CHILE. A 50 AÑOS. DEL «NUNCA MÁS» AL ¡BASTA YA! ¡HASTA CUANDO!

CHILE. A 50 AÑOS. DEL «NUNCA MÁS» AL ¡BASTA YA! ¡HASTA CUANDO!

El reformismo, desde su conciliación de clases también impone su visión en todos los campos de la lucha social el cual también incluye al movimiento de derechos humanos. Si durante la dictadura militar-burguesa algunos trataron de dividir a los presos políticos entre aquellos presos por sus ideas y otros presos por hechos de sangre (aquellos que habían ejercido la lucha armada) también impusieron la idea que aquellos que sufrieron el terrorismo de estado deberían ser calificados como víctimas y no como revolucionarios asesinados o desaparecidos que a la vez eran sepultado bajo la bandera chilena y con la bandera de la organización despojándolo de todo contenido político-ideológico. 

También una vez impuesta la idea de la transición a la democracia se impuso también esa idea nefasta de la Reconciliación Nacional como una clara expresión de la conciliación de clases y como una forma de equipar al estado terrorista, y sus agentes, con aquellos que luchaban contra ese terrorismo, por la vida y por la toma del poder.

Pero también esa Reconciliación Nacional impuso la idea del diálogo como forma efectiva de resolver las diferencias antagónicas de clases, que el golpe de estado fue la expresión más clara, según ellos, cuando el diálogo se rompe, se hacer insostenible y cuando eso sucede se produce el «quiebre institucional». Esta visión esconde y entierra el hecho que las insurrecciones armadas reaccionarias y las insurrecciones armadas revolucionarias son una clara expresión de la agudización extrema de la lucha de clases y en ese plano la mismísima reconciliación resulta hipocrática, forzada y falsa por cuanto los intereses en pugna son en sí antagónicos e irreconciliables. 

De esta perspectiva, se impuso como un verdadero mantra aquello del «Nunca Más» en referencia al terrorismo de estado y en cuanto a concebirnos (todos los habitantes de Chile, es decir, explotados y explotadores) como enemigo. Ese «Nunca Más» se refiere en no volver a repetir esa lucha de clases agudizada a extremo y también para que ninguno de los bandos o clases en pugna recurra a la lucha armada como herramienta para la resolución de esa lucha de clases encarnizada. 

Pero este «Nunca Más» es de todo falso y obedece a esa concepción reformista conciliadora y vacilante. ¿Por qué?

Porque por más que se insista y se repita hasta el cansancio aquello de «Nunca Más» resulta imposible por cuanto la historia de Chile está plagada de masacres y matanzas obreras, campesinas, pobladoras e indígenas, está plagada de levantamientos populares, de estallidos y de rebeliones. Ambas son resultado de la agudización de la lucha de clases y ocurrirán una y mil veces mientras esa minoría explotadora detente el poder absoluto y mientras la mayoría explotada sea incapaz de dar vuelta la tortilla, concebirse en una clase para sí, crear su propio instrumento revolucionario, asuma en su conjunto una lucha frontal y directa tanto contra el Estado como contra la clase dominante en el poder. 

Desde una perspectiva revolucionaria no se puede asumir el «Nunca Más» como parte de su discurso sino el ¡Basta YA! y ¡Hasta Cuándo! como consigna y llamado de alerta, de lucha y de combate contra el sistema explotador y por la emancipación y liberación de la clase trabajadora. Las cientos de masacres y matanzas, la aplicación del terrorismo de estado, la construcción del enemigo interno, el desarrollo de la Doctrina del Shock, de la Doctrina de Seguridad Nacional, la construcción de las estrategias contra insurgentes y de los ajustes del FMI son todas expresiones de ese terrorismo de estado tantas veces denunciado y que sólo se le puede combatir desde la indignación, desde la bronca y convirtiéndola ambas en organización y lucha revolucionaria. Pero ese terrorismo de estado multidimensional jamás se puede eliminar desde el «Nunca Más» ni menos desde la Reconciliación y Unidad Nacional como tampoco desde la conciliación y colaboracionismo de clases. 

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