC y otras que se dieron en el tiempo. Aunque siempre sujeta a la vigilancia de los aparatos de inteligencia y reprimidas cuando marchando. Estas se fueron construyendo a pulso y contra viento y marea.

Si desde el inicio de la “transición” el movimiento sindical burocratizado y proempresarial bajo todas las demandas y bandeas sometiéndose a la patronal, al estado y a la clase política esto llevó a que los sectores del sindicalismo que se identifican con las posiciones clasistas, combativas y revolucionarias comenzaron a convocar cada 1º de Mayo a un 1º de Mayo clasista y combativo que con el tiempo ayudó a conformar la Central Clasista de Trabajadores que más allá de su pérdida de rumbo fue la respuesta al burocratismo sindical entreguista. También fue el espacio, 1º de mayo clasista, para la conformación de otras organizaciones de trabajadores clasistas como la Asociación Intersindical de Trabajadores, AIT.

Este 1º de mayo clasista y combativo fue la expresión orgánica de la lucha ideológica entre sectores reformistas y revolucionarios al interior de los trabajadores. Si esa lucha político-ideológica se da en el movimiento sindical también, y con mayor razón, se debe desatar al interior del movimiento de los derechos humanos desde la autonomía y la independencia de clase. Es tiempo de separar aguas y comenzar con construir nuestros propios espacios a interpretar desde el prisma revolucionario el terrorismo de estado, los hechos históricos y los derechos de los pueblos y trabajadores.

Lo ocurrido este año con la marcha central del 11 de septiembre, convocada para el 10 de septiembre, nos debe llevar a comenzar desde ya a organizar un espacio propio dotado de contenido y de un método adecuado de organización y lucha para avanzar y llegar a la conmemoración del Primer 11 de septiembre clasista y combativo.

Si bien en la marcha de cada año en la conmemoración del 11 de septiembre es el pueblo quien se manifiesta en las calles como en las protestas nocturnas también es cierto que la conducción política central de la marcha como la concepción e interpretación histórica ha estado en manos del reformismo hoy progresismo.

La concepción de los derechos humanos

La concepción de los derechos humanos, su marco político-jurídico representado en la declaración de 1948 y asumida por el derecho internacional, encierra una concepción burguesa de dichos derechos donde no sólo se resguarda el derecho a la propiedad privada, se entiende también sobre los medios de producción social, sino que también centra los derechos en la persona, en el individuo (individualismo) y no en la clase explotada, en los pueblos oprimidos o en los colectivos. Esta concepción desecha hacer patente que la violación a los derechos se encuentra en la base de la sociedad de clases, del capitalismo, del imperialismo y desde la clase dominante representada por el Estado como instrumento de opresión.

En el caso nuestro el genocidio ocurrido desde 1973, el terrorismo de estado impuesto como la construcción de un Estado y capitalismo contrainsurgente, se centra en la tragedia perpetrada contra la clase trabajadora y contra el Pueblo-Nación Mapuche, esencialmente desde una perspectiva individual y familiar y no desde la perspectiva de la clase explotada y de los pueblos pobres oprimidos.

Se impone la idea que la insurrección armada burguesa-fascista es la representación del “quiebre de la democracia” y no como consecuencia de la lucha de clases entendida como una guerra. Por lo tanto, desde esta perspectiva, los ejecutados políticos y los detenidos-desaparecidos murieron por la democracia y no por la revolución y el socialismo.

La historia oficial impuesta, Informe Rettig y Valech, establece una historia consensuada desde la perspectiva de la clase dominante donde se equipará al genocida con el asesinado y torturado ambos en un plano de igualdad como también en igualdad entre aquellos que apoyaron las diferentes estrategias hacia la revolución socialista con aquellos que impulsaron la estrategia reaccionara armada.

Desde este negacionismo de la lucha de clases y de la violencia como motor de la historia nace el discurso del “Nunca Más”, de la “Unidad Nacional”, de la “Reconciliación Nacional” y de la defensa irrestricta de la Democracia, sin mencionar que la democracia que se llama a defender es capitalista y burguesa.

Este negacionismo tampoco se hace cargo que la insurrección armada oligárquica también tiene  relación directa con las políticas injerencistas de la fuerza hegemónica imperialista, a saber los Estados Unidos, como también otras potencias imperialistas y subimperialistas también como consecuencia de la Doctrina de Seguridad Nacional y también como consecuencia de la imposibilidad de llevar a buen puerto el sueño reformista, Vía Pacífica al Socialismo, al no asumir el carácter mercenario de las fuerzas armadas como el carácter terrorista tanto de la oligarquía como de las fuerzas imperialistas. No asume que nuestro continente es parte del capitalismo mundial, centrado en la producción de materias primas, que es una zona de influencia del imperialismo yanki y que sobre nuestro continente existe un permanente saqueo, intervencionsimo, anexionismo desde los tiempos de la Doctrina Monroe. En este sentido el derecho a la rebelión, a la lucha armada, y a la revolución por parte de la clase explotada y de los pueblos pobres oprimidos se encuentran plenamente justificadas.

La Memoria Obrera y de los Pueblos

La concepción burguesa de los derechos humanos también cae en el negacionismo histórico al establecer via hechos y discursos como si el genocidio ocurrido desde 1973-1990 haya sido el único ocurrido a lo largo de la historia lo cual permite en denominar a las actuales fuerzas armadas y ejército, en especial como “respetuosos de la constitución y las leyes” y a ser de “todos los chilenos” lo cual constituye una falsedad histórica.

