CHILE: A 2 AÑOS DEL ESTALLIDO SOCIAL: 5 MESES SIN ELLOS. UNA VIDA CON ELLOS
Hasta que ocurrió lo que estaba en el ambiente latente. Como si se hubiese puesto una enorme carga de dinamita en una montaña rocosa gigante. Esta estalló en millones de pedazos volando por los aires rocas y escombros y cubriendo todo el territorio de una nube y lluvia de granizos que volaban en todas las direcciones.
El cielo se iluminó de rojo no por los efectos de los rayos solares sino por las barricadas que asolaban los territorios. El ruido ensordecedor no era por los ruidos de la tierra cuando se aproxima un terremoto de proporciones sino provenía de las gargantas y voces que por años estuvieron silenciadas, amordazadas y que ahora comenzaban a gritar como si fueran los dioses griegos que desde el universo lanzaban sus proclamas.
Así fue el estallido. Una enorme erupción de la naturaleza humana-social, la mayor de ellas jamás vista quizás en toda la historia de Chile y quizás sólo semejante a la guerra de liberación mapuche iniciada hace siglos atrás. La sismología era incapaz de establecer un solo epicentro. Estos se multiplicaban cual efecto dominó y se convirtió en indomable. Arrasó con todo lo que se encontraba a su paso. Abriendo caminos por los lugares más difíciles de acceder sólo a punta de combo y cincel. Eran miles de artesanos esculpiendo la más dura roca conocida hasta entonces: el neoliberalismo. El capitalismo renombrado. La paz burguesa se había al infierno. Fue lo más parecido a una revolución sin que por ello llegara a serlo.
Así fue el estallido social.
Se tuvo todo a su favor para que ese movimiento telúrico desbancara definitivamente a esa clase política, representante y defensora de la clase dominante como soporte del Estado Mercenario que ha sometido al gigante dormido por siglos. Era la oportunidad precisa de abrir los cauces de la historia de par en par quizás era una de esas oportunidades que se dan una en mil años o son difíciles de ser repetidos y si se repiten se repetirán como decía el barbudo aquel, primero como tragedia y después como comedia.
Si ese terremoto que echó por tierra las escalas de Richter y Mercalli después de cinco meses fue llevado a los cauces originarios que lo habían llevado al estallido: la institucionalidad.
Los brujos que por siglos fueron diseñando los destinos se reagruparon, reaccionaron a tiempo quizás de la mano de Merlí y los suyos. Impusieron un acuerdo nacional a un mes de iniciado el estallido. Quienes habían sido los causantes directos de tan magna explosión ahora se ubicaban en la boca del volcán para ser los conductores de la lava. Serían ellos nuevamente los que se apropiarían de algo que jamás les perteneció y con ello revalidaban lo que la masa rebelde rechazaba con toda su energía: la legalidad y la institucionalidad.
Estas dos señoras prostituidas y manoseadas con el tiempo eran las que daban un marco de normalidad a tanto abuso, explotación, miseria y muerte. Y serían ellas las que volvían junto a ese Alto Mando Civil en gloria y majestad de la mano de la guardia pretoriana, a saber, la policía mercenaria que masacraba al pueblo desarmado. El monstruo de mil cabezas volvió al trono representándose como quien daría la solución a los problemas causado por su propia monstruosidad.
A dos años del tsunami político-social de mayor significancia, el movimiento telúrico más profundo que fue capaz de remover los cimientos mismos de la sociedad, asistimos a la más grande de las traiciones jamás visto y sólo comparable con el Tratado de Lircay o quizás es la reedición de aquel.
Era EL momento para rehacer todo. El pueblo en masa se puso a disposición perdiendo todos los medios acumulados. Se puso en disposición de lucha abierta y directa. Ejerció su soberanía. Dio pasos en la dirección del autogobierno, de la democracia de los pueblos y de la deliberación. Avanzó desde la alegría a la euforia mostrándose capaz de ser constructor de su propia historia. Pero los aprendices de brujos echaron mano a sus pociones mágicas, a sus hechizos, a sus venenos para adormecer al gigante social. Prefirieron la vuelta del monstruo con sus látigos para que todo siguiera igual que antes. Los cauces del gran terremoto pronto se redireccionaron hacia adentro, hacia lo que era antes, hacia el antiguo y decadente Estado y gobierno. Fue el mismo gobierno que asesinó quien sería el conductor de esa “nueva-vieja” etapa de paz social burguesa. Eran los carniceros de siempre los que ahora hablaban de derechos humanos, del pueblo, de la paz y el progreso. Eran los mismos que se habían enriquecido sobre nuestros dolores y cicatrices los que ahora hablaban sobre las bondades de los acuerdos de las mayorías, de los nuevos consensos, de la democracia corrupta. Y hoy ese volcán, ese terremoto se ha enmudecido, a quedado sin voz, sin movimiento y se ha perdido en los anales de la historia.
La memoria colectiva, la tradición oral de los pueblos, nos hablarán de las heroínas y héroes, de la gente común que ocuparon los territorios y avenidas principales, del ejercicio legítimo de la violencia popular. Nos hablarán de algo llamado Primera Línea. Nos mostrarán como el bajo pueblo también se hizo presente como los excluidos de entre los excluidos se hicieron presente. Los cuentos populares nos relatarán como el 99% explotado se insurreccionó contra el 1% más rico y como el 1% más rico volvió todo a los cauces “normales” por obra y gracia de los traidores «dentro» de esa mayoría excluida, a saber, la clase política. Fue el triunfo de los esclavos satisfechos, los mismos que hoy se visten de candidatos, que eligen su mejor traje y que se disponen para ir a votar. Enterraron nuevamente la soberanía de los pueblos. Hasta nuevo aviso o hasta que todo estalle nuevamente.
QUE EL PUEBLO DELIBERE. QUE EL PUEBLO MANDE. QUE EL PUEBLO ELIJA. QUE EL PUEBLO IRRUMPA. QUE EL PUEBLO ESTALLE.