CHILE: VIVIR CUESTA UN OJO DE LA CARA
¿Quién lo diría que un dicho iba a cobrar realidad en toda su tragedia?
Señalar que algo «cuesta un ojo de la cara» es decir que lo que se quiere obtener es demasiado caro sólo equivalente a un órgano tan esencial para la vida humana como un ojo.
En octubre del 2019, a horas de comenzado el estallido social en Chile, el mundo comenzó a constatar que las violaciones a los derechos humanos se iban plasmando de la mano del terrorismo policial y del terrorismo de Estado en forma masiva. Ya el enemigo interno que habían reprimido en forma selectiva en los años 90s ahora adquiría la forma de pueblo movilizado.
Tempranamente constatamos que la represión disparaba a matar, a mutilar. Comenzaron a aparecer los heridos, los torturados, los muertos, las mujeres abusadas sexualmente, los presos políticos pero también los heridos en su visión. Fabiola Campillay y Gustavo Gatica quedaban completamente ciegos producto de disparos proveniente de la policía asesina pero a lo largo del estallido fueron cientos, entre 500 y 600, personas que perdieron uno de sus ojos también como consecuencia de disparos de la policía terrorista. De toda esta amplitud y sistemáticos crímenes, la justicia no ha operado a pesar de ya haber pasado más de un año. Los asesinos siguen reprimiendo y lo que es peor Piñera y sus secuaces siguen en el poder.
A continuación compartimos un llamado, un clamor, una denuncia estremecedora que sólo refleja una parte de la brutalidad, de lo criminale que es y ha sido la clase dominante en Chile. Si exigir JUSTICIA Y CASTIGO en estas condiciones es vista como una actitud subversivas, por parte de los criminales, entonces seamos todos subversivos.
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