lMás de 116 Conflictos Socioambientales en Chile. (El capitalismo extractivista arrasa)
AUTOR: AMÉRICA REBELDE (CHILE) Nº 15
modelo extractivista en Chile causa un daño casi irreparable para la vida humana y no humana. La destrucción del medioambiente va apa- rejado con la mala calidad de la vida de la población, su precarización junto a la aparición de numerosas enfermedades como consecuencia de ese deterioro sostenido ya en las periferias de cada región, en el campo o en las grandes ciudades. ¡Todas las formas de vida en Chile están en riesgo!
El año 2018, el Instituto Nacional de Derechos Humanos publicó el “Mapa de Conflictos Socioambientales en Chile”. En este informe se se- ñala que, en ese año solamente, existían 116 conflictos medioambientales. Según un artículo de Michael Lieberherr (Tomate Rojo, 30 de no- viembre, 2018) señala en relación a los tipos de conflictos socioambientales que:
“El catastro diferencia conflictos activos, latentes y cerrados. En la última versión los conflictos activos alcanzan los 62, mientras que los la- tentes llegan a 30 y los cerrados a 24. El mapa cuenta además con clasificaciones de los conflictos según el sector productivo. El análisis mues- tra que la energía el sector con mayor porcentaje de conflictos: 38%, seguido por la minería con un 28%. El sector inmobiliario sólo tiene dos conflictos, teniendo como insigne a el bosque El Panul. Otra información importante a destacar es que en todas las regiones de Chile existe al- gún conflicto socioambiental”.
“Según el INDH el 78% del total de conflictos transgrede el derecho a un medio ambiente libre de contaminación, mientras que un 46% infrin- ge el derecho a disfrutar la salud física y mental. Estos números generan preocupación, sobre todo en un año marcado por la contaminación de Quintero- Puchuncaví y el ingreso de Chile al TPP 11, con los beneficios que esto le significa a la oscura red de Monsanto”.
“En la división regional, Valparaíso es la zona con más conflictos, teniendo 19, de los cuales 14 se mantienen activos. Las regiones que le siguen son Atacama y Los Lagos con once conflictos cada una. En contraste, la VI Región es la que mantiene menos conflictos sociambienta- les, según el INDH solo mantiene un conflicto activo”. Y más adelante señala:
“Chile ostenta la red de parques nacionales más grande del mundo, y al mismo tiempo es cómplice del aumento de zonas de sacrificio. Pro- yectos como la instalación de grandes mineras en la Región del Maule, la construcción del embalse Punilla en medio del Corredor Biológico Ne- vados de Chillán-Laguna del Laja o la proyección de mineras en la Patagonia, no hacen más que desnudar la visión de un Estado que prepon- dera el crecimiento económico a la destrucción del territorio”.
“La gran cantidad de conflictos socioambientales no solo es un problema que afecte al futuro. Los asentamientos históricos de pueblos origi- narios han sido gravemente dañados, al igual que sus tradiciones. Esto debido a que casi un tercio de los conflictos (32%) afectan a territorio indígena”.
“Desde su primera versión, que registró 97 casos, el catastro de conflictos socioambientales solo ha aumentado. En la actualización realizada en 2015 registró 102, mientras que en la versión 2018 alcanzó 116. Sin duda un panorama poco alentador que demuestra la realidad chile- na, que mantiene conflictos socioambientales en todas las regiones”.
Tomando solamente estos datos, que se pueden considerar conservadores, es urgente que cualquier proyecto que tenga como finalidad la transformación de la sociedad tiene que enfrentar el problema del extractivismo y post extractivismo, y por lo tanto, la defensa del medio am- biente y de todas las formas de vida dentro de nuestras “fronteras” y en relación al desastre que trae la emergencia climática global. Esto como uno de los principales nudos en la construcción de un discurso, programa y herramienta revolucionaria, social y popular.
Ya no es suficiente con la mera toma del poder, con levantar la bandera clásica de socialismo si no se centra en terminar con la ideología ex- tractivista y productivista. El socialismo no puede ser vista como una sociedad donde la abundancia
(productos económicos) sea la meta central. El socialismo debe tener como objetivo no sólo alcan-
zar un alto nivel de vida para los animales humanos sino el bienestar de los animales no humanos,
del medio ambiente, en el respeto de todas las formas de vida y terminar con ellos con todas las for- mas de explotación, opresión, represión y coacción siendo el Estado el mas fiel representante de estos males. En tal sentido, un proyecto transformador debe tener como su centro a la madre tierra, a la defensa, recuperación, protección y conservación de la naturaleza donde el animal humano es uno más de ella y no su centro ni menos amo, dueño y señor. Un socialismo productivista y extracti- vista es la negación de sí mismo y bien puede ser una versión remosada del mismo capitalismo en su versión de capitalismo de estado.
Es también necesario valorar la democracia directa, la creación de formas colectivas o de poder popular como también asumir que la abolición del estado no puede ser una meta para un largísimo plazo sino que se puede ir gestando desde el inicio de la lucha cambiando las formas de pensar, las formas organizacionales, las formas de participación y las formas de relacionarse con los demás, con la naturaleza y con todos los animales como iguales y no desde una situación de poder hege- mónico o de superioridad.