El genocidio se viene perpetrando contra los pueblos originarios desde la invasión militar, cultural y religiosa del imperio español, desde la construcción del Estado chileno y la imposición de la aristocracia, oligarquía y clase dominante como la minoría social ociosa en el poder hasta nuestros días. Esta opresión también se ha dirigido contra la clase explotada a lo largo de la historia mediante múltiples matanzas y masacres de las cuales aquella perpetrada desde 1973-1990 es la más cruda y brutal por cuanto supone también la construcción de un Estado y sistema social contrainsrugente y centrado en la permanente construcción del enemigo interno.

Por lo tanto, cuando se habla de la importancia de la memoria no se debe entender esto únicamente sobre los hechos ocurridos entre 1973-1990 sino que se debe entender desde la memoria obrera y de los pueblos pobres, desde la historia militar de la clase y de los pueblos en lucha, desde sus alzamientos, insurrecciones y estallidos como también desde las huelgas salvajes, paros nacionales y como la clase dominante ha ejercido siempre al vía armada reaccionaria para aplastar al movimiento popular y obrero de turno. En este sentido, la historia de la prisión política, de las ejecuciones sumarias, de la desaparición forzada de personas, la tortura y del exilio, como de la judialización, represión, criminalización, y militarización de los territorios no es una práctica reciente sino histórica que viene desde la invasión militar española misma y como consecuencia de la lucha de clases y de la dictadura del capital. La clase dominante en todas sus épocas es una clase genocida, dictatorial y terrorista. El proletariado y los pueblos bien lo saben como también saben que las fuerzas armadas y policiales han sido siempre sus perros guardianes y armados en defensa de sus intereses bastardos de clase.

Así, la marcha del 11 de septiembre cada año debe ser vista y asumida como la protesta y marcha de la memoria de las luchas y masacres de los pueblos originarios, de los campesinos, de los pobladores y trabajadores. Debe ser vista y asumida como la reivindicación legítima de los pueblos y del proletariado a la autodefensa, a la lucha revolucionaria en todas sus formas y en la urgencia de sepultar la sociedad de clases y por ende el capitalismo.

La concepción revolucionaria de los derechos

La lucha por los derechos desde una perspectiva burguesa es la lucha por los derechos humanos. Es una perspectiva desde la clase dominantes, desde la concepción burguesa y capitalista del derecho, desde su matriz filosófica, religiosa y teórica. Está hecha desde la estrategia de mantención y perpetuación de su poder de clase, de su injusticia.

La lucha por los derechos desde una perspectiva proletaria-indigenista-revolucionaria es la lucha por los derechos de los pueblos y de los trabajadores. Es una perspectiva desde la clase explotada, desde los pueblos oprimidos. Es una perspectiva nacida desde la lucha misma, desde la ideología revolucionaria, desde la cosmovisión o desde el comunismo originario. Está hecha desde la estrategia de la toma del poder por parte de los explotados y oprimidos, por la revolución y emancipación de los que nada tienen.

Los derechos de los pueblos y de los trabajadores, su práctica debe estar sustentado en tres principios fundamentales:

  • Autodeterminación de los Pueblos y de la Clase

Los pueblos oprimidos y la clase explotada tienen el derecho de conquistar la emancipación y la liberación, de la construcción de una sociedad sin clases sociales, sin propiedad privada, sin la explotación del hombre por el hombre, libre de colonialismo y de neocolonialismo. Es el derecho que les asiste a vivir libres y autorregulados.

  • Independencia de clase y de los pueblos

También la lucha por los derechos de los pueblos y de los trabajadores debe estar sustentada desde la independencia de clase y de los pueblos esto quiere decir que tanto la clase como los pueblos de organizarse, de construir su propia fuerza material desde la concepción que quieran en función del objetivo estratégico que determinen. Desde su independencia se alzan en contra del Estado Opresor, en contra del capitalismo imperialista y contra la sociedad de clases. Su misión histórica es organizar y hacer la revolución.

  • La autonomía en la organización y lucha

La conquista de sus derechos se da también en la autonomía plena de los partidos políticos burgueses, del Estado y sus agentes, del gobierno de turno y desde las iglesias o credos religiosos, místicos o masónicos. Autónomo y ajeno a toda injerencia extranjera-mercenaria. Ajeno a toda lucha parcial por convertirse en administración local o parcial del poder burgués, es decir, ajeno a toda tentativa electoralista o de conciliación de clase. Así, como la clase explotada debe pasar de ser una clase en sí a ser una clase para sí, los pueblos deben dejar de ser pueblos en sí para ser pueblos para sí. La generación de la conciencia de clase y de la conciencia popular son fundamentales.

De lo anterior, la invitación es a comenzar a transitar de la recuperación de la historia del proletariado y de los pueblos. A recuperar nuestras historias y luchas, nuestra memoria heroica y transformarla en estrategia revolucionaria, en la destrucción del capitalismo y de la sociedad de clases. Ya es suficiente de explotación y opresión histórica para continuar conciliando y negociando con quienes nos mantienen en la esclavitud.

Hagamos del próximo 11 de septiembre el inicio del Primer 11 de septiembre clasista y combativo.

CATEGORIES
Share This

COMMENTS

Wordpress (0)
Disqus (0 )